Por: Sergio Bustamante
Para desgracia comercial de Fighting with my Family (Luchando con mi Familia), The Rock (ex célebre luchador convertido en actor-figura de acción) ocupa un lugar relevante tanto en la promoción del reparto como productor.
Y no es que el tipo sea malo, de hecho tiene carisma y un rango aceptable en la comedia, sino que de inmediato se le asocia con cierto cine de acción, Disney o comedias slapstick, y Fighting with my Family está lejos de los productos aludidos.
Dirigida por Stephen Merchant (quien se regala un gracioso papel menor), la cinta sobre una familia de luchadores esconde una semi biografía de Paige, famosa ex diva del circuito WWE.
Semi en el sentido de que no se adapta al formato convencional de las biopic, sino que inicia como una dramedy de una familia de Norwich, Inglaterra, cuyo modo de vida es ofrecer exhibiciones amateur de lucha libre. Los cuatro miembros practican el deporte y viven por y para ello. Ricky Knight (Nick Frost haciendo gala de su gran personalidad) y Julia Knight (Lena Headey) fungen como padres y entrenadores de Saraya (Florence Pugh) y Zak (Jack Lowden), hijos y quienes son las estrellas del show familiar.
Cuando la WWE anuncia audiciones en Londres, Zak y Saraya se dirigen con la seguridad de que serán seleccionados, pues poseen mucho mejor entrenamiento y personalidad que todos los aspirantes. Ahí es cuando vemos aparecer por fin a The Rock como un personaje fugaz que no volveremos a ver hasta el tercer acto, pero antes de ello ya se nos ha contado una historia familiar en la mejor vena del humor que Merchant trabajó tantos años en la serie The Office.
Al ser seleccionada unicamente Saraya, la cinta se fragmenta entre el arduo entrenamiento que ella vivirá en Florida, y la realidad de Zak, quien al no poder superar que ha sido rechazado, va hundiéndose lentamente en una depresión justo como la que su familia no quería para él.
Sabemos obviamente hacia dónde se dirige la cinta y el mensaje inspiracional que contiene. En éste punto en el que Saraya se convierte en la aspirante Paige, luchadora real y en cuya adolescencia se basa la película, comienza su parte no menos interesante, pero sí predecible y donde los clichés de las biografías deportivas salen a flote, sin embargo, Fighting with my Family logra sortear con éxito el aspecto más rosa gracias a que no cae totalmente en la fórmula.
Al tener dos subtramas contadas de forma simultanea, es decir, Zak y Paige separados, tenemos una cinta que por un lado nos cuenta el peregrinaje de una aspirante que choca con un mundo muy diferente al que sus padres le habían pintado y donde el talento no lo es todo, o al menos puede no ser lo más importante. Y por otro lado, la historia de Zak, que por momentos se vuelve más interesante y ofrece mejores opciones dramáticas, ya sea por tener un hijo, caer en adicciones o repetir el patrón de violencia del hermano que está en la cárcel porque tampoco pudo sobrellevar no tener madera de luchador profesional.
Merchant opta por darle un balance a ambos hilos y con ello es que Fighting with my Family no se siente como la clásica biografía deportiva, y se agradece pues la lucha libre puede no ser el mejor contexto si de profundizar una comedia se trata.
A cambio, se enfoca en contarnos cómo las relaciones familiares son el motor que te saca adelante o que frustra a una potencial estrella. No ahonda en ello rigurosamente, pero deja en claro el punto sin descuidar a su protagonista. Ahí es dónde también le saca provecho a Headey y Frost, quienes con toda sus tablas actorales le ponen esa cuota de humor incorrecto que hace mucho por el filme. Lowden por su parte también explota las cualidades de un personaje que, repito, pudo tener más tiempo en pantalla, aunque en definitiva la gran estrella es Florence Pugh, la cual demuestra un gran registro y capacidad para cargar con toda la cinta.
Con todo esto es que uno se pregunta si The Rock era tan necesario en la parte promocional, pues la cinta sobresale por si misma. Quizás sí, pensando en que esto es un negocio. Y de ser así, ojalá el público caiga en “la trampa”, ya que a pesar de que es una película contada desde la óptica del mundo de la lucha libre, apela a todos con su mensaje universal de tener un meta.
¿Que es algo que hemos visto miles de veces? Por supuesto que sí, pero cuando se trata de deportes, pocas veces es narrado con esta calidad y gracia.