Por Gabriel Contreras Velázquez
Las conclusiones de la pasada reunión del Consejo Nacional de Morena advierten un solo escenario: las diferencias de sus facciones políticas (informales pero innegables, y prohibidas estatutariamente) se dirimirán mediáticamente y otra parte en los órganos jurisdiccionales, tanto al interior del partido en una primera etapa, como posteriormente en los tribunales.
Se disputa el control secundario del “movimiento-partido”, pues la dirigencia obedece y obedecerá siempre a la figura de su líder único. No hay posibilidades de reconciliación, ni mucho menos de acuerdos de unidad, y como suele suceder en la vida partidista, las decisiones de los comités ejecutivos nacionales terminarán por regir las directrices de la organización interna.
Legalmente Yeidckol Polevnsky Gurwitz mantendrá el gobierno del Movimiento de Regeneración Nacional hasta el próximo 20 de noviembre, cuando la renovación de la dirigencia nacional dé paso a nuevos perfiles. Su control será indiscutible hasta el último minuto, y ya advierte el inicio de las pugnas jurídicas rumbo a su sucesión.
Por la mecánica política que permea en el Gobierno Federal como en el mismo partido, donde las órdenes de Palacio Nacional se acatan, es previsible que llegue al relevo Bertha Luján Uranga, ex Contralora General del Distrito Federal durante la administración de Andrés Manuel López Obrador, y madre de Luisa María Alcalde Luján, actual secretaria de Trabajo y Previsión Social.
Pero no es en este pronóstico factible donde la correlación de fuerzas despliega todo su atractivo. Los intercambios jurídicos -sin mucho futuro- entre las partes, intentarán disputar las condiciones en que Citlali Ibáñez Camacho haga entrega del partido. No obstante, lo único que ha hecho Yeidckol Polevsnky es mantener los consensos a los que arribaron en Morena después del triunfo del 1 de julio del 2018.
Una vez reelecta por un periodo provisional al frente del CEN del partido, como acuerdo del quinto Congreso Nacional Extraordinario del partido el 19 de agosto de ese año, la secretaria general en funciones de presidenta aprovechó su interinato para blindar al movimiento de “infiltrados”, “sabandijas” y “traidores”. Fue ahí donde la tlaxcalteca inauguró la “depuración” del partido.
Ese día dijo a Noticieros Televisa que como resultado del Congreso se aprobaba “que en este momento no vayamos a elecciones y que las pospongamos un año porque cuando vieron que Morena tenía mucho éxito y ganaba muchas elecciones, de repente se empezaron a afiliar propios y extraños, gente que no sabíamos quién era, entonces paramos las afiliaciones hasta tener, básicamente revisado y controlado cómo vamos a afiliar para que no se nos anden colando”.
En el Movimiento de Regeneración Nacional dieron total respaldo a las declaraciones de la presidenta interina, pues todos concordaban en que el partido se convertiría pronto en una plataforma saturada de aspirantes fugados de otros institutos políticos -como lo ha demostrado ser en alguna ocasiones. La decisión también obedeció a que iniciaba el reparto de espacios en la administración pública y había que cerrar las llaves a los “intrusos”.
Salvo la presentación de media de docena de impugnaciones a las reformas estatutarias aprobadas en el quinto Congreso Nacional Extraordinario, la militancia de Morena estuvo de acuerdo en su totalidad con el cierre de los procesos de afiliación en agosto del 2018. Además, las seis impugnaciones no tuvieron resonancia entre las autoridades electorales que refrendaron en todo momento la libre autodeterminación del partido, con marcada preferencia también hacia la libre configuración que decidiera en todo momento su Comité Ejecutivo Nacional.
¿Qué los hizo cambiar de opinión? La ruptura abierta entre facciones políticas por la repartición de candidaturas para las elecciones locales de este 2019. Una batalla en la que, como ya quedó demostrado, los grupos en rebeldía no hicieron mella alguna en la opinión y los veredictos de Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, los rebeldes estrenarán una nueva capitulación en poco tiempo, pues la presidenta del Consejo Nacional, Bertha Luján confirmó, una vez concluida la asamblea que rondó las 5 horas de encuentro, que ese órgano de dirección cerró las puertas, definitivamente, a cualquier proceso de afiliación de aquí al Congreso Nacional ordinario del próximo 20 de noviembre.
“No queremos afiliación corporativa” fue la sentencia de la próxima candidata a dirigir el partido en el gobierno, en su mensaje a los medios de comunicación el pasado domingo. Lo mismo para los casos en que el partido se reservará “el derecho de admisión frente aquella gente que ha traicionado al pueblo o que ha traicionado a la democracia”.
Esto significa que el sistema electoral de Morena, en las próximas elecciones internas, obstruirá el paso a la participación de simpatizantes que hasta antes de las precampañas 2018 no contaran con afiliación y credencialización. La renovación de dirigencias estatales nuevamente recae en manos de la nomenklatura, y el camino al cambio de estafeta en el Comité Ejecutivo Nacional quedará libre para el círculo más cercano del presidente.
#Coincidencias: Las decisiones del Consejo Nacional tendrán implicaciones particulares en Zacatecas, pues la renovación de la dirigencia no favorecerá a la estructura monrealista enclavada en la Delegación de Programas para el Desarrollo.
Por default, Simón Pedro de León Mojarro (entonces candidato independiente al Senado), Cuauhtémoc Calderón Galván (excandidato por el PVEM a la capital), Javier Reyes Romo, Natividad Rayas Ochoa, y los advenedizos a Morena después de la elección de julio del 2018, están impedidos a participar en la vida interna de ese partido.
Tendrán que esperar unos meses más para asistir a un nuevo proceso de afiliación, si es que logran pasar los filtros de la dirigencia nacional. De nada les servirá los nombramientos provisionales que insisten en pedir a David Monreal Ávila para hacer proselitismo en su nombre, dentro de los municipios del estado.
Claro, si es que el Coordinador Nacional de Ganadería les concede un deseo que desde hace tiempo ha preferido aplazar. Sin certidumbre, los no afiliados insisten en “operar” para David, mientras que el Coordinador busca el momento propicio para deshacerse de ellos.
Así se dejaron ver este fin de semana en una reunión “de simpatizantes de Monreal” en el municipio de Sombrerete, con la finalidad de “ponerse de acuerdo” hacia la renovación de comités municipales y estatal de Morena.
En bandeja de plata otorgaron las pruebas de cómo simpatizantes no afiliados al partido pierden el tiempo en eventos de carácter informal. Ni David Monreal, ni algunos de ellos son militantes afiliados de Morena. Y en caso de que lo fueran, Ricardo Monreal no dejará en sus manos la organización interna. ¿No lo saben o todavía no les queda claro?
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