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No hay día que no se llegue ni plazo que no se cumpla. La cita es este domingo 4 de junio en las urnas del estado de México, principalmente, ya que también habrá elecciones en Coahuila, Nayarit y Veracruz (excepto de gobernador).
¿Se juega el país su futuro en estos comicios previo a la elección presidencial?, sinceramente lo dudo. Una derrota del PRI en la entidad más codiciada por los partidos con los mayores padrones internos, enviaría un mensaje claro de que el tricolor tendría los días contados en la residencia oficial de los pinos, más las calamidades que azotan a los mexicanos persistirán.
Concluida la fase de proselitismo, todo se concentra el día de la jornada electoral, en la que lo más selecto de la alquimia electoral saca a relucir las deleznables argucias para conseguir el sufragio y para inhibirlo. Todos, sin excepción, tienen doctorado en la materia. El día D no es un día de fiesta para los ciudadanos que buscan honrar a la democracia, sino licencia para grupos de poder reciclados que buscan, a cualquier precio, el trofeo de regentear un descomunal presupuesto y los privilegios que conllevan. ¿Verdad Chihuahua?.
Existe un gran interés y morbo por lo que suceda el próximo domingo. Si gana Delfina Gómez, la candidata de Morena, se consolidan las expectativas de que AMLO gane las presidenciales; si el PRI obtiene la victoria, le garantiza un reducto al priismo más dañino de todos los tiempos. La atención se centra en Morena y PRI, porque el PAN y el PRD juegan simplemente como observadores, o como infieles de la democracia, según el prisma con el que se mire.
Lo sorpresivo no sería que gane Delfina Gómez, sino que haya la madurez política para reconocérsele. Adicionalmente, la morenista necesita diputados propios suficientes al congreso local y ser capaz de construir acuerdos con la otra oposición, para iniciar el desmontaje de la corrupción y los vicios inerciales arraigados en la entidad más poblada de México. Aún así, sigue latente una componenda para dejar impune tanto agravio a los mexiquenses y mexicanos, como sí sucedió con la transición de Zedillo a Fox.
En el otro escenario, con la simpatía de los agoreros panrredistas, la derrota de Morena implica un serio revés a las posibilidades de López Obrador. Con el gobierno de edomex a su favor, el priismo tendría una chequera muy robusta para competir en el 2018. Las otras dos más pesadas las administran el PRD (CDMX) y el PAN (Veracruz), respectivamente.
Esta elección no es distinta a las dos presidenciales anteriores. Las tres llevaban como premisa el meter miedo al electorado si el populismo gana. En franca alusión a las sempiternas aspiraciones de López Obrador, el PRI y el PAN asustan con el petate del muerto, de que una victoria de Morena significaría arrastrar al país a una catástrofe similar a la que se vive en Venezuela. Hasta el PRD, al menos la corriente que lo controla, se ha decantado por la fobiapeje; ya ni siquiera es cuestión de geometrías políticas, no, se trata del peligro que representa el populismo dañino de AMLO, como el Trump, pero a la mexicana.
A pesar de la alineación de las tres membresías políticas más rentables de México y del constante golpeteo en contra de Andrés Manuel y su partido, los momios les son favorables. Esto quiere decir que ya chole con la misma porque no pega entre el electorado; la razón: la falta de credibilidad de quienes lanzan los ataques. Y es que eso de la peligrosidad del PEJE ya está muy trillado, pues resulta que todos los peligros que le achacan, son hechos realidad por sus detractores que detentan el poder. Vaya estupidez en el cálculo.
Tampoco significa que el tabasqueño sea una copia de la madre Teresa de Calculta. Eso de convocar a la unidad de las izquierdas en torno suyo, ciertamente raya en lo absurdo y la egolatría. Por lo menos en México la izquierda, la derecha o el centro son igual de corruptos y muy diestros para cobrar sus servicios a la nación. Ni manera de desmentir que vive del dinero público y que ha violentado las leyes electorales hasta el hastío desde el momento que utiliza los tiempos y espacios asignados a su congregación política, para promoverse exclusivamente.
Peor tantito, los halagos en boca propia suenan a vituperios. Presumir que sé es un ave que se sumerge entre el pantano y no se ensucia, es solo una metáfora muy ridícula. A mí no me asusta el discurso de encarar la corrupción; lo que me preocupa es que compare la incorruptibilidad con la simpleza de la postura contraria al gasolinazo y rechazo a los bonos parlamentarios, cuando la regla es que sus bancadas en el congreso federal (Morena) gozan de los mismos privilegios y prebendas que el resto de la mafia del poder.
El problema no es problema, aunque suene canción de Arjona, no es si Delfina gana los comicios el domingo, la bronca es que practica los mismos vicios que el PRI al retener de los pagos a los empleados gubernamentales, las cuotas partidistas; lo mismo que hace el PAN con sus parlamentarios y ediles. El quid no es si la maestra es la menos peor para gobernar edomex, el pex es que la maestra salinista (Elba Esther) ya no es lo que dice Andrés Manuel, porque ahora tira línea corporativa para que los mentores voten a favor de ella.
Personalmente me daría mucho gusto que el PRI salga derrotado el domingo. Es un deseo icónico e idílico como el de millones de mexicanos; sin embargo, la victoria de Morena no necesariamente implica el arribo de la honestidad. En todo caso, las cosas continuarán por el mismo derrotero porque no existe un proyecto de nación claro, preciso, conciso y macizo, salvo expresiones matraqueras de acabar con la corrupción.
Que el primer paso sea el de respetar la generosidad de los votantes que se tomen la molestia de acudir a las urnas y el sentido de sus votos.
P.D. El paso siguiente será construir una propuesta bien definida y con plazos precederos; que su incumplimiento tenga consecuencias inmediatas. A mí no me impresiona el mono o la tipa, sino el ciudadano mexicano que libere a la clase media de la carga impositiva exclusiva y de los costos excesivos del crédito.
Me inclino por el que o la que se esmere por reducir ostensiblemente el gasto público y reasigne ese ahorro para bajar la pobreza y aumente la inversión en infraestructura. Que se faje y no le saque a rebanarle los desproporcionados ingresos al poder judicial y al legislativo, es la fregada si eso implica imponer una situación de excepción. Y que castigue, sin piedad, a los corruptos. No concibo de otra manera el interés por desalojar al PRI del Edomex o de continuar con el petate del peligro para México.