Así las cosas, es de afirmar que existen multitud de afinidades, constitutivas de cabezas de puente en el diálogo incesante del quehacer político; un catálogo que no presente ser exhaustivo, sino sólo enunciativo, podría integrarse a partir de los siguientes temas: La identidad por lo que hace al humanismo como sustento de la labor política; la democracia, entendida como un sistema o forma de vida; el trabajo, entendido como una oportunidad para la realización del ser humano y un medio para la satisfacción de sus necesidades, y no como mercancía y con ascendencia sobre el capital; la condena tajante a la discriminación y desigualdad de oportunidades por razones de sexo, edad o cualquier otra; la equidad de género como un imperativo social inaplazable; la necesidad de reformar el marco jurídico en las relaciones de los órganos del Estado; fortalecimiento de los poderes Legislativo y Judicial, entre otros muchos temas.
Pues bien, sobre estos y otros tópicos, hay una larga historia de debates entre el PAN y el PRD; diez años, como mínimo, de encuentros y desencuentros: “Desde 1994, intermitentes han sido los esfuerzos por tender puentes entre el PAN y el PRD para apurar la transición política. Las dos principales fuerzas políticas habían participado en el Acuerdo Nacional celebrado en Los Pinos el 27 de enero de 1995, y firmado por el presidente Zedillo como testigo.
Por esas fechas, José Agustín Ortiz Pinchetti y Santiago Creel Miranda llamaron a representantes del PAN, del PRD y del gobierno federal a participar en un seminario en el Castillo de Chapultepec. Allí, durante casi siete meses, panistas y perredistas encabezados entonces por Carlos Castillo Peraza y Porfirio Muñoz Ledo, llegaron a acuerdos sobre la reforma electoral. Más tarde se incorporarían dirigentes del PRI.
En agosto de 1995, las dirigencias nacionales del PAN y del PRD presentaron una propuesta de reforma electoral conjunta.
Luego vinieron negociaciones formales entre las dirigencias de los partidos y las autoridades federales en la llamada Mesa de Barcelona, que persiguió la construcción de una iniciativa de ley consensuada y validada por todas las fuerzas. […]
También han encontrado [el PAN y el PRD] forma en los talleres latinoamericanos de reflexión política organizados desde 1996 por Roberto Mangabeira y Jorge G. Castañeda, donde además de iniciar la construcción de un modelo económico ‘alternativo’ al neoliberal, se ha examinado la construcción de alianzas entre partidos de centro-izquierda y centro-derecha, que estrictamente no serían sólo electorales, sino cimentadas en tareas de reconstrucción nacional”.1
Días atrás, apenas este domingo 4 de junio, por lo menos en dos casos, Nayarit2 y Veracruz,3 la alianza electoral entre ambos funcionó de maravilla; la lección que el Estado de México (Edomex) y Coahuila nos dejan es motivo de otro análisis; por lo pronto, lo que debe quedar en claro es que estas dos opciones, identificadas con la centro-derecha y la centro-izquierda, respectivamente, deben platearse, en serio, el FAO para el 2018, con un PRI que se desploma, como Edomex lo prueba, y ante el riesgo, plausible, que entraña un demagogo y un retrógrada como Andrés Manuel López Obrador, es en el PAN y en el PRD, juntos, donde debe empezar a brillar la lucecita al final del túnel.
Se ha dicho, sin razón, que el PRI y el PAN ya demostraron su fracaso y que, quizá, es tiempo de brindarle la oportunidad al tabasqueño; es un error. Los fracasos estrepitosos de ambos partidos no pueden servir para justificar abrirle la puerta a un hombre que concibe la política y la dirección de un país como un asunto de caudillismos trasnochados. Andrej Manuel no tiene estrategia ni proyecto de Nación; detrás de su candidatura, están sólo su deseo exacerbado y un puñado de vivales y trinqueteros que están viendo cómo regresan a hacer de las suyas y nada más.
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Podría considerarse que lo anterior constituye un exceso, de cara a la forma en que se solían ventilar este tipo de asuntos en los sótanos del Poder Judicial …
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Luis Villegas Montes.
luvimo6608@gmail.com, luvimo66
[1] Con información de la columna “Masiosare”, suscrita por Alberto Aguirre, con el título: “El coqueteo, Interminable. Las alianzas: magros resultados”, publicada el 26 de abril de 1998.
2 Nota suscrita por Lidia Arista y Berenice Ayala con el título: “Habrá alternancia en Nayarit; triunfa Alianza PAN-PRD”, publicada el 5 de junio de 2017 por el periódico El Economista.
3 Nota suscrita por Lourdes López y Vanessa Alemán con el título: “PAN-PRD, con la mayor tajada; elecciones en Veracruz”, publicada el 5 de junio de 2017 por el periódicoExcélsior.
México. 1999. Pág. 59.