Por Jacobo Cruz
La consulta popular es una de las acciones inútiles que puso de moda el presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y aunque propicia la participación ciudadana estas no tienen impacto en la vida material de los ciudadanos, por lo que se convierten en un disfraz de la realidad que esconde el fracaso de su gobierno.
La medida da resultados positivos al presidente puesto que da la impresión de un gobierno incluyente que toma en cuenta la opinión pública mientras él se mantiene en activismo político y de paso culpa de su incapacidad a los neoliberales del pasado; sin embargo es bien conocido que su administración es profundamente centralista de los recursos públicos y del poder a la vez muy conservadora en cuanto a las decisiones trascendentales, lo demás es puro cuento.
AMLO es un político hábil, sabe cómo mantenerse en el imaginario de la gente, ha construido un discurso con el que el pueblo se identifica y ha explotado el recurso de las consultas a su favor. En 2001, cuando era jefe de Gobierno de la Ciudad de México, necesitaba aumentar el precio del boleto del Metro y se inventó una consulta que avaló el incremento en el servicio a pesar de que afectaba económicamente a millones de trabajadores de la urbe.
Como todos sabemos ya en 2018 haría la consulta para definir si la obra del nuevo aeropuerto metropolitano debía cancelarse como él quería y efectivamente, así lo quiso también el pueblo tan bueno como sabio; en seguida vino otra para avalar sus programas sociales.
Y ya como presidente en funciones, hizo lo mismo para cancelar la construcción de una planta cervecera en el norte del país, decisión que ejecutó la Secretaría de Medio Ambiente que evitó el proyecto de la cervecera Constellation Brands en Mexicali, Baja California.
Luego lo hizo para enjuiciar a los expresidentes de México el pasado 1 de agosto, esta fue la más costosa porque se gastaron 500 millones de pesos, un desperdicio del erario con el señuelo de que su gobierno lucha contra la corrupción como el principal problema del país. Esta consulta esconde la desigualdad social derivada de la concentración de los medios de producción y por la explotación de los trabajadores lo que ocasiona que la apropiación de la riqueza sea por pocos millonarios, mientras el resto de paisanos viven en la pobreza.
Esta engañosa jornada democrática estuvo a cargo del Instituto Nacional Electoral (INE) y el organismo cumplió, movilizó su estructura electoral para hacerle el capricho al mandatario federal. De las 57 mil 77 mesas receptoras programadas se instalaron 57 mil 14, el 99.98%, el porcentaje de participación osciló entre el 7.07 y el 7.74 por ciento, los participantes no llegaron a los 7 millones de mexicanos, cifra que no son los 30 millones que AMLO obtuvo en el año 2018, comparación necesaria en términos políticos.
Recordemos que con la consulta se pretendía que todos dieran el “Sí” para investigar los supuestos crímenes cometidos por los titulares del ejecutivo en los sexenios que abarca desde Carlos Salinas de Gortari, hasta Enrique Peña Nieto causando críticas de amplios sectores que consideraron que el ejercicio aparentemente democrático era una burla al pueblo de México “porque la ley no se consulta, sino que se aplica”.
Y lo que es peor, para que la consulta fuera vinculante se necesitaba la participación del 40 por ciento de integrantes de la lista nominal; es decir, el voto de 37.5 millones de ciudadanos, meta que no se alcanzó ni aún con el embarazo de las urnas que sucedió en algunos lugares.
¿Pero qué justifica esta consulta? Los expresidentes han sido figuras muy útiles para AMLO porque los puede culpar de todas sus incapacidades para gobernar y más que hizo creer que a su llegada todo cambiaría, todo lo contrario, hoy se da cuenta del incremento de la pobreza, de la inseguridad y el desempleo dando al traste con la esperanza en la 4troté.
Los conocedores del tema siempre sostuvieron que debe ser la Fiscalía, quien en el ejercicio de sus facultades, es quien debe determinar si hubo corrupción, abuso de autoridad y enriquecimiento ilícito por parte de los expresidentes o de cualquier otro funcionario público sin tener que recurrir a esta acción, que aunque aparenta ser continuidad de la democracia más bien es la ejecución del capricho y de la visión particular del mandatario federal.
Y como la narrativa de López Obrador ha trascendido en los tres niveles de gobierno, otras entidades en lo particular ya consultan y encuestan a los vecinos si quieren o no que sus calles sean pavimentadas usando para ello a los servidores de la nación, que actúan contrario a la ley al hacer promoción del gobernante en turno con recursos públicos casa por casa, eso es lo que se está viendo en Zacatecas cuando lo justo es que sean atendidas las necesidades y resueltos los problemas por ser obligación de todo gobernante.
Termino. Por mientras AMLO está muy calladito, pero no tarda en inventar nuevas consultas a medida que se acerca el proceso electoral de 2024 que ya está en puerta, por lo que seguramente el presidente está ideando otro acto circense para mantenerse en escena dado que la lucha anticorrupción para transformar a México ya no emociona a nadie.