En medio de la algarabía que se vive en la graduación de los egresados del Tecnológico de Tlaltenango, hay una estampa que lo dice todo: una mujer wixárika besa a su esposo, también wixárika.
La felicidad desborda en sus rostros, sus miradas los delatan.
Y es que el joven Etsiékame, cuyo nombre wixárika significa “Sembrador”, después de cinco años de sacrificios para pagar su carrera, se graduó como Ingeniero en Administración.
Él es uno de los 130 jóvenes que recibieron su título como egresado del Instituto Tecnológico Superior Zacatecas Sur (ITSZS).
A diferencia de sus compañeros que visten toga negra, él usa el traje más elegante: una camisa y un pantalón de manta, porta consigo un morral. Toda su vestimenta con finos bordados de símbolos de su cultura ancestral, la wixárika.
Etsiékame tiene 27 años y es originario de la comunidad San Sebastián Teponanahuaxtlan, ubicada en Mezquitic, en la Sierra Norte de Jalisco. Hace cinco años llegó a vivir a Tlaltenango.
Por su espíritu de superación, decidió estudiar una carrera, aunque sabía que tenía en contra algo, la falta de recursos económicos.
Siendo ya un esposo y padre de familia, emprendió la odisea de formarse como Ingeniero en Administración.
“No fue fácil. Le batallé mucho. Tenía la beca de Jóvenes Escribiendo el Futuro, pero no ajustaba, por lo que saliendo de las clases me iba al mercado a tocar la guitarra y a cantar, para ver si me daban unas monedas”, refiere mientras abraza con orgullo su título.
Y llegando a su casa, dedicaba tiempo para estudiar y para su familia, pero también para hacer pulseras, aretes, llaveros y collares de chaquira, artesanías de la cultura wixárika que vendía para obtener dinero.
Su esposa y su cuñada los acompañan en esta graduación de la generación 2018-2022.
De la mano de la mujer que lo ha besado, Etsiékame se retira de este recinto en el que hay efervescencia de felicitaciones y abrazos. Él sabe que ya no es aquel joven que en el 2018 entró a estudiar al Tecnológico de Tlaltenango, ahora es un Ingeniero en Administración con un propósito: regresar a San Sebastián Teponanahuaxtlan para aplicar sus conocimientos en beneficio sus coterráneos.
“Podemos organizarnos como comunidad y aspirar a una mejor vida, a mejores servicios públicos, a espacios para comerciar nuestros productos y reclamar un lugar para poder preservar nuestra cultura”, comenta mientras mira con cariño y toca con la mano derecha el hikuri (peyote) que está bordado en su morral.