Por: Manuel Narváez Narváez
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Hace casi cuatro años Javier Corral exigió a Felipe Calderón respetar la independencia del partido: “Lo que Calderón tiene que hacer es dejar en paz al PAN, permitirle que tome su rumbo, su camino, que defina su propia estrategia, no debe andar jugando ya al jefe máximo del PAN, porque eso sí puede llevar a la PAN a la irrelevancia electoral”; y, lo llamó “colérico, cobarde” y que fracasó como presidente.
En ese mismo tenor, el senador siguió con sus críticas al mandatario: “(…) Muchos le dejan pasar insultos delante de la gente, porque se ha vuelto maleducado, descortés; los ofende, los calla, los ningunea y nadie le dice nada, ¿por qué? Si un principio fundamental de este partido es el respeto a la inminente dignidad humana”.
Y le remató: Espérate a que conozcas la condición humana a partir de que dejes el poder y entiendas que lo que más te ha perjudicado eres tú, tu carácter colérico al que le gana el coraje en cualquier momento.
Hace casi un año, durante la contienda interna por la presidencia nacional del PAN dijo: “que la campaña de Anaya está trazada por la corrupción, no tengan ninguna duda. Y eso lo digo con los pelos de la burra en la mano. La de Anaya es una campaña trazada por la corrupción, por la simulación y por la mentira, y se lo dije en el debate y se hizo de la vista gorda”.
Hago estas pequeñas reseñas a propósito de la presión que el candidato panista al gobierno de Chihuahua, Javier Corral Jurado, ejerce hacia el interior del Partido de la revolución Democrática, de la mano del diputado federal del sol azteca, Guadalupe Acosta Naranjo. Cabe destacar que Acosta y Corral han coincidido como legisladores federales plurinominales en por lo menos dos ocasiones y que Javier empujó una alianza PAN-PRD para el gobierno de Nayarit en 2011, siempre y cuando la encabezara Guadalupe.
A unos días de arrancar la campaña constitucional para elegir al relevo de César Duarte en el gobierno de Chihuahua, el nayarita de izquierda presiona terriblemente para que el PRD desconozca a su candidato ya registrado y apuesten sus canicas a la candidatura del senador con licencia, Javier Corral. Vaya, devolver el favor.
Este estilo poco ortodoxo de Corral para hacerse de las candidaturas y forzar alianzas extrapartidistas entona con el filo de sus palabras para tratar a sus pares de Acción Nacional. Dicen que cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerde, y ese parecer ser el caso del panista que por segunda ocasión en doce años y, de la misma manera, es decir, por imposición, contiende por el gobierno de su estado.
El problema no es si Javier ha destacado por su retórica antigobiernista que es música para los oídos de un amplio sector de la población fastidiado de los pésimos gobiernos, sino las prácticas antidemocráticas de las que se vale para arrebatar las candidaturas y las hirientes formas para dirigirse a propios y extraños.
Otro factor que debilita la candidatura de Corral es que busca a toda costa forzar una alianza con el PRD de Chihuahua, que apenas si tiene una discreta influencia en los electores locales. Esto me lleva a pensar que fiel a las poses que acostumbra, el abanderado panista quiere a toda costa una alianza fáctica, no importa que sea de oropel.
Para honrar la congruencia es necesario unir la retórica con los hechos, pero a Corral se le dificulta empatar la crudeza de sus señalamientos con la realidad. Por ejemplo, a Calderón lo tildó de colérico, cobarde y de haber fracaso como presidente y a Ricardo Anaya, presidente del CEN del PAN, lo tachó de corrupto, inclusive, dijo tener los pelos de la burra en la manos; no entiendo cómo es que hasta el día de hoy esas estridencias del debate por la dirigencia nacional se quedaron congeladas en el teatro mediático porque no existen denuncias formales ante el ministerio público, ni en los órganos internos del partido.
Si lo que pretende el candidato panista a gobernador es robustecer sus aspiraciones, debería voltear primero a las bases del partido que lo postula, pues resulta evidente que las expresiones de apoyo de sus correligionarios son escasas, baste echar un ojo a las redes sociales para constatar el reducido entusiasmo de los seguidores de su candidatura que apenas si alcanza a un puñado de militantes y a la burocracia partidista que lo hace para guardar las apariencias, y el salario.
Me parece penosos que Javier Corral se siga resistiendo a bajar entre los mortales para hacer campaña. Es tan obstinado que la humildad no forma parte de su estilo de vida, si así fuera, ofrecería disculpas públicas por las descalificaciones y denostaciones que ha repartido a diestra y siniestra a los largo de tantos años y, acompañarlas por supuesto, con la denuncia formal de los ilícitos que dice haber cometido el corrupto de Ricardo Anaya.
Espero que ahora sí, el experimentado penta legislador aproveche esta nueva oportunidad que le ofrece el PAN para demostrar congruencia. Es tiempo de que baje de la nube por la que trota y se deslinde de esa casta purísima de inquisidores intelectuales que no lo dejan convivir con los más pobres a los que les dedica esta campaña.
Es imperativo que Corral conozca de viva voz, aunque sea en dos meses de campaña, las necesidades de los chihuahuenses y las historias de terror que padecimos en los álgidos tiempos de la violencia. Esto podría serle útil, en caso de no ganar, para que en los dos años que le restan como senador, consiga recursos para el estado y alce la voz para exigir justicia en favor de los deudos de las miles de víctimas colaterales que ha cobrado el crimen organizado desde la administración del presidente fracasado de Calderón, según sus propias palabras.
P.D. La elección de Chihuahua la disputan: un cínico, dos paleros, un potentado, un desvergonzado y un divo.