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El presidente casi saliente y su partido, el PRI, están dispuestos a vender carísima la derrota.
Aprovechándose de las intercampañas, término tan fanfarrón como la incertidumbre que genera, el poder ejecutivo federal por conducto de su brazo político, la PGR, le asesta soberano descontón al aspirante presidencial de la alianza Por México al frente, Ricardo Anaya Cortés.
Según versiones de la procuraduría general de la república, el todavía precandidato, lo es hasta en tano el INE no la apruebe; Anaya es investigado por presunto lavado de dinero. A través de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), el gobierno de Peña Nieto mete una dura zancadilla a las aspiraciones del panista.
El queretano se defiende y puntualiza que las acusaciones son estrictamente de carácter electoral, por lo que acudió a las instalaciones dela PGR para entregar un escrito con su versión de los hechos y desmarcarse. Por su parte, la SEIDO revira que invitó al interfecto a declarar pero que éste se negó a hacerlo.
Dentro del contexto electoral que vivimos es ingenuo pensar que las supuestas investigaciones son ajenas a los tiempos electorales. Desde que las elecciones en este país son más competidas, el poder ejecutivo federal echa mano de sus tentáculos para acalambrar y derribar de las alturas a sus adversarios. El que no se acuerde que le pregunte a Fox por qué quería desaforar al entonces jefe de gobierno dela ciudad de México, Andrés Manuel López obrador.
Yo no sé si Ricardo Anaya sea responsable de lo que se le imputa, de hecho no le creo a él, ni a la PGR, ni a nadie del six pack que busca relevar a Peña en los pinos. Sin embargo, cierto es que desde hace meses, mucho antes de que se hiciera de la candidatura al interior de su partido, ya era del dominio público el vertiginoso aumento del patrimonio de su familia política, presuntamente a expensas de las influencias de Anaya como funcionario de Querétaro.
Tampoco hay que darle mucho crédito a todo lo que se dice de él. Es imposible separar lo electoral de la andanada de señalamientos que buscan posicionarlo como un corrupto, precisamente para tumbarle la bandera que ondea contra el principal cáncer que carcome a México.
Yo no le creo a la PGR cuando asegura que desde octubre existe una carpeta de investigación por los delitos que se le imputan al abanderado del frente. Con los perros rabiosos que el poder ejecutivo federal tiene para perseguir e intimidar a los contribuyentes y a sus enemigos políticos, nadie creería que ésa es una investigación seria.
Sin lugar a dudas la madriza que le están acomodando a Ricardo Anaya es porque se afianza en el segundo lugar de la competencia por la presidencia de la república. Lo saben en los pinos y en la casa de campaña del abanderado priísta, José Antonio Meade, el frentista se les pela y si no lo detienen ahora, difícilmente podrán negociar algo en el último mes de campaña.
Vale la pena acotar que la disputa por el segundo lugar ha sido encarnizada. Anaya se ha dejado caer la greña para acusar al PRI y al gobierno de corruptos, lo que sin duda ha permeado en la opinión pública, así se refleja en las encuestas que colocan a Meade en un rezagado tercer lugar.
Ahora bien, este enfrentamiento entre el PRI-gobierno y Anaya no desbarata la presunción de que un par de semanas antes de la elección, en el recuento de las hostilidades y de quien se halle en segundo lugar, los gobernadores afines al tercer lugar movilicen sus huestes para reforzar las posibilidades del segundón y darle la batalla final al que, según los sondeos, puntea en las preferencias. Todos saben quién. En esta perversa tómbola estarían participando los gobiernos de Veracruz, Puebla, Edomex, Querétaro, Oaxaca y CDMX.
En tanto llegue el momento de retomar las campañas el 29 de marzo, es un hecho que Peña, la PGR y el PRI van a darle hasta para llevar al aspirante presidencial frentista. Tienen poco más de un mes para emparejar los cartones; por lo pronto un artículo del Financial Times, periódico de origen británico, señala que Anaya se estancó la semana pasada por las acusaciones de lavado de dinero.
Honestamente me parece absurda la óptica de quien escribe el artículo, o lo que algunos diarios de la CDMX transcriben, porque fueron los últimos días de la semana cuando se intensificó el bombardeo al precandidato frentista, y el cruce del escrito y el revire apenas fue el fin de semana, lo que me lleva a suponer que está escrito para favorecer a Meade.
Al final de cuentas estamos en el intermedio de las elecciones presidenciales, donde todo puede ocurrir y nada pasar. Lo que sí es que vamos a tener las campañas más puercas en la historia de este país, no lo digo yo, sino el actuar del policía federal (PGR), el desdén del árbitro electoral y la suciedad que circula por las cañerías de las redes sociales.
P.D. Lo bueno de todo esto es que los gobernadores no echan mano de sus fiscalías o procuradurías para perseguir o golpear a quienes piensan diferentes de ellos.