Notas A la memoria de los insignes zacatecanos cuyos restos reposan en la Rotonda de las personas ilustres de México, de Ernesto Juárez Frías. Amalia García Medina, presentación, Joel Romero Salinas, proemio innecesario, José Enciso Contreras, Ernesto Juárez Frías. Zacatecas: Gobierno del estado de Zacatecas, 2007, 176 p.
por Marco A. Flores Zavala
El documento es de la autoría de don Ernesto Juárez Frías y versa sobre pretéritos zacatecanos que son reconocidos por sus acciones como “ilustres”. El lector y el adquirente lector mirarán que el libro está también integrado con presentaciones sobre el autor y el contenido del impreso. Los textos son de la ciudadana ex gobernadora del estado Amalia García Medina; de Joel Romero Salinas, ex presidente de la Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística; y, del historiador universitario José Enciso Contreras.
El documento contiene la trayectoria de los zacatecanos cuyos restos físicos están depositados en la Rotonda de los Hombres Ilustres de la nación, en la ciudad de México, y en el Mausoleo asentado en el cerro La Bufa de la ciudad de Zacatecas. En el libro está la información básica de 34 zacatecanos, como son Pedro Letechipía, Miguel Ruelas, Jesús González Ortega, Basilio Pérez Gallardo, Felipe Berriozábal, Antonio Rosales, Manuel M. Ponce, Ramón López Velarde [8, ciudad de México], Francisco García Salinas, Genaro Codina, Juan José Ríos, Enrique Estrada, Alfonso Medina, Trinidad García de la Cadena, José Ma. Vázquez, Jesús Sánchez Román, Pánfilo Nátera, Jesús Aréchiga, Rosendo Rayas, Luis Moya, Manuel Caloca, Leocadio Guerrero, Félix Bañuelos, Lauro G. Caloca, José Isabel Robles, Fernando Calderón, Fernando Villalpando, Francisco Aguilar y Urízar, Luis G. Ledesma, J. Trinidad Cervantes, Esteban S. Castorena, Candelario Huizar, Salvador Vidal y Luis de la Rosa Oteyza [26, Zacatecas].
No dejaré pasar de largo para mencionar que el libro también contiene un poema del autor, de la época de sus “párvulos versos”, le cito: “Supe de tu pasado, grande, glorioso / de tu historia recia, señorial, / que te valió título tan honroso…”
Continuo. Dice uno de los presentadores del libro, que don Ernesto con “erudición concisa y sencillez explicativa” comparte los datos que dan cuenta del porqué fueron considerados para su designación como individuos ilustres. Todos, ustedes lo verán, cuando ejerzan la lectura, que sus contemporáneos reconocieron las aportaciones científicas, artísticas y políticas que hicieron en Zacatecas y en la nación. Cita don Ernesto a los que son reconocidos como los ilustres actantes de la civilizadora del Norte y como bien se puede constatar son parte de los individuos activos del estado confederalista, republicano y liberal de Zacatecas.
Si bien está el libro, vale entonces cuestionar, ¿qué pueden tener los adquirentes y los poseedores del libro para las siguientes veces que lo miren? diré, desde la opinión de un lector de la escritura de mis coetáneos locales, que el libro tiene por lo menos tres aportaciones. En la primera, les propongo, que al adquirir y conservar este libro, lo sitúen como un objeto mediador entre la información que proporciona acerca de los monumentos y de los actantes que cita y las expectativas de nuestro actual entorno. Y téngalo también como un medio que contiene datos y rostros de individuos que fueron partidarios del cambio cultural de su tiempo. Eran individuos con “altura de mira”.
Visto así, como una primera instancia de la pertinencia del libro, se inquiere: a quién de los citados le podemos prorratear su liderazgo efectivo o su aportación cultural para el transcurrir de Zacatecas y el país. Vamos, considero que ni siquiera podemos hacerle esa negociación revisionista al general Jesús Aréchiga, que pudiera ser señalado por su contemporaneidad gubernamental con el general Porfirio Díaz. Pero en cambio, en su haber está la permanente política liberal, muy pocas veces conciliadora, que ejerció como gobernante en Zacatecas. Pero es esta cuestión lo que facilitó que la reforma política del XIX fuera efectiva regionalmente, al grado de colocar a Zacatecas como una entidad moderna. Hablo en la perspectiva de la secularización.
Por la información que proporciona el libro de don Ernesto, de los individuos que intervinieron en los procesos de la construcción del estado nacional y las entidades federadas, permite tener una de las escrituras historiográficas que se elaboran en Zacatecas. Es una. Este libro, en verdad, junto a las investigaciones universitarias de largo aliento, contribuye a tener una referencia y la presencia de un texto para la conmemoración y para preguntar cómo se conmemora y qué se celebra desde ahora y hasta el año de 2010, quizá más adelante. Insisto, es referente por que nos proporciona la nómina de los individuos que son definidos como próceres y héroes. Es un libro contraste, aunque no excluyente, de las reflexiones que también se practican en Zacatecas, como es la historiografía de la modernidad [GUERRA. que es la que pone base a la nueva era que funda “un hombre nuevo, una nueva sociedad y una nueva política”.] Y también la historiografía que comprende las revoluciones en América en el contexto de las mutaciones culturales que buscaban ampliar y definir la representación política en el amplio arco atlántico de la corona hispana [RODRÍGUEZ] y que se convirtió en antecedente fundacional para la Reforma y para la Revolución.
La segunda aportación está en la información intrínseca. Don Ernesto Juárez Frías anota tanto la trayectoria de las “personas ilustres” que están en la Rotonda y en el Mausoleo y las fechas en que fueron inhumados. Justo estas dataciones permiten localizar los hechos en que las autoridades establecen sus referentes históricos. En el caso de México, cito la Rotonda, expone la construcción de un monumento que contribuiría a la legitimación política del gobierno que daba mayores visos de estar institucionalizando las formas de su quehacer y de su autoridad. Estas cuestiones se pueden observar en la inclusión de Letechipía, Berriozábal, Ruelas y González Ortega. Ya luego vendrán las inclusiones de Ponce y López Velarde, en la etapa del nacionalismo mexicano.
Contribuyente a ese proceso de referencia histórica, está la definición de los individuos que son clave para expresar un discurso. En el caso de Zacatecas, cito ahora la instalación del Mausoleo, que aun cuando las calles, las plazas y las designaciones de las comunidades ya expresaban el reconocimiento de la Reforma política del siglo XIX, como su referente re/fundacional, con la instalación del monumento funerario en el cerro La Bufa, el discurso incluyó desde la Independencia, con García Salinas, la reforma liberal con Aréchiga, y la Revolución con Moya. Sin excluir la ciencia y las artes con Calderón y Vidal. Deseo destacar que la instalación del Mausoleo tiene como antecedentes las investigaciones de don Elías Amador, de Salvador Vidal y más en la investigación que se elaboró desde 1908 para conocer y saber quiénes eran los zacatecanos que participaron en la guerra por la independencia del país.
En el específico caso de Zacatecas, el Mausoleo se inscribe en una lectura del pasado que tiene caracteres propios para establecer el estatuto del héroe –su antecedente inmediato es la Revolución mexicana. Y es desde ella que se toma la emergencia del discurso que se desea expresar. Es en el marco de un espacio público de comunicación ampliado por una clase política y una opinión pública desde esa guerra civil.
Para nuestros días, y ante la vista de “las personas ilustres” que nos expone don Ernesto, cuya distinción fue hecha desde el poder, vale nuevamente interrogar: qué es un héroe, quién es un héroe, cuál es el proceso que lleva a un individuo anónimo a convertirse en alguien reconocido. Quiénes son los individuos de la comunidad donde convivimos.
La tercera pertinencia está en que este documento es también una referencia para reflexionar entorno a la educación para la ciudadanía. Porqué, en tanto nos muestra el autor quiénes fueron concebidos y colocados como las “personas ilustres” de México y de Zacatecas, nos entrega una proyección de ciudadanía pretérita. En este sentido se piensa de qué pasado hablamos: el de las conmemoraciones cívicas o el de las costumbres y el folklore. Es una cuestión para seguir reflexionando.