Antonio Flores Zavala
¡Gracias! Es otro libro del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
No es una obra singular, todos los presidentes han suscrito textos de todo tipo. Hacemos un repaso de algunas publicaciones presidenciales.
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¡Gracias! Sigue circulando, desde principios del año que está a punto de concluir.
En 20 capítulos cuenta, como lo ha hecho en otros textos, su conocida hoja de ruta. Va desde la infancia, hasta los dos o tres primeros días de este año. Es una autobiografía contada en primera persona -se puede en segunda y tercera persona- que exagera y cansa el excesivo yo, yo hice, yo dije, yo pensé, yo miré, también yo escuché.
Todos los coprotagonistas son minimizados o colocados en personajes secundarios.
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En la narración, quizá lo novedoso, sea el capítulo de la infancia, el cual tiene sus reminiscencias juaristas -el niño que no padeció el viento- con lo que significa: lo suyo era una historia predestinada.
Si bien en la portada está en el centro de una manifestación, en el documento el pueblo desaparece. En el relato es él el protagonista y cede algunos espacios a los antagonistas y a un grupo de selectos compañeros de lucha (de Zacatecas cita a doña Amalia García Medina, ingeniera Rocío Nahle García, senador Ricardo Monreal Ávila y licenciado Miguel Alonso Reyes) -en otra colaboración tratamos los pasajes zacatecanos del actual presidente-.
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¡Gracias! No es un libro singular, ni en la obra del autor y tampoco en lo suscrito por los presidentes de los Estados Unidos Mexicanos (es el nombre de la República mexicana y México). Todos los ejecutivos han escrito, o asumido como suyos, desde cartas particulares, circulares gubernamentales, leyes y decretos, hasta memorias personales y gubernamentales, manifiestos políticos y otras obras, de todo tipo.
Ningún presidente mexicano ha sido ágrafo -incluso Enrique Peña Nieto, pese a su dislate en la FIL de Guadalajara-. Las oposiciones tampoco son analfabetas, pues se da el caso que la escritura pública es el principal vehículo de manifestación opositora y tiene más influencia que la presencia en las Cámaras legislativas -donde se hace equilibrio y contrapeso al poder ejecutivo-, pues la opinión pública es el espectro en los espacios públicos literario y político.
Una referencia básica de lo dicho antes es Los presidentes de México ante la nación, 1821-1984 (ocho tomos, México, Cámara de Diputados, LII Legislatura, 1985, segunda edición).
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Sea por esta colección, coordinada por don Luis González y González, o por las publicaciones mismas, ¡Gracias! Es parte de una genealogía que se remonta a lo dicho por Agustín de Iturbide “Discurso al instalar la Junta Gubernativa, el 28 de septiembre de 1821”, y a las memorias que redactó el emperador mexicano: Memorias escritas desde Liorna (México, UNAM, 2021, 2ª reimpresión).
En el abstract del libro se dice: “En estas memorias, en sus constantes apostillas o en la nota final, se advierte una pluma acostumbrada al análisis deductivo y a la locución directa. Es el testamento vivencial de uno de los consumadores de la Independencia de México”.
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Carlos Salinas de Gortari fue prolijo al salir de la presidencia, hasta que lo acallaron los escándalos familiares.
Lázaro Cárdenas, además de tantas biografías, están sus memorias frecuentemente reimpresas.
Qué decir de las obras completas de Benito Juárez, a quien le publican desde los gastos de cocina, hasta las centenas de cartas particulares que redactó en el trajinar presidencial.
Antonio López de Santa Anna y Victoriano Huerta cuentan con autobiografías apócrifas.
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En esa cauda de palabras presidenciales cuenta lo escrito por José María Bocanegra, un político con representación de Zacatecas, quien fue presidente de la República por un par de días y en su madurez escribió Memorias para la historia de México independiente, 1822-1846 (dos tomos, México, Imprenta del gobierno federal, 1892-1897).
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¡Gracias! Es un manifiesto del actual régimen.