Los muertos en tiempo de guerra

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Por Marco Antonio Flores Zavala

Los muertos enterrados

José G. Escobedo escribió un libro sincerista sobre la batalla de Zacatecas [La batalla de Zacatecas, treinta y dos años después, Palabras disponibles Jesús B. González, México, spi. 1946]. Allí expresó, respecto del día después, del 24 de junio: “Muertos por todos los rumbos; basura en abundancia, sobre todo excremento de bestias, destrozadas ropas, gorras militares, papeles, botellas vacías, cascos de granadas, zapatos, fornituras destruidas, etc. Nos hastiamos de contemplar tantos cadáveres y empezamos a sentir horror y a la vez cierta misericordia por los vencidos.”
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El número de muertos es un dato difícil de concretar. De las destrucciones materiales, las fotografías dan cuenta que el Palacio Federal fue el único armatoste que sucumbió.

Los atacantes hicieron tal fuego certero, que los cañones que dirigió Felipe Ángeles no causaron desperfectos mayores en la ciudad.

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Entonces la multitud de los difuntos fue los contendientes federales y constitucionalistas. Zacatecas tuvo sus propios muertos.

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Antes de que iniciara con fuerza la batalla, hacia el 10 de junio de 1914, los fallecidos eran 592. La mayoría fueron depositados en el panteón de Herrera.

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Entre el 11 y 14, los días que atacó Pánfilo Natera, no hubo registro de muertos. El 15 de junio reinició el asentamiento. El Hospital informó las muertes de niños y jóvenes con viruela, tifo.

Es posible atribuir esas dolencias al arribo de soldados enfermos, o a la deficiente higiene pública. Las muertes por epidemias son parte de la omisión de la eficacia de las autoridades.

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Un muerto ilustre fue Javier Medina Barrón (militar, casado, 45 años), él era hermano del gobernador. Fue atendido por el director del hospital civil. Javier murió por una herida con arma de fuego, el 13 de junio de 1914.

El reporte ocurrió hasta el día 16. Aunque lo enterraron un día antes en el panteón del templo de Santo Domingo. Tal sacralización funeraria fue por órdenes del gobernador.

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Entre el 15 y el 22 de junio los muertos enterrados fueron 25 personas. Salvo tres que fueron depositados en el panteón del Refugio (sita actual junto a la estación del ferrocarril), el resto lo llevaron al de Herrera.

De los 25 muertos enterrados, 8 eran niños y niñas; 2 militares, uno de ellos con 82 años de edad.

En los días atronados de junio de 1914, los enterrados fallecieron por conmoción, problemas del corazón, agotamiento senil, tifo y males gástricos.

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A las 10:45 de la mañana, del 22 de junio de 1914, fue el último registro de muertos enterrados…

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Los muertos con nombre

El Registro Civil de la vetusta ciudad de Zacatecas asentó que al 2 de diciembre de 1914, los difuntos con nombre y deudos eran 1163 personas.

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El mismo 2 de diciembre el juez registró tres decesos del día anterior. Destaquemos, lo que dicen los libros de la reformista institución, pues dan verdad jurídica.

Luego de la hecatombe del 23 de junio de 1914, los fallecimientos fueron registrados hasta el día 29 de ese mes.

Desde entonces el registro no se suspendió, como ocurrió entre el 22 y 28 de junio, cuando no hubo responsable del Registro Civil en la ciudad de Zacatecas.

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Los panteones de La Purísima, Herrera y El Refugio fueron los depositarios de los cadáveres que sí tuvieron deudos.

Los muertos del día de la guerra quedaron sin nombre. Los quemaron y depositaron en fosas anónimas.

En el mes de julio, el período de máximo terror revolucionario, el registro da cuenta de 139 muertos con nombre y deudos.

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Un indicio de la violencia que ejercieron los recién instalados revolucionarios fue la concurrencia de hombres públicos para registrar a los difuntos. Antes, lo frecuente era el envío de una nota autorizada por un médico; el mensajero era un mozo.

En julio, lo ordinario de la solicitud de registro ante el juez, lo hacían amigos, familiares y médicos. Asistían acompañados de testigos conocidos.

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Un caso elocuente de sociabilidad de poder y con duelo, es el registro que solicitó el profesor Raúl González Ferniza. Éste informó que un ingeniero murió. El detalle está en su presentación: dijo ser Raúl González Ortega y Ferniza.

Acudió como sobrino del último gran héroe de la región y más: como hermano de la exdirectora de la Escuela Normal.

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Los fallecimientos enterrados en agosto ascendieron a 106 personas. El mes siguiente fueron 79; octubre registraron 85, noviembre….

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Por cierto, el 29 de agosto de 1914, antes del mediodía, se presentó el abogado Sixto Díaz ante el juez de Registro Civil. La asistencia fue para declarar que el ministro católico Inocencio López Velarde falleció el 23 de junio. La muerte fue por traumatismo. También informó que el cuerpo del sacerdote ya yacía en el panteón de La Purísima.

Información recuperada del libro de Fallecimientos, Registro civil, Ciudad de Zacatecas, 1914.

Imagen dominio público.

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