El desarrollo de la gastronomía novohispana no solo transformó la dieta de los pueblos mesoamericanos, sino que también jugó un papel crucial en la formación de alianzas estratégicas en los ámbitos político y económico, cimentando las bases de una nueva sociedad. Este tema fue abordado por el profesor Pablo Lacoste de la Universidad de Santiago de Chile en la conferencia «Geografía de la fruta en Chile y Cuyo (1700-1850)», transmitida por el canal de YouTube de la Coordinación Nacional de Antropología como parte del Seminario Permanente Internacional de Cocinas.
Lacoste destacó que la dieta mediterránea de los europeos influyó en la incorporación de nuevos alimentos en los cultivos mesoamericanos, dando origen a la gastronomía novohispana. Entre los alimentos introducidos en Chile y Cuyo se encuentran la nuez, almendra, naranja, manzana, pera, higo y membrillo, además de plantas como el olivo y la vid, esenciales para la repostería y la producción vinícola.
El modelo económico colonial, basado en plantaciones de azúcar, café, tabaco, algodón y cacao, dependía de la mano de obra esclava proveniente de África, con aproximadamente 11 millones de esclavos trasladados a América. Este sistema fue crucial para la acumulación de capital que impulsó la Revolución Industrial en Europa. No obstante, en regiones como Chile y Perú, la introducción de frutales permitió el desarrollo de horticultura y viticultura, actividades que requerían mano de obra calificada y promovían la integración social y la pequeña propiedad.
La gastronomía novohispana también influyó en la economía a través de la exportación de vinos y frutas locales desde Mendoza a Buenos Aires, y promovió una visión ecológica y sustentable del uso de recursos. La repostería chilena, en particular, es un legado de las monjas clarisas, quienes elaboraron postres con almendras y frutas para ganar autonomía política.
A pesar de la invasión española, Lacoste concluyó que es importante reconocer el legado positivo de la creación de una sociedad mestiza, cuyas tradiciones culinarias ahora forman parte del patrimonio cultural de Latinoamérica.