El músico polifacético Nick Cave llegó a mi vida a través de la canción “The kindess of strangers” que se incluye en el álbum de 1996 Murder ballads. La historia de la pobre Mary Bellow, una joven que viajó a ver el océano para encontrarse asimisma y terminó asesinada, me impactó no sólo por la trama sino por la voz grave que la cantaba: Nick Cave y su banda The Bad Seeds.
A partir de esa mañana gris, la recuerdo, la historia de Mary Bellow y la voz del australiano se quedaron grabadas en mi mente tanto que quise saber más de él. En la red las referencias no iban más allá de un recuento de su carrera como músico, los géneros en los que ha incursionado, su trabajo musical para el cine, su incursión en la actuación y su quehacer como escritor. Esta última faceta también me llamó la atención y grande fue la sorpresa cuando hace apenas unos meses la editorial Sexto Piso anunció la traducción y publicación del último trabajo literario de Nick Cave, La canción de la bolsa para el mareo.
Aprovechando un gira realizada con su banda The Bad Seeds por 22 ciudades de América del Norte, específicamente de Canadá y Estados Unidos, Nick Cave escribió, sobre bolsas para el mareo que proveen las aerolíneas, impresiones, sueños, alucinaciones, recuerdos y canciones que le inspiraron cada lugar que visitó. Así La canción de la bolsa para el mareo (Sexto Piso 2015) se convierte en una bitácora de viaje, pero también en un libro de poesía, un libro de relatos, un diario, pero sobre todo, en una lluvia de vómito imaginario.
A través de las letras que entre ciudad y ciudad escribió Nick Cave podemos acceder a su universo creativo, a su mundo más personal, a sus recuerdos, temores y obsesiones. Las anécdotas y los sueños se mueven en aviones, autocares y reposan en hoteles lujosos.
Para Cave la canción de la bolsa para el mareo es “una canción de amor larga y a cámara lenta” y Norteamérica se extiendió ante él como el vertedero perfecto para componerla.
El cineasta y dramaturgo estadounidense Neil Labute señaló que “Cave escribe novelas igual que escribe sus letras, con trazos de sangre, azufre y relámpagos. Golpea mente y corazón y es capaz de hacer que sus lectores se arrodillen”. Esta descripción de la escritura de Cave hecha por el nacido en Detroit no podría ser más precisa, y en cada uno de los días de la gira realizada entre los meses de julio y agosto de 2014 que componen La canción de la bolsa para el mareo se observa lo dicho.
“Oigo la sangre caliente de mi cuello cortado que impregna la autopista mientras llamo a casa y no tú no contestas” reza Cave en una de las páginas del libro. Y es que allende al testimonio que puede ser La canción de la bolsa para el mareo, la ventana a su creatividad y el conocimiento de su respeto por la música y la creación (en la que influyen las nueve musas), se esconde una curiosa desesperación y frustración porque al parecer durante la gira, su mujer, a quien le dedica el libro, no le contestaba el “puto teléfono”.
Cuando le pregunté a un buen amigo qué le había parecido el libro, me contestó que estaba bien pero que era un texto para aquellos fans die hard del australiano o en sus palabras “para los que se la maman”. Yo no lo soy, pero cada que escucho canciones como “The kindess of strangers” y “Henry Lee”, y después de haber leído La canción de la bolsa para el mareo, creo que me voy encaminando hacia ese lugar.
Así es que coincidiendo con mi buen amigo, considero que el libro no es idóneo para aquellos que jamás hayan escuchado su nombre, recomendaría mejor escuchar su música y luego sumergirse en esta bolsa para el mareo donde irán descubriendo a ese enigmático personaje que es Nick Cave.