GANÓ EL VOTO ANTI SISTÉMICO

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Por Gabriel Contreras Velázquez

No hay tinta nueva que correr con respecto al resultado de este domingo. En una entrega anterior se abordaron las condiciones con que los mexicanos llegaban a la elección presidencial. La Cuarta Encuesta de Opinión Ciudadana 2018, de GEA-ISA, lo registró nítidamente: rechazo generalizado al estado de las cosas.

Efectivamente, el grueso de las mediciones apuntó siempre al escenario que se avecinaba, el triunfo avasallante de Morena. Salvo unas cuantas encuestadoras de ocasión (Pop Group, Suasour, Numeros y Defoe), la tendencia fue definitiva: el voto anti-sistémico en la figura de Andrés Manuel López Obrador fue descomunal.

Los contrincantes jugaron a muerte por un, ahora lejanísimo, segundo lugar, en medio de fuertes conflictos internos. Vaya, la elección no se jugó en terreno parejo. El tabasqueño absorbió como esponja el rechazo, mientras que PRI y PAN, enconados, incrementaban en la ciudadanía las razones para no votar por ellos.

Este es un segundo elemento de valoración. De haber tenido partidos contendientes cohesionados hubiéramos asistido a una elección de mayor competitividad. Probablemente con un resultado que favorecía también al tabasqueño, pero sin tal aplastamiento de la figura del Revolucionario Institucional, que pronto decidirá el éxodo de los de Atlacomulco.

Pero regreso al voto anti-sistémico. Fuimos testigos de un Andrés Manuel ambiguo, poco profundo y nada arriesgado. Y es que no necesitaba desarrollar de manera programática un gobierno “de izquierda” porque tenía en el bolsillo el sacudimiento de la gente. Y en esta elección, el ánimo ciudadano lo fue todo.

Podría hablarse incluso de un triunfo contundente de la mayoría como hace no se veía desde la elección que ganó Ernesto Zedillo Pone de León. La diferencia: esa mayoría (más de 32 millones de votos) se construyeron en la inconformidad social, no en las estructuras de voto duro. Claro, el voto clientelar hizo su aparición y aportó a la causa del “Peje”.

En los diferenciales de los resultados electorales conoceremos qué porcentaje de la misma estructura priista al último corrió su voto a la izquierda. No será un número menor. ¿A qué obedece este desplazamiento? A la elección de un candidato que no provenía de las filas tricolores, pero principalmente a la división y rechazo interno de Enrique Peña Nieto.

Recordemos que todo comenzó con la disputa por la candidatura. Miguel Ángel Osorio Chong fue abandonado por el primer priista mexiquense, y sin posibilidades de un abordaje conjunto, el barco del PRI comenzó a hacer agua desde el día uno.

El error: haberse confrontado con un hombre que operó en las entrañas del poder durante el 90% del sexenio presente. Una bomba de tiempo que no desactivó el arribo del oaxaqueño, y leal de Osorio, René Juárez Cisneros. ¿Qué incentivos podría haber ofrecido el nuevo dirigente nacional del PRI cuando los hilos de la elección se mantuvieron en el puño de Aurelio Nuño Mayer?

Ahora corresponderá al grupo del ex secretario de Gobernación, junto con un discreto y distanciado Manlio Fabio Beltrones, emprender la cirugía mayor en el partido que un grupo de ex gobernadores sometidos a investigación y/o vinculados a proceso, sabotearon hasta la médula. Entre ellos, el carismático Miguel Alejandro Alonso Reyes.

La autocrítica, la recomposición y la transformación de los partidos derrotados será la tarea de los próximos meses. Ricardo Anaya Cortés lo supo a tiempo, y en el video donde es exhibido y presentado por la oposición como perdedor adelantado, durante una reunión en Guanajuato, el panista apunta la nueva ruta de colisión: la nueva lucha por el poder en Acción Nacional.

¿Pero qué toca en el ámbito de la “Regeneración Nacional”? El proceso de transición dará un sentido característico al gobierno de López Obrador. Los mercados mantienen cautela con respecto a su comportamiento en los próximos meses, ya que al obtener sendas mayorías en el Congreso de la Unión y las legislaturas locales, un presidente explosivo traería iguales reacciones de otros poderes fácticos y legítimos.

Su triunfo se debe a la ciudadanía, por lo que adquiere una deuda irrenunciable con la gente que este fin de semana votó entusiasmadamente para hacer válida su soberanía y hartazgo. Deberá justificar ese respaldo durante los primeros meses, y hacerlo valedero hasta la primera parte de su gobierno.

El “pueblo” espera en próximos días noticias sobre la reducción de los precios de gasolina (panorama adverso de los inversionistas), reducción a las tasas impositivas, gasto disciplinado y combate a la corrupción. Por los lazos del priismo con Morena en el Congreso de la Unión, este último parece que será simulado.

A ello sumamos que en la plataforma de la “Regeneración Nacional” se implantaron varios impresentables. La elección en Zacatecas encumbró a perfiles cuestionables y estos mismos jugarán en contra de la reputación presidencial, pues no hay combate genuino a la impunidad si no se comienza por las propias filas.

#Coincidencias: La gente en las urnas fue por el 5 de 5. Atiborradas las casillas desde las primeras horas del día, con gente en la expectativa, la inquietud sospechosista del fraude y otros más con semblante festivo, fluyeron los votos de manera copiosa.

Es el castigo del “pueblo” a los gobiernos que abandonaron toda identidad con la gente, y que instituyeron un sistema de prebendas para mantener a raya las expresiones de inconformidad.

El “cambio de régimen” no debería ser crédito solo del candidato, sino de la ciudadanía decidida a empujar la transición, así como la nueva dinámica participativa en el mundo de las redes sociales.

Twitter: @GabrielConV

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