La renovación de Morena, una historia conocida

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Por Jacobo Cruz

Es la hora que el Partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) no ha podido renovar su dirigencia estatal, primero fue por causa de la pandemia lo que impidió que se pudieran reunir ni llamar a votaciones de sus militantes, pero también por la pugna de los grupos a su interior de los que se consideran históricos (que controlan la dirigencia con Fernando Arteaga) y los advenedizos (quienes van por arrebatársela a los primeros), escenario muy complicado debido a que ahora existen otros intereses que impondrán su poder e influencia en el proceso, donde tampoco se descarta la imposición cupular.  

                Y es que unos y otros dicen que tienen derechos, pero esta es una historia ya contada donde se prevé el mapacheo, acarreo de votantes, voto corporativo, condicionamiento de programas y hasta amenazas. Recordemos que el 13 de octubre de 2020 en algunas entidades como Jalisco y Zacatecas los servidores de la nación protagonizaron bochornosos actos que acabaron en sillazos y donde incluso se asomaron pistolas para demostrar que no estaban dispuestos a aceptar la derrota para hacerse del control del instituto y disfrutar de las mieles del poder, así el concepto de democracia que tiene el partido del presidente de México.

                Y el proceso que se avecina será el más importante del partido guinda pues significa que el grupo que logre la directiva local y nacional tendrá en sus manos todos los recursos económicos, materiales, de personal y logística para impulsar al candidato presidencial que suceda en el puesto a Andrés Manuel López Obrador, quien desde luego ya ha adelantado quien puede alzarse con su bendición para extender su mandato en el próximo sexenio.

                Lo que sucede con Morena y los demás partidos es de importancia pública ya que su existencia y financiamiento económico se logra con dinero de todos los mexicanos, esto se justifica porque en caso de que sus candidatos logren el apoyo popular a través del voto en las urnas, que luego asumirán el cargo para impulsar acciones en favor de las mayorías; es decir esto se debe traducir en beneficios sociales para toda la población hayan votado o no por el personaje en cuestión.

                Así es como se entiende la asunción al poder de la nación por parte de López Obrador una vez que convenció a los mexicanos de votar por él, pero a casi cuatro años, la pobreza, la corrupción, la inseguridad y la marginación siguen presentes. Estos flagelos sólo han terminado en el discurso oficial a pesar de que se erogan millones de pesos en los programas sociales que calman temporalmente necesidades de las familias beneficiadas, pero a cambio se han eliminado otras asignaturas e instituciones para canalizarlo todo a las “ayudas”, que hasta el momento han resultado en beneficio para Morena.

                Ya estamos a tan solo año y medio de que Morena defina a su candidato presidencial de 2024 y  los «presidenciables» andan en abierta campaña de promoción con recursos del erario sin que haya alguien que les ponga un alto, (porque eso de respetar la ley tampoco es su fuerte), mientras crecen las disputas internas por ser el elegido, quien llegado el momento recibirá todo el apoyo oficial, mientras tanto la pelea intestina por los 3500 cargos dejará sus damnificados.

                Así es como vemos que Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal se han lanzado por la silla presidencial invirtiendo fuertes cantidades de recursos en publicidad y aprovechando todos los foros a su alcance para promoverse, pero al mismo tiempo callan por conveniencia ante los despropósitos del mandatario que sigue con la polarización del pueblo de México.

                El presidente no cambiará su forma de gobierno y seguirá con las  imposiciones de acuerdo a su visión unipersonal y desarrollando políticas contrarias a los intereses de los mexicanos en temas como la crisis por la pandemia, el alza de precios, el abandono del campo, la estrategia de seguridad y destinando fuertes cantidades de dinero en los proyectos que reditúan beneficios a sus familiares y allegados chocando con el propósito de acabar con la corrupción.

                ¿Y dónde están los líderes críticos y pensantes de Morena? ¿Quién será el hombre capaz de convencer al necio presidente que comete errores y abusos de poder?

                En Morena no se dan cuenta o no les interesa aceptar que en tan poco tiempo están terminando con este experimento que aceptaron los mexicanos de buena fe, pero con la 4T se están perdiendo las conquistas obreras y campesinas surgidas de la revolución mexicana poniéndose en riesgo el derecho de organización, petición y reunión como mecanismos legales para hacerse oír y ver ante las autoridades.

                Al contrario de esto, el partido se encuentra sumido en una crisis profunda donde los intereses personales y de grupo se imponen al propósito de contribuir al desarrollo de todos los mexicanos y en tan poco tiempo los de Morena perdieron el rumbo o nunca lo tuvieron, pero hoy se exhiben como ambiciosos vulgares e incongruentes que les importa sólo el poder y dinero, por lo que no se descartan las mañas que aprendieron bien cuando permanecieron en otros partidos  y se consideraban adalides de la democracia y la justicia social.

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