La politización del caso Florence Cassez. Por Wendy Dinora Huerta

Florence Cassez
Share on FacebookTweet about this on TwitterShare on Google+Pin on PinterestShare on TumblrShare on LinkedInEmail this to someone
Florence Cassez
Florence Cassez

En un asunto político y mediático se ha transformado el caso de la francesa Florence Cassez, quien purga una condena en México de 60 años por su participación en la delincuencia organizada y el delito de secuestro, y  el cual ante la insistencia, que ha caído en lo absurdo, del mandatario galo Nicolas Sarkozy para la extradición de su compatriota,  ha afectado otras esferas como las relaciones diplomáticas y la cultura.

No se puede soslayar el hecho de que el proceso contra Cassez se contaminó con una errática estrategia mediática  al presentar “en vivo” su detención, junto a integrantes de la banda Los Zodiacos,  en noticieros de Televisa y Tv Azteca, el 9 de diciembre de 2005, para luego dar a conocer que el arresto ocurrió un día antes y se trató de un montaje.

Sin duda eso da lugar a muchas inconsistencias y suspicacias, y hasta deja resquicios a la defensa de Cassez. Pero lo que sí es un exceso es la postura arrogante de Nicolas Sarkozy quien de una solicitud para la extradición de su compatriota pasó a asumir una defensa a ultranza, al grado de generar un conflicto inusual entre las autoridades de dos países que hasta hace poco sostenían una buena relación.

Estos alardes del presidente francés, lo exhiben más como un necio y soberbio que como un hombre de Estado, y su cerrazón ha provocado las críticas de  opositores y hasta de integrantes de su propio partido, mientras que el gobierno mexicano logró el respaldo de las diversas fuerzas políticas para mantener la negativa a la extradición. Incluso generó un cierto sentimiento nacionalista cuyo fondo está en el miedo y la impotencia de los mexicanos ante el flagelo en que se ha convertido el secuestro.  

Y en medio de todo eso, franceses y mexicanos, hemos caído en la inercia de un conflicto alentado desde el poder para hacer una tormenta en un  vaso de agua. Por lo pronto la presión ya creó polémica en otros terrenos como  la negativa del gobierno federal a participar en el denominado Año de México en Francia, en la que se tenían previstas numerosas muestras culturales,  la salida abrupta del embajador  Carlos de Icaza del recinto legislativo francés cuando el caso Cassez fue mencionado en tribuna y la sobreexposición mediática en ambos países.

Es conocido que la popularidad del presidente francés no es la ideal y su actitud más que generarle simpatías ha dividido a la opinión pública de su país. Al mismo tiempo afecta su imagen a nivel internacional pues exhibe un comportamiento descortés y ofensivo contrario a la tradicional diplomacia francesa más relacionada con la tolerancia y el diálogo.

El gobierno mexicano ha salido mejor librado porque ha mantenido la culpabilidad de Florence Cassez y evitado su extradición, que implicaría la posibilidad de la reducción de su sentencia en cárceles francesas. Pero este respaldo popular, se debe también como ya mencionábamos, a que el secuestro es una de las principales actividades delictivas en México y afecta a las familias de pequeños comerciantes, profesionistas, trabajadores, empresarios y hasta hermanos, padres e hijos de narcotraficantes.

Todos los días, los mexicanos viven con el temor del secuestro de un familiar, y para quienes lo han padecido conllevan serias consecuencias  físicas, emocionales y económicas, pues implican maltratos, mutilaciones, muerte y pérdida del patrimonio familiar.

No es extraño pues que la indignación prevalezca en los mexicanos ante la presión del gobierno francés para la extradición de una persona acusada y sentenciada por secuestro. Y por consecuencia, esto  fortalece al poder político de nuestro país en medio de una denostada estrategia contra el crimen organizado. 

Por esto, tanto en Francia como en México, el caso es más político que un problema humanitario, como pretenden los galos, o de justicia, como se pretende aquí. De ahí que al final, resulten más convenientes para este país los berrinches de Sarkozy.

Deja un comentario