Al historiador mexicano Luis González y González no le gustaba leer literatura de ficción porque aseguraba que la historia tenía mucho mejores cosas que contar que superaban toda invención. Y quizá tenía razón, sin embargo ante la imposibilidad de muchos historiadores de transmitir esos hechos fascinantes de una manera hilarante y divertida, los escritores han abordado esas historias para convertirlas en muy buenas novelas.
La historia de “la maleta mexicana” es tan fascinante que ya se había demorado en novelarla. Muchos aficionados a la fotografía no nos explicábamos cómo una cajas con miles de negativos que contenían tomas de la Guerra Civil de España, y tomadas por Robert Capa, David Chim Seymour y Gerda Taro vinieron a parar a una domicilio particular de la ciudad de México y fueron descubiertas 70 años después de haber sido capturadas.
Pues Guillermo Chao (Veracruz 1946) nos los explica en una buena novela histórica recién salidita de la imprenta: La maleta mexicana (Planeta, 2015). El autor, periodista de profesión aunque ya con algunas novelas publicadas, siguió a través de la prensa los acontecimientos que giraron en torno a las peripecias de estas cajas con negativos de los fotógrafos mencionados, pero también echó mano de bibliografía sobre otros personajes que coexistieron en esa etapa álgida del siglo XX cuando se perdieron los negativos, la Segunda Guerra Mundial y la ocupación Nazi del territorio francés.
Así es que lector, en esta novela usted encontrará como personajes además de los fotógrafos Capa, Seymour, Taro, Bresson, Imre Weisz, a los surrealistas Max Ernst, Leonora Carrington, Breton, Dalí, al poeta mexicano Renato Leduc, quien brilla magníficamente en la novela, y al diplomático, también mexicano, Francisco Javier Aguilar González, parte imprescindible para entender la historia de la maleta mexicana.
Guillermo Chao entrelaza muy bien las historias personales de cada individuo para contarnos el viaje imprevisto de las cajas con más de cuatro mil negativos inéditos que vino a parar a México. Brinda un universo contextual riquísimo. Viajamos a través de su historia de Francia a Portugal, Nueva York para finalizar en México, donde nos retrata una ciudad aún con aires de provincia donde convivieron las grandes mentes europeas que salieron huyendo del viejo continente ante los embates del nacismo.
Para los amantes de la fotografía, como yo, es valiosa por sus aportaciones biográficas de esa gran generación de fotoperiodistas que cubrieron los grandes conflictos bélicos de la historia del siglo XX antes de formar la agencia fotográfica Magnum. De ellos Guillermo Chao dice:
“Todos eran jóvenes, talentosos y políglotas, simpatizantes de la izquierda y con deseos de transformar el mundo, pero para eso antes había que cambiar algunas cosas…Lo primero que cambiaron fue sus nombres por considerar que eran poco comerciales para el éxito profesional que se habían impuesto. David Chim Szyim se llamó a partir de entonces David Seymour, Gerta Pohorylle cambió el suyo por Gerda Taro; Endre Friedmann adoptó el de Robert Capa, que se suponía que era un legendario y enigmático fotoperiodista americano de quien Taro era su representante y agente comercial. A Weisz todo aquello le pareció una chifladura y concluyó que el único sensato de los cuatro era Cartier-Bresson, quien, como él, seguiría llamándose como siempre se había llamado”
Y para los amantes de la novela histórica podrán encontrar en La maleta mexicana el reflejo de una época intensa de ese convulso siglo XX, y sobre todo vidas de personajes interesantes que compartieron no sólo la persecución de las tropas hitlerianas, sino también el talento de mostrar al mundo el arte desde cada una de las trincheras. Pero también podrán encontrar un pasaje de la historia de México no muy abordado por los investigadores, la corrupción y los líos diplomáticos en los que el país se vio envuelto por las ambiciones de varios de los embajadores mexicanos en diferentes partes del orbe.
La maleta mexicana es una buena novela histórica. Recomendable.