LA BURGUESÍA BUROCRÁTICA RECORTA BECAS

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Por: Manuel Narváez Narváez

Email: mnarvaez2008@hotmail.com

Recorte al talento y desempeño de los estudiantes más dedicados del país. La mediocre administración y cínica  de Enrique Peña Nieto elevó a 10 el promedio para otorgar becas a los universitarios (anteriormente era de nuevemanuel), lo que reduce considerablemente el número de matriculados que obtenían este beneficio.

Como consecuencia de la pérdida de ingresos del gobierno de la república, “por la inestabilidad global externa”, se excusan; por segundo año consecutivo el poder ejecutivo reducirá el paquete presupuestal, pegándole a varios rubros pero ostensiblemente a los que menos tienen, los destinatarios de los discursos de campañas políticas.

En el caso particular, miles de estudiantes universitarios dejarán de recibir becas por su desempeño académicos, lo que afectará en la adquisición de material didáctico, libros y subsistencia. Anteriormente, los gobiernos estatales redujeron a menos de la mitad las becas a estudiantes de nivel medio superior con promedios de 10, para ampliar el padrón de beneficiarios con promedio de 8.

Pagan estudiantes y los marginados los privilegios de unos cuantos. Se acordarán que el año pasado, a propósito de las elecciones federales intermedias para renovar la obesa cámara de diputados, Ricardo Anaya (“Babe altanero”), regente del PAN, desplegó una campaña mediática para exigir aumento al salario mínimo la cual encontró eco en la burguesía partidista que inmediatamente abanderó el reclamo, adueñándose la propuesta el centro del debate,

Resulta que como siempre sucede, la mitómana clase política mexicana se olvidó de la promesa, aprovechándose de la flaca memoria que tiene una gran parte de los mexicanos. No obstante de los terribles recortes al presupuesto de egresos de este y el próximo año, que afectan directa e invariablemente a la clase obrera y al campo y a los estudiantes, la élite política de México mantiene intocable los privilegios y prebendas que se pagan a través de la nómina burocrática. Aquí sí existe unanimidad cómplice y silente de los virreyes y regentes partidistas.

La crisis no afecta la coraza de impunidad de la oligarquía mexa. Blindados ante los recortes presupuestales, el gabinete presidencial, los gabinetes estatales; la suprema corte de justicia de la nación, incluida la judicatura federal; el congreso de la unión (cámara de diputados y senadores); los congresos locales y el constituyente de la CDMX, así como todos los integrantes de los poderes judiciales en los estados, no se ven afectados en los voluptuosos ingresos que se pagan. Ni los países más industrializados del orbe y los pertenecientes a la OCDE los tienen.

Con el ahorro por la reducción a los ingresos netos de esa burguesía burocrática no sería tan pronunciado el recorte al presupuesto y las becas a estudiantes en vez de reducirlas, se ampliarían a muchos más.

Todos los que reciben pastel callan, aun así los votamos. Mucha culpa tenemos la mayoría que en cada elección, federal o local, acudimos a las urnas a votar por el menos peor, porque con tal de castigar a la rata depredadora en turno, reciclamos a la oposición en boga aunque ésta nos haya hecho lo mismo añitos atrás.

A ver si en el 2018 recuperamos la memoria y los mandamos a chingar a su madre; ups, perdón por lo de memoria. En el México de la burguesía partidista no existe el código de la ética ni la honestidad. A pesar de esto, es imperativo orillar a los candidatos presidenciales a suscribir un acuerdo nacional y público que garantice desde el primer día de gobierno, reducir a la mitad todos los ingresos netos de los tres poderes de la unión;  de los tres órdenes de gobierno; de las rémoras  ciudadanizadas, descentralizadas y desconcentradas y, de las prerrogativas a los partidos políticos, para cerrarle el grifo al vulgar atraco a las arcas nacionales y locales vía crimen institucional. De no cumplir, dejar el cargo a los seis meses y que se convoquen a nuevas elecciones.

Hagamos que el voto cuente porque cuenta mucho. Un par de buenos amigos a quienes les platiqué previamente de esta colaboración, me dijeron que era prácticamente imposible que alguien suscriba un acuerdo de esa naturaleza. En todo caso el beneficiario sería el PRI.

Yo no lo veo así, por el contrario, debemos arriesgarnos a romper el círculo vicioso. Los sondeos actuales proyectan una competencia cerrada entre Margarita Zavala y AMLO; más rezagado MOCHO. Si condicionamos acudir a las urnas a cambio de suscribir el acuerdo antes explicado, suponiendo que ningún candidato presidencial estaría dispuesto a terminar con el vulgar atraco a las arcas públicas, el escenario favorecería al PRI, pero si la dama y el candidato permanente sí están dispuestos a demostrar en los hechos que podemos confiar en cualquiera de los dos, entonces hagamos resonancia de ellos en las urnas.

La retórica y la demagogia prevalecen en la partidocracia. El presidente de México, senadores, diputados (federales y  locales), ministros de la suprema corte de justicia, consejeros electorales, el TEPJF, la judicatura federal, los organismos descentralizados, desconcentrados y autónomos pero que reciben dinero público, gobernadores, ediles, regidores, institutos de transparencia, los tribunales de justicia y las dirigencias partidistas; todos, absolutamente todos, sin excepción, conforman una élite de nuevos burgueses y aristócratas a la mexicana, gracias a los adiposos emolumentos y privilegios que se asignan, que compiten con las monarquías y las tiranías distribuidas en todo el globo terráqueo.

Esta historia la he vivido por más de 40 años. Desde que tengo uso de razón, la historia se repite: la paga por “servir” al pueblo es muy jugosa, mucho mejor de lo que paga la iniciativa privada. Tengo una formación humanista y he transitado fugazmente por la izquierda; siempre considerando que el peor enemigo de México es el PRI, sin embargo, en esta nueva transición que estoy viendo en Chihuahua, me queda claro que los cambios han resultado en lo mismo o peor.

Yo estoy convencido que una de las medidas más urgentes que debemos tomar los mexicanos es la de condicionar el acudir a las urnas en el 2018 salvo el compromiso por escrito y público de abandonar el cargo a los seis meses de iniciada la gestión, si no se ha cumplido con la reducción de por lo menos a la mitad de los ingresos que reciben actualmente los interfectos. De no ser así, me resulta exactamente igual quien releve en el cargo a Peña, porque los que seguirán pagando los recortes presupuestales serán los marginados, el campo, los obreros y los estudiantes de escasos recursos, mientras que la burguesía burocrática seguirá viendo a la administración pública como el  empleo mejor pagado del mundo. Es cuanto.

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