LOS MUERTOS COTODIANOS Y UN ACONTECIMIENTO

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Por Marco Antonio Flores Zavala

Diciembre 4 de 1914, día viernes. En la vetusta ciudad de Zacatecas, a las 5 de la mañana murió un adulto de 66 años por atrofia hepática. El hecho sucedió en la hacienda de 5 Señores. El difunto, como todos los muertos del día, fue depositado en el popular panteón de Herrera.

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El hecho mortuorio seguirá el resto del día. Los decesos serán en las calles que colindan con la zona más conocida de la vetusta ciudad.

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El doctor Antonio Urrutia, galeno del hospital civil, asentó que, a las 8:45 horas del mismo 4 de diciembre, falleció en el nosocomio un hombre. Fue por heridas.

Los testigos de las muertes en el hospital fueron los enterradores cotidianos Jesús Piña y Gregorio Benítez (mayores de edad e iletrados), denominados entonces jornaleros.

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Mientras ocurre el duelo y el fallecimiento del herido, en la Ciudad de México el general Francisco Villa, acompañado de escolta y convencionistas, marcha de Tacuba a Xochimilco. Va a encontrarse con Emiliano Zapata.

Esa mañana el general Villa cabalga en las calles de la vieja capital de México y en el despacho del juez del Registro Civil de la ciudad de Zacatecas, a las 10 de la mañana compareció un jornalero para registrar el fallecimiento de una persona en la calle de San Carlos.

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A la misma hora, el doctor Antonio Urrutia concurrió al juzgado de lo criminal, situado entonces en la penitenciaría de santo Domingo (sita actual Museo Pedro Coronel). Allí examinó el cadáver de Mónico Banderas.

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Una hora después, a las once, aproximadamente, un empleado particular registró ante el juez de la materia el deceso de un familiar. El hecho ocurrió el día anterior en la calle de La Purísima. El padecimiento fatal fue del corazón. El médico del caso fue el doctor Félix Ponce.

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En la misma hora, en la vetusta ciudad de Zacatecas, mientras se registran los datos, en la calle de Chepinque un tumor encefálico causó la muerte de otra persona.

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Alrededor de las doce del día, en la vieja capital del país, Villa y Zapata se encontraron por primera vez.

Zapata llegó en automóvil. Lo custodiaban hombres montados.

El general Villa fue rodeado por una multitud ávida de conocerlo. “Los habitantes de Xochimilco lo vitoreaban sin cesar en aquella soleada y fresca mañana del mes de diciembre”.

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Y sí, en la conversación se habló de Zacatecas, de la inclemente batalla de Zacatecas… En fin, lo cotidiano va, las muertes coinciden con la vida. Lo extraordinario en el orden del régimen está en el acontecimiento de Xochimilco.

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