Por Emilia Pesci Martínez
¿Tu caída presagia pena
o tu pena era ya un presagio?
Nos “sorprende” esta mañana la noticia de que la pequeña estatua del indio triste, en el “centro histórico” de la ciudad, cayó de su lugar, lo que despertó en mí algunas reflexiones, ya que nunca me había percatado de cómo el indio se esmeraba en no voltear a ver esa fuente en honor a los conquistadores.
Recordé entonces la historia que tantas veces me contó mi padre y que, pese a lo que pudiera creerse, no muchos en la ciudad conocen.
Resulta que hace ya algunos ayeres, Tlacuitl, el último tlatoani (o sea el gobernante) de Tlacuitlapan (ahora Zacatecas capital) es detenido y metido a prisión por los conquistadores. Por lo que, burlando a los guardias llega a rescatarlo Xolotl (nuestro indio triste, que todavía no estaba tan triste), gobernante del Señorío de Pánuco. Lamentablemente, cuando llega ante él, Tlacuitl está por morir, pero antes de irse de este plano le da como prometida a su hija, la princesa Xuchitl.
Pues resulta que la princesa no quería al indio porque, a pesar de todas las bajezas cometidas por los conquistadores, ella se había enamorado del hijo del capitán Juan de Tolosa: Gonzalo de Tolosa.
Pues con todo y la muerte de su padre, Xuchitl abandonó a Xolotl y se casó con Gonzalo; Xolotl cayó en una profunda tristeza y se fue a vivir a las ruinas del templo de Tlacuitlapán, donde murió. Y resulta que es ahí donde ahora está el famoso callejón donde hasta el día de ayer había una estatua que recordaba los fatales hechos…tun, tun, tun (chiste local).
Pues bien, no puedo evitar pensar en que somos l@s descendientes de Xuchitl, enamorad@s del conquistador, dando la espalda a nuestra tierra, orgullos@s de la conquista y el despojo que nunca terminó.
Hoy por hoy la conquista continúa y los colonizadores se dieron cuenta de que no es necesario decir que estas tierras les pertenecen para despojarlas, la apropiación ya no tiene que ver con lo territorial, sino con nuestros recursos naturales.
Y ya no engañan con el discurso de la cruces y el todo poderoso en el cielo, ahora nos encontramos ante el nuevo dios: el libre comercio, del que esta tierra no escapa. El modelo extractivista de saqueo y destrucción está a la vuelta de la esquina y lo sabemos, está en Fresnillo, en Mazapil, en Calera, en todas partes; es una realidad de la que no escapamos.
La colonización de hace quinientos años no ha terminado, de nada bastó (a propósito de las próximas fiestas) la guerra de independencia, que mantuvo las instituciones coloniales, de las que son fruto las que hoy tenemos, porque se sigue rindiendo tributo a los reyes, sólo que ahora los reyes son los dueños de los grandes capitales.
Los Estados actuales se someten al poder de las multinacionales, tal como sucedía en el pasado con la corona española; ahora los conquistadores no necesitan grandes barcos o armas para conquistar porque ese papel ya es de los Estados.
Y los espejitos se llaman desarrollo, y saquean nuestro pueblo y destruyen esta tierra a cambio de baratas estafas en pro de alcanzar al primer mundo.
Reitero, el nuevo dios es el libre comercio y por eso el semidesierto de Zacatecas es maltratado por la minería, y el agua de mejor calidad que está en Calera hace ríos de cerveza y así irán llegando megaproyectos de infraestructura diseñados para saquear nuestros recursos.
Este modelo extractivista de saqueo no da más y pronto sufriremos las consecuencias.
Me imagino que Xolotl se cansó de ver como pasados los años vivimos en un Zacatecas pobre, como siempre súper colonizado, explotado y despojado; los conquistadores siguen presentes y aunque nos aplastan y llegan a montones (Modelo, Gold Corp, Capson, Trimph, Enel, etc., etc., etc.) creemos que son bellos y dignos de nuestro amor.
Nota: esta colaboración fue “raptada”. La compañera Emilia labora para un medio de comunicación y sólo espero que quienes pretenden una libertad de expresión real no repriman ésta. El indio triste fue nuevamente erigido para seguir así: triste; la vista sigue mirando para allá donde los de arriba y los de afuera (como diría Galeano) y no se ven ganas de mirar aquí y abajo. Ninguna figura pública reconoce la resistencia de los pueblos originarios, por lo menos en nuestra entidad, y mucho menos intenta aprender de ellos y sus “cosas”: ¿qué los ha llevado a sobrevivir siglos de explotación y desprecio?, ¿cómo han hecho para no disgregarse ante los métodos del capital y el estado, sobre todo en lugares de Chiapas y Oaxaca? Sin embargo, personas como José María Sánchez Nava siguen llamándolos los “incivilizados”, al mero estilo de los imperios, que llaman bárbaros a los otros pueblos, sin entender que la barbarie está allí donde comen ellos.
Zacatecas, Zacatecas, 13 de Septiembre de 2015.