En plena vorágine de los destapes presidenciales, en un hecho irracional e injustificable, a 185 años de su fundación, la Universidad Autónoma de Zacatecas experimenta una de las peores crisis de su historia, sólo explicada por la ausencia de políticas de Estado en materia de educación superior y a la insensatez de no dimensionar el valor real que tiene la “Máxima Casa de Estudios” como pilar y alma que mueve la prosperidad del pueblo.
En el resto del mundo, las naciones se transforman al ritmo y desde la perspectiva de las universidades públicas en el contexto actual de la sociedad del conocimiento.
En México y en Zacatecas, en cambio, sucede lo contrario, en un absurdo que se convierte en un crimen, porque atenta en contra del futuro de miles y millones de jóvenes.
Si de señalar culpables de la crisis de la Universidad se trata, existen muchos: la sociedad insensible, los docentes inescrupulosos, los investigadores soberbios, los trabajadores incumplidos, las mafias académicas, los caudillos ilustrados, tal vez los padres de familia, pero sobre todo el Estado/Gobierno que no ha hecho lo propio para acompañar la transformación de esta noble institución.
En 50 años de historia contemporánea, de 1968 a la fecha, la Universidad vive ahora una crisis sin precedentes e inédita. Nada comparable con el registrado asalto de la derecha conservadora de los años setentas, al traumático y ejemplar ajuste integral que vivió la UAZ en los ochenta con Don Guadalupe Cervantes, al saneamiento inducido por Genaro Borrego o al rescate propiciado por Amalia García que condujo a la hipoteca y venta de innumerables edificios patrimoniales de la “Máxima Casa de Estudios”.
Es tiempo de detener el proceso de degradación de esta nobilísima y prestigiada Universidad, para devolverle el papel que siempre ha jugado de ser la institución civilizatoria más importante de la entidad.
Entre más se tarde el rescate integral de la Universidad, más sinuoso será el camino de Zacatecas hacia el progreso.
EL FRACASO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR:
Si por las cifras oficiales nos guiamos, diríamos entonces que la educación superior registra un monumental fracaso, porque en la actualidad sólo se atiende en el país al 36 por ciento de la población potencial en edad de cursar una licenciatura. En Zacatecas estamos en cobertura por debajo de la media nacional.
El subsistema de enseñanza terciaria en México está mal diseñado de origen: de 3 mil 800 universidades existentes, cerca de mil 200 son públicas y el resto privadas, de las cuales sólo 103 de ellas pertenecen a la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior (FIMPES). Es decir, las que se someten a estándares de acreditación.
El resto, casi 2 ml 600 instituciones en el país son “Universidades Patito”, cuya proliferación alentada por la corrupción oficial se presta a motivar el fenómeno de la mercantilización, en manos de mercenarios académicos.
Este hecho reseña que en nuestro país no hay políticas de Estado en materia de educación superior, cuando en el mundo desarrollado las Universidades son el centro de atención, porque de eso depende la producción de conocimiento y tecnología de frontera.
LAS UNIVERSIDADES Y LA SUCESIÓN.
En este escenario de coyuntura política, quien pretenda con legitimidad llegar en el 2018 a la presidencia de México, tendrá que privilegiar las políticas para la transformación de las Universidades Públicas, porque de eso depende el futuro de la Nación.
En Zacatecas, si queremos una sociedad con un gobierno educador, se debe concretar, con inteligencia y sensibilidad, el rescate de la Universidad Pública. Sin ello, lo demás será un fracaso.