GRAVITY
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Zacatecas, Zac.
viernes, Feb 7, 2025
«Existen reglas, pero para violarlas»
Jean Claude Carrière & Pascal Bonitzer.
Fuertes palabras. Declaraciones plasmadas en la obra “Práctica del Guión Cinematográfico”. Declaraciones dirigidas hacia la eficacia de las estructuras cinematográficas. A veces los mejores resultados se dan cuando vamos en sentido contrario. Las reglas al servicio del albedrío.
Reglas transformadas una y otra vez en la curva cronológica del cine como experimento y ciencia, hasta la vorágine actual donde contra todo pronóstico, aún es posible romper paradigmas.
Transformar la anécdota en argumento es un buen principio. Aunque requiere ingenio. La intuición de Alfonso Cuarón es certera.
Que hable la lente, que la obturación se perciba infinita. Porque así es todo en el espacio. A un tiempo difuso e inexistente un plano larguísimo como respuesta. Y después, más anécdota, personajes y diálogos convertidos en razones y planteamientos. Respuestas que no han sido pedidas.
Ryan Stone (Sandra Bullock). Astronauta que ejecuta por inercia, en automático, sin dejo de emoción más allá de un malestar físico. Una máquina componiendo otra máquina. La frialdad de ese espacio es apenas cortada por voces provenientes del planeta tierra y por el comandante de la misión, Matt Kowalski, (George Clooney) y la narración de sus desaventuras.
La anécdota, claro está, no lo es sin golpe de efecto. La línea discursiva da un salto enorme hacia una vuelta sin retorno. Preguntas que no han sido pedidas. Pero que son inevitables, que despegan un poco nuestra espalda de la butaca. ¿Qué queda ante la inmensidad que estamos presenciando? ¿Qué hacer ante una tragedia tan inédita, tan fuera de nuestro control?
A partir de aquí el relato ya juega en otra línea. Es invisible y transita entre géneros cinematográficos como el suspenso, la ciencia ficción y el horror.
El relato ya es exclusivo de un personaje y su convivencia con el entorno. Y es que el entorno, el entorno.
El entorno es un lienzo y tiene autor: Emmanuel Lubezki.
Hace varios minutos que el aliento nos abandonó ante su arte. La cinematografía de Lubezki tiene una profundidad estremecedora. El movimiento, las instantáneas, los colores, los ángulos, las luces y las sombras. Elementos que sobrecogen. Que hemos visto a través de emplazamientos que se contraponen. Dentro del casco de una astronauta, en primera persona, girando. Y de planos panorámicos con amaneceres utópicos.
Lubezki también narra, también realiza. ¿Cómo la destrucción se convierte en belleza? ¿Por qué conmueve?
La exigencia para apreciar su visión de forma absoluta y correcta es contemplar el filme en un gran formato. En tercera dimensión y en pantallas IMAX, Macro, Jumbo o lo que ofrezca el complejo de nuestra elección. Un favor que todos deberían hacerse. Porque esto es filme y es suceso. Y no funcionará igual en un (vaya sincronía) espacio más pequeño. Mucho menos en televisión.
Conforme avanza el relato, los Cuarón (padre e hijo, ambos autores) colocan significantes. Su aparición es tan gradual como sustancial. La relación entre el humano y una atmósfera adquiere diversas connotaciones. No tanto existenciales como sí terrenales. La simplificación del conflicto. El espacio se vuelve interior. La perspectiva cambia. El simbolismo es claro y no por eso menos valioso.
El espectador ya está en plena relación con el personaje e inscrito al contexto. Con su interioridad a través del rostro y movimientos, de sus emociones; pero también con la exterioridad.
La historia no necesita más, los estímulos se supeditan a una cuestión primigenia. La necesidad de experiencias emocionales con significado es retribuida y el silencio se corresponde con belleza. Sin embargo, el abanico de emociones se seguirá abriendo hasta el final. Todo es indicio, todo es información. Múltiples interpretaciones.
Gravity trasciende. Gravity es reflejo.
Nuestra condición, nuestro instinto de supervivencia transitando estados primitivos, de regresión, de ensueño. Lo diminuto del cuerpo humano frente a un espacio que no es sino adversidad. Desidia es protección, es aislamiento, y contradictoriamente es acción y es renacimiento.
Este es el tipo de experiencias por las que se paga un boleto. Por las que se asiste a sentarse dos horas o menos en la obscuridad de una sala.
Cuarón y Lubezki regresaron el cine a sus primeras circunstancias.
Gravity tiene algo de experimento y ciencia.
Pero también es revolución.
Es asombro.
Estos son 91 minutos de alimento para el espíritu.
Esto es una de las obras maestras que definirán al cine del Siglo XXI.