La apuesta del PAN, continuismo de la decadencia

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wpid-logo-direcciones-195x110.jpgPor Andrés Vera Díaz

El respaldo de Ricardo Anaya a nivel nacional y de Arturo López de Lara en Zacatecas, hacia el cuñado (y es que la relación familiar, aunado a la política de corrupción característica de la familia), de Miguel Alonso, deja en duda que el panismo sea una verdadera opción de cambio, no es corresponsable de esa tremenda farsa del Sistema Anticorrupción.

La ideología elitista que practican en esencia los azules, proyectada hasta en el tono de la voz con ese acento blofero, no marca ninguna tendencia a que la entidad salga del caótico proceso destructivo que ha emprendido la administración priista. Ningún cambio significativo se ha visto con las presidencias municipales encabezadas por el PAN – soslayada únicamente por Viramontes en Jerez en términos de desarrollo; así como también soportada en el Congreso por Mario Cervantes- deja en duda la capacidad operativa de un partido político que apuesta en candidatas que apenas comienzan a conocer la realidad en la capital, a no haber votado por más endeudamiento, pero que a final de cuentas, aprobó anteriores.

Apoyar sin argumentos jurídicos y menospreciarlos, como hizo el tenue dirigente estatal, en relación a que “Pedro de León es el candidato”, sólo reafirma los intereses cupulares y personalísimos de una coalición desgastada por las propias presidencias de los partidos.

“Hackeos” dudosos de cuentas bancarias, ojocalentenses dejados irónicamente a los designios de Dios (por aquello de la predominancia católica y la doble moral), no alcanzan a soportar la necesidad de la gente de tener y ver, más que de creer. Esto no es cuestión de fe, es cuestión de hechos. Fe sin obras es fe muerta, poniendo el contexto de su pensamiento “conservador y religioso”.

Recordemos que desde que el PAN comenzó a llegar al poder en la década de 1990, en ayuntamientos y algunos estados de la República, se evidenció, con prácticas como el nepotismo y los manejos irregulares de los recursos públicos, la voracidad y falta de escrúpulos de los persignados panistas.

En los territorios gobernados por la derecha se hicieron patentes, por un lado, las tendencias confesionales de los panistas, su santurronería y su rechazo del Estado laico, y por el otro, su falta de escrúpulos y límites para beneficiarse del poder.

Lo anterior es natural, pues aunque casi todos los políticos tienden a ser manipuladores y a sacar partido de los demás, los panistas suelen llegar al poder sin compromiso alguno con ideales de justicia social o con sectores populares, sino sólo con el objetivo de enriquecerse (como si el gobierno fuera un negocio privado) y de beneficiar a su amada jerarquía religiosa.

Por eso, en los territorios donde el PAN llegó al poder, se reproducían siempre los mismos esquemas: Nepotismo, tráfico de influencias, dispendio de los recursos públicos en beneficio de los propios gobernantes o de sus allegados, abrumadora publicidad oficialista basada en el autoelogio y el alarde de los supuestos logros del gobierno, (recuérdese a Fox y Calderón), etcétera.

En todas partes era lo mismo: (salvo honrosas excepciones), los panistas persignados y voraces se sirven abusivamente del erario, a la vez que desdeñaban las necesidades de los sectores populares y procuran minar las bases de la seguridad social, ¿o me equivoco alcalde de Ojocaliente?.

Además, en el Congreso, el tenor es el mismo, se preguntan suplentes como se negociarían en su momento las ternas de magistrados del tribunal superior, es decir, “cuánto por mi voto”. Esta forma de corrupción, no es tapada con idas a misa y formas de vestir conservadoras, subiendo fotos familiares y alegando pulcridad ideológica.

¿Cómo entonces, pretenden hacer creer al electorado de que su propuesta es la fidedigna y legítima?, apoyando esquiroles que fueron en su momento, los operadores políticos de un presidente abrumado por los escándalos de corrupción como Peña Nieto, y apostando al continuismo de la decadencia zacatecana, en donde los negocios familiares fueron el sello del sexenio.

No se deje confundir por sonrisas o saludos amables, por autos espectaculares o activos políticos discursivos pero poco aplicables.

Cuando transparenten sus recursos, los sueldos elevados en el Comité Directivo Estatal, cuando legisladores federales realmente vengan al estado y se preocupen por la población, cuando se inicien procesos de expulsión y rendición de cuentas de alcaldes ojocalentenses insidiosos y cuando dejen los atavíos ostentosos, tal vez y únicamente tal vez, se conviertan en opción. (http://www.periometro.com/info/la-apuesta-del-pan-continuismo-de-la-decadencia/)

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