LA IDENTIDAD EN EL DERECHO

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justicia

Por: Iván Martínez

En la modernidad el Derecho funciona como elemento legitimador del poder. En ese momento el derecho protege la libertad como un elemento indispensable para el desarrollo de las fuerzas productivas.

Con ello el derecho es un elemento que no sólo da fortaleza y legitimidad a las instituciones publicas y privadas. Además, es estructura y estructuración de controles de saberes.

Es con la posmodernidad cuando surgen nuevas formas de aproximación a la realidad. Si para la modernidad la realidad es única y parte de grandes construcciones ideológicas, en la posmodernidad la realidad esta constituida por contextos.

Son precisamente esos contextos los puntos de ruptura entre los sistemas sociales compartidos por los sujetos sociales como valores que en la actualidad están siendo trastocados por las instituciones y los actores sociales.

Podemos argumentar que nos encontramos ante una disrupción entre la ley, su interpretación, su alcance y su sentido. ¿Qué implica esto? El derecho mueve su eje como elemento legitimador de las ideologías de las instituciones para convertirse en elemento legitimador de las identidades. Esto es, el poder de la recuperación de las reivindicaciones que pasan de las necesidades de clase para el reconocimiento de las necesidades del libre ejercicio del libre desarrollo de la personalidad.

Hablar del libre desarrollo de la personalidad implica el reconocimiento de una libertad que requería apellido. La libertad esta hecha para la persona y tiene como limites a la misma persona. El sujeto, como fin y no como medio, es prueba de ello. La libertad para el desarrollo de la personalidad da cuenta del reconocimiento de la identidad de los actores sociales. La identidad, más allá de ser parte de una autodefinición se transforma en la construcción de un mundo de vida.

Así el Derecho se convierte en recolector de narrativas y no de discursos. Esto es, el derecho se abre para entender la realidad, más allá del mundo de las instituciones publicas y sus requerimientos de existencia y control, para comprender las necesidades de actores sociales que se enfrentan, por medio del control de saberes con dichas instituciones. Si bien es cierto aquellas cuentan con discursos e ideologías estos se arman con narrativas e identidades.

De esta manera, el Derecho y en particular las cortes de ultima instancia estructuran sistemas jurídicos que fueron modelados para la protección de conjuntos éticos en pos de sistemas que reconocen, vía la libertad, la diversidad de configuraciones de la realidad.

La pregunta es: ¿El Derecho, como conjunto de leyes, debe ser agente de cambio desde abajo hasta arriba?

 

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