¿Oh, y ahora quién podrá defendernos?, Invocábamos con cierta diversión para sortear alguna situación complicada, y remembrando al mítico personaje del chapulín colorado.
Hoy en día los únicos chapulines de dos patas que la gozan son los diputados y senadores que viven de brincar entre cámaras legislativas. Y coloradas están las calles del estado de tanta sangre que corre.
La democracia mexicana le ha traído a Chihuahua más penas que glorias. Parece que estamos destinados a repetir los mismos errores históricos que dieron excusas a la revolución mexicana. Vaya, ni las revueltas de los años sesentas, ni las movilizaciones sociales ochenteras para exigir respeto al voto significan un atisbo de vergüenza para los que gobiernan desde entonces.
Lo explico. El brutal repunte de la violencia en todas las regiones del estado nos colocan de nueva cuenta entre las entidades más violentas del país y confirman el fracaso de las estrategias implementadas en los últimos dos sexenios, uno del PAN y el otro del PRI.
En estos últimos doce años dio lo mismo que el ejecutivo federal lo detentara uno y el estatal el otro. Para el caso es la misma, ya que la mezquindad de ambos solo reconfiguró la percepción de la violencia.
Sobre el particular, la histórica ciudad Juárez ha sido una de las metrópolis que han pagado el precio más alto por esas fallidas estrategias, además del abandono y desdén de los gobiernos federales y estatales, de uno y otro bando.
Ahora, con la expectativa de una visión diferente del próximo gobierno federal, sinceramente no veo un cambio radical para bien. La confusa propuesta para pacificar ciudades como esta frontera solo añade incertidumbre y allana el camino a más confrontación política entre los diversos órdenes de gobierno, si consideramos el pleito por la alcaldía juarense.
El hecho de que en esta frontera hayan iniciado lo foros por la pacificación del país bajo el principio de “perdón sin olvido”, fue un mal presagio para las intenciones del presidente electo y el posible secretario de seguridad pública, sobre la materia, ya que avivó las discrepancias enraizadas entre López Obrador y Javier Corral.
A contrapelo de Andrés Manuel que busca experimentar con el amor, el perdón y los abrazos para disminuir la violencia; Corral insiste en el castigo y relanza el cliché: “ni perdón, ni olvido”. Aunque perdido entre la aplicación de la ley y la venganza, el gobernador no está dispuesto a convalidar una estrategia distinta a la que tiene preconcebida.
Bajo la lógica de quien le apuesta a la vitrina de los trofeos y solo tiene amor por las mascotas, es prácticamente imposible que sustente en la congruencia la contrabandera del pacifismo, a menos que esté dispuesto a reivindicar a las víctimas y deudos de los feminicidios de los 90s y castigue a los responsables de las negligencias en la integración de los expedientes, que a la postre impidieron capturar y castigar a los feminicidas. Eso sí que es tener valor.
No obstante la importancia que representa para Chihuahua, para México y para la frontera con Texas, ciudad Juárez parece encaminarse a un punto muerto ante las disputa de los cárteles que más daño le hacen, los de la grilla.
Por un lado, el presidente electo no tiene claro cómo va a disminuir los índices de violencia derivados de delitos del fuero federal, porque no basta con duplicar el salario mínimo, bajar el IVA y reducir el impuesto sobre la renta, y sí es muy probable que aumente la migración, en consecuencia, mayor será el atractivo para la delincuencia organizada.
Por su lado, el gobierno del estado es un verdadero desastre. Sin lana, más endeudado, sin capacidad para contrarrestar los delitos del fuero común, sin obra que detone el desarrollo y genere circulante lícito, sin credibilidad para hacer equipo con la alcaldía y la presidencia de la república, y sin interés por reconocer sus yerros para enderezar el camino, la frontera más fabulosa de México puede ser un cocktail explosivo para el hartazgo.
Para acabarla de amolar, la incertidumbre que ha generado quién será el próximo alcalde de la ciudad más grande del estado, solo aumenta la desconfianza de los electores sobre las autoridades electorales. Da igual quien se quede al frente de la comuna, pues los dos pendencieros que la disputan fueron paridos en el mismo cubil. Pero lo que ya calienta y resulta insoportable es que azules, rojos, guindas y morados quieran sacarle provecho a la escaramuza.
Miren señores de la patria desordenada y los hijos de la consigna, Ciudad Juárez es poderosa gracias a su gente chambeadora. Allá la raza le pone al camello de lo lindo. No importa si vieron el primer amanecer en este valle bravo, lo que vale es que a pesar de ustedes y la mentada democracia ha salido adelante. Y esta no vez no será la excepción. Narváez