Durante la segunda visita de Juan Pablo II a México, en 1990, a su llegada al aeropuerto de Zacatecas, un niño le pidió que lo curara de la enfermedad que padecía; el niño recobró la salud y el suceso llenó de orgullo a la familia, amigos y conocidos.
En el 2009, el cineasta egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) José Valle comenzó a trabajar en un documental sobre este caso, y realizó la película El milagro del Papa que ahora se estrenará en la Cineteca Nacional del Conaculta.
“En principio –detalló José Luis Valle- no quise hacer una película de denuncia, mucho menos resaltar el supuesto milagro del Papa, pues mi postura es laica, sino contar la historia de Herón, quien ahora vive con su novia en una pequeña casa, vende chorizo en el mercado y aún tiene que vivir las consecuencias del suceso.
“Desde el inicio, me planteé documentar esta parte de su historia, porque me parece que su caso sintetiza lo que ocurre en el estado de Zacatecas y en el país, pues se ha ido dos veces de mojado, tiene pocas oportunidades para superarse y debe trabajar mucho para sobrevivir el día a día”.
Uno de los resultados que más gustan al realizador es el hecho de haber encontrado a un personaje atractivo y con cierto carisma que ve con una sonrisa lo que el pasa, algo que podría ser una verdadera tragedia.
Por ello, durante el proceso de filmación y postproducción, José Luis Valle decidió seguir más sus instintos que los conocimientos recientemente adquiridos en la escuela, pues el academicismo al que estaba acostumbrado no le daba el resultado que quería.
“Desde luego que fue algo obvio comenzar a trabajar de esa manera, es lo que te enseñan en la escuela, desarrollar un marco adecuado, elegir la técnica que corresponde, en fin, pero todo es teoría; luego descubrí con agrado que siguiendo mi propio esquema de trabajo se contaba mejor esta historia.
“Lo que el público va a ver en este documental es cómo yo mismo fui encontrando al personaje central, desde que lo hallé en una noticia de periódico, hasta el primer encuentro que tuvimos en su casa, en Zacatecas; en el trayecto aparecen personas que lo conocieron cuando tenía cinco años y lo intentan describir, luego llegamos a verlo a él en persona, algo que puede ser una desilusión, pero sobre todo es divertido”, relata José Luis Valle.
Ese es otro aspecto que el cineasta no se había propuesto en principio, pero la personalidad de Herón lo llevó a también ver las cosas con una sonrisa, de tal forma que el documental se convierte en una experiencia divertida.
“Por ejemplo, en una entrevista con la familia, le preguntamos cómo había sido el momento en que el Papa lo tocó y se curó, él respondió que había sentido ‘una especie de corriente eléctrica’; pero luego, ya sin su familia, le volvimos a preguntar y nos dijo: ‘¡no sentí ni madres! Pero ya olvídate de eso, mejor ven, vámonos de fiesta”.
De esta manera se hace también evidente que su familia asumió el hecho del presunto milagro, un tema que José Luis Valle no cuestiona, sino que simplemente muestra.
“Cuando me acerqué a él la primera ocasión me dijo que ya no le interesaba hablar de eso, de hecho pensó que era para una televisora y que de nuevo iban a querer hacer negocio con su historia, pero le expliqué que se trataba de otra cosa, de presentarlo a él 20 años después.
“Así fue como accedió y las cosas fueron tomando su lugar de manera natural, pues las personas que lo rodean no son tan sinceras como él, para su familia el supuesto milagro representó una manera de salir de pobres, para los medios una noticia a explotar y para sus conocidos, una oportunidad de salir en la tele; pero para él es algo que lo dejó marcado para toda su vida”.
Sin que esto represente una tragedia para Herón, el documental lo presenta en su forma más sincera y sin complicaciones, “como él es en verdad y por eso se convierte en una síntesis de lo que ocurre en su estado y en buena parte del país”.
El milagro del Papa se ha exhibido en la Semana de la Crítica del 62 Festival Internacional de Cine de Locarno, en el Festival Internacional de Cine de Monterrey y fue ganador del Premio de la Federación de Escuelas de Imagen y Sonido de Iberoamérica (FEISAL) en el XXIV Festival Internacional de Cine de Guadalajara.
La película forma parte de las cintas cuyos derechos han sido adquiridos por la Cineteca Nacional para su exhibición. “No me interesa el circo mediático, aunque hay que reconocer que como en el caso de Presunto culpable, se creó mayor interés por el documental. Para mí sería suficiente que la gente lo recomiende de propia voz, eso sería un gran logro, porque quiere decir que sí provocó algo en el espectador”.