La reina de México

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La princesa que perdió la razón y vivió el dolor del luto

Por Marco A. Flores Zavala

Notas sobre:

60 años de soledad. La vida de Carlota después del imperio mexicano, 1867-1927, de Gustavo Vázquez-Lozano. México: Grijalbo, 2019.

60 años de soledad. La vida de Carlota después del imperio mexicano, 1867-1927 atiende varios temas: la vida privada de una gobernante de México (fue regente del Imperio. La única gobernante en la historia moderna de México); las consecuencias jurídicas y políticas de un matrimonio (qué ocurre cuándo hay contrato matrimonial y sucede el fallecimiento de un contrayente); el estado mental de una persona y las formas de tratamiento en el siglo XIX; el rol de una mujer en la política de uno o varios Estados.

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El libro no es una apología, es el resultado de una investigación sobre la regenta de México, de los aciagos años de la Reforma-Intervención francesa-Imperio.

La información proviene de la prensa europea, de la norteamericana, algo de la mexicana, de historiografía vieja y reciente, de documentación privada de quienes rodeaban a Carlota (médicos, servidumbre, administrador de bienes). El libro está formado por tres partes: Antes y durante su estadía en México; el andar diplomático para conseguir recursos que sostuvieran al Imperio mexicano; y los extensos 60 años de soledad.

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Bullet: “Carlota pasó de un cuento de Hadas a un infierno… La emperatriz volvió a ser princesa. Después de que su marido fuera fusilado en el cerro de Las Campanas, la consentida –la enamorada- se convirtió en una paria de las monarquías europeas y pasó sesenta años en la locura [Cuarta de forros].”

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Gustavo Vázquez Lozano, el autor, es un escritor dedicado a la escritura creativa; sus publicaciones no están propiamente inscritas en los campos de la historia y las historiografías, sí en ensayo y cuento, por algunos de los cuales ha recibido premios en concursos literarios.

60 años de soledad se propone como una biografía completa sobre la princesa de Bélgica, la archiduquesa del imperio Austro-Húngaro, la emperatriz consorte-regente de México, la viuda que no perdió su condición política de princesa vinculada a otras casas reales europeas.

Frente a la literatura que imaginó prisiones y extrema locura (Fernando del Paso: Noticias del Imperio; y, Rodolfo Usigli: Corona de sombras); y para hacer puntos de confirmación (Egon Cesar Corti y Konrad Ratz) y contrapuntos a la narrativa que proyecta la tragedia de una pareja que ambicionó un imperio en América o los relatos sobre el fracaso de un proyecto de nación con forma de gobierno deseado o no en México (Cfr. Erika Pani: El Segundo Imperio. Pasado de usos múltiples).

60 años de soledad. La vida de Carlota después del imperio mexicano, 1867-1927 da cuenta de una mujer presa en las casas reales de Austria y Bélgica; de una enferma mental que escribió y tuvo delirios de persecución; y una novedad: el manejo de la herencia y bienes propios –el autor se lanza con una línea: el dinero de Carlota fue usado para las aventuras genocidas, colonizadoras y crueles del rey Leopoldo de Bélgica en el Congo-.

En el transcurrir del relato, Vázquez-Lozano detalla señas de distinción política: los protocolos en las familias reales, los vestuarios, las cortes que deben y pueden asistir a los “reales” personajes, la debida nota de los gastos.

En lo que toca a la enfermedad, los “alienistas” encontraron síntomas de “megalomanía, orgullo excesivo, un desproporcionado sentimiento de superioridad, intolerancia ante cualquier crítica y referencias a Maximiliano como ‘soberano del universo’”.

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No sobra apuntar que retrata a una mujer leyendo La santa historia de la Biblia de Victor Duruy –ministro de educación de Napoleón III- y La democracia en América de Alexis de Tocqueville. “Leía vorazmente, aunque sus médicos tenían cuidado de separar los periódicos que trajeran noticias sobre México que pudieran provocarle una nueva crisis”.

Manifiesta la locura, hay episodios que sorprenden: escribió para un oscuro personaje como enamorada y también como hombre –transmutó su personalidad, cual Orlando de Wolf-.

El escritor, que alguna vez fue director editorial del Instituto Cultural de Aguascalientes, concluye: “Durante muchos años antes de ese momento de liberación (refiere la muerte), la gente aseguró que Carlota llevaba encerrada en contra de su voluntad. Sobre ella se plasmaron leyendas, deseos, frustraciones y hasta la devoción de la gente, especialmente después de su muerte. Pero los testimonios de los médicos son inequívocos: aunque tenía periodos de luminosidad, las tinieblas de su cabeza fueron más espesas que los esporádicos claros de Sol”.

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