Por Jacobo Cruz
Se puso en duda la visita del embajador de Estados Unidos, Kenneth Lee Salazar, pero finalmente estuvo aquí el 3 de septiembre, vino a pasearse a Zacatecas acompañado por los Monreal: uno de ellos Senador de la república, el segundo Gobernador del estado y el otro Presidente Municipal de Fresnillo.
La inseguridad azota a todo el estado, pero los focos rojos se localizan en el corredor Fresnillo, Calera, Zacatecas y Guadalupe, situación que provocó que el Gobierno de Estados Unidos emitiera el pasado 17 de agosto una alerta para que sus ciudadanos no viajen a la entidad, condición que empeoró hace unos días, cuando con espanto algunos zacatecanos nos enteramos, pero otros vieron y padecieron la quema de vehículos y el bloqueo de carreteras.
Tras la llegada del embajador se cerraron varias calles de la capital para que el diplomático estadounidense disfrutara de las maravillas que conserva la ciudad, admirara la bufa y después fuera a Plateros, Fresnillo, “La tierra de la fe y los milagros”, para visitar al Santo Niño de Atocha, de quien son devotos los gobernantes en turno por la 4t.
La visita se dio con la participación de un círculo muy cerrado de zacatecanos. Se vio a los funcionarios muy sonrientes mostrando solo lo que a ellos conviene, el Zacatecas bonito que han sostenido en el discurso oficial pero ocultando el otro estado, el del resto de mortales que tienen que salir a trabajar sin saber si volverán a casa con su familia.
Las cifras son de espanto. De acuerdo con las más recientes estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en Zacatecas se registran desde el inicio del 2022 hasta el mes de julio, tres mil 669 víctimas de algún delito. En lo referente a homicidios el reporte es de mil 9 víctimas, 760 son homicidios dolosos.
El día 3 por la tarde, la Embajada de Estados Unidos en México publicó un mensaje del funcionario en donde se reiteraba que “La seguridad compartida es tarea de todos” y para alcanzarla, “Es necesario fomentar el diálogo continuo y el trabajo coordinado con todos los sectores a nivel estatal porque cada uno de ellos conoce la situación y quiere ser parte de la solución”, pero sin retirar la advertencia sobre el riesgo que se corre en la entidad por el clima de violencia.
Apenas se está olvidando la visita del güero Ken y se acerca la fecha en que el presidente de México vuelva para replantear las estrategias y recobrar la paz. Estará en el estado el día viernes 9 de septiembre, pese a lo cual existe poca esperanza de que las cosas cambien, aunque es el anhelo de la población: tener paz, seguridad y trabajo.
Tal vez mi opinión suene demasiado pesimista, lo cierto es que ya se conoce el acto protocolario, lo conocimos el 25 de noviembre, día en que de forma conjunta la Cuarta Transformación y su media hermana la Nueva Gobernanza, dieron a conocer el Plan Zacatecas II, lo que no ha resuelto el complejo problema.
Lo nuevo es que el itinerario será por los municipios serranos de Zacatecas que colindan con Nayarit y Jalisco, pero de allí a que las cosas cambien estamos muy lejos pues el presidente AMLO como el embajador Ken vienen de paso, declaran buenas intenciones, colaboración, se toman las fotos y se van.
Seguramente será la mesa de seguridad con autoridades locales y luego la conferencia matutina, tal vez se anuncie la llegada de más elementos de la Guardia Nacional, y que nadie se sorprenda que culpe de todos los males de México, Zacatecas y la galaxia a la mala fe de los enemigos del progreso, a la corrupción y a las organizaciones sociales.
Muchos han olvidado el fraude que se hizo al hospital de Fresnillo al que no le entregan el premio de la rifa del avión presidencial por 20 mdp., que no hay recursos para la presa de Milpillas, que no llegó dinero para construir las autopista a Aguascalientes o de Guadalajara; que la red carretera está en las peores condiciones porque todo lo concentra en lo que deja políticamente, lo demás no importa.
Así que no esperemos mucho de él, según la lógica transformadora, los zacatecanos debemos conformarnos con las ayudas a través de los programas del bienestar, pues con eso tenemos para resolver todos los problemas que se nos atraviesen y callar ante todos los errores y abusos que comete el mandatario confiado en su popularidad, pero conduciendo al país a un futuro incierto con la complacencia de los beneficiados que tal vez algún día se arrepientan.