Por: Sergio Bustamante.
De entre las varias virtudes de la versión 2018 de Halloween (o secuela para ser precisos) quizás la mayor fue haberle devuelto a Michael Myers esa aura de maldad y resistencia para la cual no hay explicación clara.
El gran comienzo de esa cinta nos presentaba a un Myers haciéndose viejo encerrado en el manicomio, inmutable ante las incisivas preguntas de un par de periodistas que, en busca de darle sentido a esa infancia que no la tiene, le muestran su antigua máscara solo para obtener silencio como respuesta. La película reforzaba ese carácter cuando más tarde lo veíamos (en un estupendo plano secuencia) pasar de casa en casa asesinando por inercia, y ultimadamente enfrentando a la policía y a Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) sin dejo de emoción (ni daños físicos) alguna más que el puro instinto de matar.
Halloween regresaba así a los orígenes de John Carpenter en los cuales nos presentaba a un asesino cuya personalidad reside en lo abstracto de su motivación y, en segundo término, su aparente inmortalidad. Dicho de otra forma, ese Halloween fue una buena secuela por partida doble, pues no sólo borró de tajo las fallidas explicaciones que posteriores entregas de la saga quisieron dar (con la excepción de la formidablemente divertida y sui géneris Season of the Witch de 1982), sino que continuaba naturalmente la línea argumental de Halloween II (Rick Rosenthal, 1981) muchos años después.
Resulta pues curioso que esta nueva entrega tenga tan divida a la opinión cuando es no únicamente un buen refuerzo al tono que idearon David Gordon Green (director), Scott Teems y Danny McBride (co-guionistas), sino que retoma más personajes de ese primer universo Carpenteriano para funcionar como lo que debe ser: un puente entre dos eras y, específicamente en esta trama, la transición hacia lo que se supone será el final de sus protagonistas.
Halloween Kills comienza en el punto exacto donde nos deja la cinta anterior, esto es con Laurie, Karen (Judy Greer) y Allyson (Andy Matichak) en camino hacia el hospital mientras Myers arde encerrado en la trampa/casa que Laurie diseñó para matarlo. Sin embargo, no cuentan con que los servicios de emergencia, es decir los bomberos, llegarán rápido a sofocar el incendio e involuntariamente salvar a Myers, quien les recompensa asesinándolos brutalmente uno por uno.
A partir de aquí la cinta se enfoca no en Michael dirigiéndose hacia Haddonfield (aunque por supuesto no lo pierde de vista), sino en mostrarnos, primero, qué ha sido de los sobrevivientes que conocimos a finales de los setenta; y segundo, cómo reaccionarán ante la noticia de que Myers ha escapado del manicomio y probablemente esté suelto en Haddonfield durante otra, faltaba más, noche de brujas.
Sin embargo, si lo del guión es reconocer y actualizar a varios de ellos, la dirección de Gordon Green va más sobre en una nueva construcción visual de todo ese contexto que enriquecía al personaje de Myers.
Si en su primera parte eran fondo y la historia se enfocaba en el post trauma de Laurie (y su hija más tarde) como la única consciente de lo que se avecinaba, ahora es que les toca a ellos, en esa misma noche, enterarse que el mal anda suelto y hacer algo al respecto.
Si bien este tratamiento de quitarle atención a la protagonista es el aspecto que más se le ha criticado a la cinta, sí funciona porque pavimenta el terreno hacia un lucimiento de Myers, es decir más asesinatos y dosis de gore, ¿no es eso a final de cuentas lo que se pide a un buen slasher?
Halloween Kills lo es porque hace honor al título y hasta se permite un comentario social quizás puesto con brocha demasiado gorda, pero que no por ello deja de ser relevante.
Los planes y sangre fría de Laurie son consecuencia de la maldad de Myers, una herencia si se quiere, la cual como vemos en ese plano final de Allyson sosteniendo un cuchillo, ha sido un trauma trasladado a su hija y su nieta.
Toca ahora ver cómo dichos estragos han afectado al resto de Haddonfield al conocer que Tommy es un adulto que sigue reviviendo aquella de noche de 1978, o que Hawkins (Thomas Mann) es un alguacil que no supera un sentimiento de culpa. La historia de Myers es un cuento de “el coco” que, para la mala suerte de todos ellos, es real y constitutivo a sus vidas. Y si Laurie tenía una trampa para combatirlo llegado el momento, el pueblo por supuesto que hará lo propio para liberarse no sólo de él, sino del peso de su figura (y leyenda) en noche de brujas.
Haddonfield pues pasa a ser una masa desquiciada en busca de culpables, y aunque a Gordon se le va un poco de las manos este aspecto de la historia, la analogía con el Estados Unidos actual (ese reciente asalto de derechistas al capitolio, por ejemplo) arengado por cuestiones que ni siquiera comprenden, se concibe perfecto.
Quizás navegar entre los temas sociales, explicar que la maldad de Myers en realidad no tiene explicación, e ir montando la lista de muertes que el subgénero debe cumplir, haya sido demasiada ambición.
Pero sobre ello hay una buena puesta que favorece a los tropos del slasher y la mitología de éste asesino. Nos queda claro el confluir histórico de sus crímenes y lo sobrenatural de su esencia. Esperemos ahora que Halloween Ends sea una nota mucho más alta.