Don Benito Juárez nació, dice la frase común, un día como hoy, pero de 1806. El bicentenario y 16 años han transcurrido.
Murió el 18 de julio de 1872, serán 150 años.
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En 66 años fue parte de las personas que fue indígena, ciudadano, elector, ligado a facciones políticas en Oaxaca y a una en México.
Se casó, estudió, litigó y dio clases. Fue un profesor y abogado.
Lo eligieron diputado y conoció el salón que está en Palacio nacional, el que está adornado con un gorro frigio como símbolo de libertad y República.
Se asegura y la tradición masónica lo admite, que fue allí donde lo iniciaron. Otras tradiciones lo iniciaron en Oaxaca. Al talante de la época tuvo el nombre de Guillermo Tell.
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Como repúblico –hombre público- fue de la generación que políticamente se congregó al pacto nuevo, la que elaboró la Constitución de 1857, la que osó consignar la libertad de conciencia, la de asociación, la de expresión… la libertad sin cortapisas.
Sin la Constitución del 57 no se entendería don Benito Juárez, tampoco las masonerías, los protestantismos y el rumbo del Estado nacional. Y al revés, sin Juárez como jefe político, no habría o sería otro el rumbo del Estado nacional, la libertad de creencias y los límites a la de expresión.
Él, cuántas veces fue caricaturizado y se toleró.
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El presidente Juárez debió convertirse, al tenor de las libertades y la División de poderes, y de la política, en un eje. Jamás en la reencarnación, nadie encarna en otro ni reencarna nada.
Fue eje simbólico y realista de la República y ejecutor del pacto político nuevo.
Eso representó parte de la madurez del Estado nacional.
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Tener en cuenta que el liberalismo facilita para que el acomodo sea de las personas, de la ciudadanía. A la masonería le corresponde, tan beneficiada y ejercente del liberalismo, ejercer con prudencia, moderación y diligencia las libertades; cuidar en el marco de la legislación, las libertades. Hacerlo frente al gobierno en un Estado. Porque el Estado no es el gobierno, éste apenas es una parte, por muy apabullante la autoridad que sea.
A veces se debe criticar y sonreír cuando hay jueces que definen quien sí y quién no es liberal. Lo importante no es autodefinirse, sino con la metafórica espada defender que las libertades legales y necesarias existen y son una razón de ser de Estado.
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De la libertad, de la igualdad y la tolerancia provenimos, mínimo debemos establecer y sostener los marcos legales de su ejercicio.
Hay un punto más que es dable reflexionar en el liberalismo de la época en que Juárez era reconocido o desconocido como líder: la tolerancia.
La tolerancia tiene su origen en la secularización; es parte del derecho de cada persona a actuar según su conciencia.
Debemos, hasta límites éticos, ejercer la tolerancia. Cuando se debe, ejercer la opinión necesaria.
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En momentos de polarización, de calificación, procurar dejar actuar, dejar pasar, dejar creer todo en el marco de la ley –Seguridad y Libertad; Igualdad y Libertad-, hoy como referente la Constitución de 1917 y los Tratados Internacionales.
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Las masonerías tienen un referente histórico, cívico, político y jurídico, es don Benito Juárez.
Cada entidad tiene un contemporáneo. En Zacatecas fue Jesús González Ortega, que tanto fue compañero de lucha en defensa de la Constitución de 1857, como adversario en la política sucesoria. ¡Ah cómo batallaron Juárez y González Ortega!
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No olvidar: El Estado somos todos, el gobierno y sus hombres pueden ser liberales, pero no son ellos los que definen quién está en el grupo, en la ley y en el actuar liberal. Porque la ciudadanía es liberal.
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Agradezco la plaza para hablar en este solemne acto que es tan caro y valioso. Es una oportunidad para que se fije una opinión.
He dicho.
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Palabras pronunciadas en el acto cívico organizado por la Leal y Perseverante Logia Simbólica Benito Juárez, de la Gran Logia Jesús González Ortega del estado de Zacatecas.