Si me pidieran escribir la historia de mis dientes, seguramente el resultado sería una novela corta de terror psicológico y una que otra anécdota divertida. Mis dientes han sido mi pesadilla, mi eterno sufrimiento, mi dolor de cabeza.
La historia de mis dientes (Sexto Piso 2013) de la talentosísima joven escritora Valeria Luiselli (México 1984) no va por ahí, es más bien una novela muy divertida que pone en cuatro capítulos los avatares de la condición humana con una pizca de humor muy intelectual y fino.
La novelita de apenas 156 páginas cuenta la historia de Gustavo Sánchez Sánchez mejor conocido como “Carretera”. Un peculiar habitante del Estado de México que sabe imitar a Janis Joplin, contar hasta ocho en japonés y parar un huevo de gallina en una mesa.
Pero la verdadera afición y el talento de Carretera se centra en que es el mejor cantador de subastas existente, ya que es creador del invento revolucionario el “Método de las alegóricas”, en el cual más que subastar objetos se cuentan las historias que les dan valor y significado.
Pero antes de ser un gran subastador, Carretera fue antes un vigilante de una fábrica de jugos hasta que el ataque de pánico de una compañera cambió su vida. A partir de ese momento, el subastador tendrá que enfrentar el rencor de un hijo abandonado, las tranzas de un cura para salvar su iglesia y realizar a manera de gran performance final, la subasta alegórica conocida como “La historia de mis Gustavos personales”.
Valeria Luiselli escribió una historia rara pero muy divertida e inteligente. Cuenta con humor la vida de Gustavo Sánchez y de sus dientes los cuales le han creado un estigma por feos, sin embargo tras su éxito como subastador obtendrá, asegura él, los de Marylin Monroe que le darán más prestigio.
Luiselli aprovecha la historia para dialogar con un sinfín de escritores y grandes intelectuales que han filosofado sobre la vida, sobre la existencia del hombre. Pero lo hace dentro del tono humorístico de la obra lo que es verdaderamente plausible, poniendo a Sartre y Joyce, entre otros, como tíos del personaje central.
Relata Carretera “Creo que me volví a quedar dormido, pensando en eso que decía mi tío más pesimista, James Sánchez Joyce, de que la historia es una pesadilla de la cual nos estamos siempre tratando de despertar”
Luiselli aprovecha en cada página para ensayar sobre las pasiones de la vida, sobre la condición de la existencia humana lo que convierte a la novela en un texto cargado de inteligencia y destaca a su narradora como una de las voces, según los críticos, más originales de las nuevas generaciones de las letras mexicanas.
Pero Luiselli no solamente se divierte poniendo a los grandes pensadores como personajes mexicanos de apellido Sánchez, sino que juega también con sus amigos, colegas y grandes personalidades de la escritura a quienes pone en papeles de personas comunes, de actividades cotidianas. Así pues desfilan por las páginas de La historia de mis dientes Julio Cortázar como el vecino que abandonó un sillón verde en la calla (el del cuento La continuidad de los parques), pero también aparece Rubén Darío quien tiene un puesto de periódicos, Alfonso Reyes quien trabaja en la fábrica de jugos, Juan Villoro, Luigui Amara, Julián Herbert, Emiliano Monge y no podría faltar el esposo de Luiselli, el escritor Álvaro Enrigue, por mencionar a algunos que aparecen quizá en una actividad que jamás se imaginaron hacer y que la autora en un ejercicio lúdico o un guiño de camaradería los ficciona para acrecentar el humor de la novela.
Si bien la segunda parte, desde mi punto de vista, se cae un poco, La historia de mis dientes es una novela interesante e inteligente que vale la pena darle una leída para reír y aprender a la vez, y también porque Valeria Luiselli se ha ido posicionando como una de las plumas más talentosas de la literatura mexicana.