Marco Antonio Flores Zavala
La batalla concluyó. Se enfrentaron el Ejército federal, como defensor de la plaza; como atacantes los constitucionalistas (División del Norte —por sus fueros— y División del Centro —por órdenes del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista—).
*
Van dos días desde la toma de la ciudad de Zacatecas.
La borrachera de los triunfadores sigue. Los residentes están entre la sorpresa (cuánta barbarie), los duelos (los difuntos y lo extraviado), el enojo (¿esto es la Revolución?), el miedo (cuánto daño más falta), la hipocresía (invitar a los militares triunfantes) y tal.
*
Hay cuadrillas descombrando el edificio federal —el otrora símbolo del republicanismo vs iturbidismo, la sede de la aduana, el lugar de los yorkinos y tal…, sucumbió por la detonación de la reserva de la pólvora.
Aunque no ignoremos la especulación literaria, es una finca adjunta al banco de Zacatecas y la casa de los millonarios de la región, los García García…—
*
La destrucción del edificio significó la caída de una ciudad que tenía millonarios, aristocracia, una pujante clase media letrada, descendientes de monárquicos y republicanos.
*
El obispo Miguel de la Mora se fue antes de la batalla. Eso no significa que Dios haya dejado la ciudad. No, no. Simplemente debió escapar de las hordas y depredaciones villistas.
*
Felipe Ángeles escribió en su diario, del día 25 de junio:
Sobre mi “Turena” [caballo nombrado así, por un mariscal francés], que saltaba deliciosamente los muros y las anchas zanjas, fui a rogar al general Villa que me diera cuatro brigadas de caballería para ir a tomar Aguascalientes.
—Le voy a dar siete, mi general [dice el general Villa].
Y dio las órdenes a los jefes de ellas; y yo di la mía de marcha para el día siguiente. Gozosísimo me frotaba las manos; el domingo entraríamos seguramente en Aguascalientes.
Pero la suerte dispuso las cosas de otro modo.
Nuestro jefe [Francisco Villa] se había desvelado pensando en la situación de la División del Norte [por la pugna con Venustiano Carranza].
Confiados en que, como nosotros, todos los demás guerreros constitucionalistas no tendrían más afán que marchar hacia el sur, sobre México, nos íbamos yendo muy adelante. Pero no teníamos municiones sino para dos grandes batallas; por Ciudad Juárez no podíamos introducir municiones, ni nuestros amigos las dejaban pasar por Tampico, ni sacar carbón por Monclova.
El licenciado Miguel Alessio Robles, enviado del Cuerpo de Ejército del Noreste, para iniciar pláticas con nosotros, se había informado de que nuestra actitud era enteramente de armonía, que si nosotros desobedecimos la orden para que el general Villa dejara el mando de la División del Norte, se debió a que esa orden traería, como consecuencia, males incalculables para la causa y para la patria, que estábamos en la obligación de evitar: que no teníamos más deseo que marchar rápidamente hacia México, y que invitábamos al Cuerpo del Noreste a marchar desde luego sobre San Luis Potosí.
Esa invitación fue contestada al mismo licenciado Alessio Robles desatentamente.
Y después del pacto de Torreón, y cuando nos apercibimos de la trascendencia de la batalla de Zacatecas, pensamos: nuestros amigos pueden entrar fácilmente en la capital de la República; si acaso es necesaria nuestra ayuda en el combate, marcharemos hacia el sur; pero mientras tanto, vale más regresar al norte y alejar la posibilidad de una nueva crisis, tan fácil de provocar.
Imagen:
La hecatombe del edificio federal, también lo fue de una residencia vecina. El boquete del edificio es hacia la residencia de la familia García García.