Por Marco Antonio Flores Zavala
La indiscreción, la deslealtad, la cobardía y la estulticia hicieron que medio mundo de las elites supiera que el domingo 20 de noviembre de 1914 iniciaría una revuelta. El fin de la revuelta era recusar la autoridad del general Porfirio Díaz.
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Grupos políticos del interior de Zacatecas estuvieron comprometidos con la rebelión. Pero la indiscreción hizo que el asunto fuera abortado.
En Juchipila, Jalpa, Moyahua fueron detenidos varios conspiradores. Los antirreeleccionistas sin cara en estampilla postal eran Francisco Sandoval, Maximiano Santoyo, Gabino Romero, Sebastián Prieto, Pío Márquez, Esteban Guzmán, Jesús Cortés, J. Trinidad Reinoso, Tomás Figueroa, Cándido Sandoval, Pedro Hoyos, Fidencio Ruiz, Crispín Robles Villegas y el doctor José María Macías Rubalcaba (sólo esté alcanzará a mirar qué será de la Revolución).
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El contacto de ellos con Francisco I. Madero era el abogado J. Guadalupe González, otrora candidato a diputado federal por las regiones de Nochistlán y los cañones de Juchipila y Tlaltenango.
La clave de comunicación entre Madero y González era la palabra periódico.
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El contacto de González en san Juan Bautista del Teul era el ranchero Manuel Caloca Castañeda. De éste, en Tepechitlán, era Ezequiel Cervantes Magallanes.
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Cervantes Magallanes huyó al saber descubierta la rebelión. Desapareció el 19 de noviembre.
Una nota, escrita en un cartoncillo recortado en forma de rectángulo irregular, da cuenta que la revolución no ocurriría en la región.
El mensaje expresa “motivos que usted no ignora, me impiden asistir a la reunión que usted y nuestros demás amigos organizan y a la cual debo su honrosa invitación. Espero se digne disculparme, autorizándolo para dar una explicación a los demás señores del motivo dicho.”
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Ezequiel era profesor de instrucción primaria en Tepechitlán. Un año antes estuvo en Santa María de la Paz, el pueblito vecino del Teul.
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Total, el 20 de noviembre de 1910 no inició el levantamiento armado. Tan no sucedió que el semanario El Correo de Zacatecas publicó que en la entidad no ocurriría tal acontecimiento.
La mecha fue encendida al año siguiente. Luis Moya y su brigada revolucionaria Benito Juárez insurreccionaron el estado. Las balas y la desestabilización fueron entre febrero y mayo de 1911.
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Los 20 de noviembre
La rebelión maderista triunfo en mayo de 1911. Antes hubo destrucción, como el incendio de la jefatura política del partido de Fresnillo y de un tugurio que servía como sala de cine en el mercado González Ortega de la capital del estado.
En defensa de las autoridades, el ayuntamiento de Zacatecas publicó una nota donde aseguró que los hombres que defendieron la plaza fueron valientes y bizarros.
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Esa bizarría es la ironía de Ramón López Velarde en el poema La bizarra capital de mi estado. Título semejante al que medio mundo apelaría entonces.
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Triunfantes los rebeldes maderistas ocuparon el gobierno estatal y publicaron periódicos. El 20 de noviembre de 1911 en el texto “En el glorioso aniversario” –en El Diario de Zacatecas– se expresó que el pasado es el lapso de la dictadura de Porfirio Díaz. Precisa que el 20 de noviembre era el arranque de “la palabra del pueblo-esclavo que pedía legalidad y honradez estricta”.
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En su concepción, la revolución es tal como la definió el francés Alphonse de Lamartine (Historia de los Girondinos e Historia de la revolución de 1848): “la revolución es el resultado de una idea moral, de una razón y de una lógica, de un sentimiento, de un deseo dirigido; si son un ideal elevado, en vez de ser una pasión abyecta, tales revoluciones manifiestan, aun en sus catástrofes y en sus pasajeros extravíos, cierta savia, cierta juventud y cierta vida, que prometen a las razas largos y gloriosos periodos de crecimiento”.
El texto concluye: “En el aniversario glorioso, nosotros decimos al pueblo: trabajad y esperad y grabad en vuestro corazón los ejemplos altos que ofrecieron a vuestros ojos, Aquiles Serán, Guillermo Baca y José Luis Moya y todos los héroes y mártires que pusieron su vida al servicio de la libertad y de la democracia.”
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En 1913, el 20 de noviembre fue un día referencial. Pero la candente guerra civil minimizó el aniversario. Ningún bando revolucionario y gubernamental lo consideró en su agenda.
La fecha del inicio de la guerra civil será fecha de aniversario hasta que el movimiento sea definido como el nuevo estado de cosas sea el de la Revolución mexicana.
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¿Dónde están los revolucionarios culturales?
El automóvil modificó para siempre el paisaje urbano de la vetusta ciudad de Zacatecas. Fue un actor nuevo que hizo competencia al aristocrático carruaje y al colectivo tranvía.
La aparición del coche obligó a renovar el reglamento de tránsito para señalar velocidad, cortesía ante los transeúntes y ocupación del espacio público.
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La sala cinematográfica Azul se congregó como un medio que varió los discursos que presentaban las realidades del mundo.
El cine masificó la información y cohabitó con los periódicos ilustrados con grabados y fotografías; con las postales estadunidenses impresas a color; y con la nueva generación de almanaques de empresas foráneas.
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Las máquinas de escribir variaron las formas y los tiempos laborales. Conociendo el sitio de las palancas de los caracteres, de los escribidores dependió el ritmo y la calidad del texto.
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En síntesis: El auto, el cine y las máquinas hicieron una nueva generación de prácticas y de vínculos sociales. Los aparatos propiciaron nuevas formas para percibir que el mundo sería otro, pese a la barbarie de la guerra civil imperante.
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Respecto de los hombres que revolucionarían al México íntimo, están, en noviembre de 1914, en la estación respectiva que despega los cambios culturales.
Manuel M. Ponce era un fresnillense de 32 años. En el primer boom del fonógrafo, Ponce es un músico en vías de consagración. Vive en la Ciudad de México. En la medida de lo posible celebra la publicación del Album de Canciones Mexicanas. El volumen atiende música callejera y pueblerina.
Ramón López Velarde es un jerezano de 26 años. En el boom del cosmopolita modernismo, Ramón es leído en los círculos literarios. Vive en la Ciudad de México. Está soltero. Dicta clases en la Escuela Nacional Preparatoria.
Francisco Goitia García es un fresnillense de 32 años. En los años de la coronación pictórica de Saturnino Herrán, se presume que Goitia boceta la crueldad de la guerra civil. Y, el 21 de noviembre de 1914, Goitia, como un soldado entre los 6 mil que dirige el general Felipe Ángeles, va camino a la Ciudad de México.
Imagen: José Luis Moya fue el dirigente que hizo rebelión armada entre febrero y mayo de 1911.
Los derechos son de dominio público. La fotografía es un retrato captado antes de febrero de 1911.