LOS PERROS NEGROS Y EL FIN DE LA HISTORIA

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neriPor: Alejandro Ortega Neri

“Todas las familias felices se parecen entre sí, pero cada familia desdichada ofrece un carácter peculiar”. Este es quizá uno de los inicios más famosos de la literatura universal (Ana Karenina de Leon Tolstoi) y quizá también uno de los más contundentes, pues la familia  es la institución más amorosa pero igual puede ser la más compleja y una provocadora de sin sabores letales.

La familia como un núcleo abstruso, como laberinto nebuloso, como entramado complicado, es el tema de interés del escritor británico Ian McEwan y la novela Los perros negros (Quinteto 2009) es una muestra más de ello.

Los perros negros cuenta la historia de Jeremy, un hombre británico que perdió a sus padres cuando apenas tenía 8 años de edad y la ausencia de éstos despertó en él interés y amor por padres ajenos, los de los amigos de la infancia, los de su esposa ya en la madurez. Mientras los hijos aborrecían a los padres, mientras mantenían la distancia y buscaban la independencia, Jeremy estaba ahí acompañándolos y satisfaciendo sus deseos, era un hijo sustituto buscando padres sustitutos.

A los cuarenta años el interés que Jeremy siente por los padres ajenos recae en sus suegros, June y Bertrand Tremaine, personas notables, antiguos miembros del partido comunista, activistas comprometidos con un pasado y un presente interesantes que Jeremy decide plasmar en una biografía.

La vida de los suegros de Jeremy es el leit motiv para el desarrollo de la novela. Ian McEwan a través de la biografía de estos personajes nos da cuenta de una etapa ideológica en la Europa después de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del muro de Berlín en 1989, con lo que de acuerdo al historiador Francis Fukuyama se llegaba al fin de la Historia.

Y es gracias a la biografía que escribe Jeremy que nos enteramos del pasado interesante de sus suegros. Primero dos idealistas del partido comunista británico, luego dos extraños uno para el otro después de sucesos intrigantes y reveladores que aparecen en la historia; June, la esposa, abandona el bando comunista para adherirse a un estilo de vida basado en la fe y la espiritualidad, después de su encuentro con dos perros negros en los que ella encuentra una señal para cambiar el rumbo de su vida.

Por su parte Bertrand continúa en la política y asciende para convertirse en una persona de renombre, sin embargo ya alejado de la utopía comunista en la que creyó en sus años de juventud. June y Bertrand deciden separarse más no divorciarse. Ella se va a residir a un poblado francés cerca de donde mantuvo el encuentro con esos perros negros y Bertrand reside en Londres en donde labora en el gobierno. Pero a pesar de que no están juntos, el amor a través de los recuerdos y de la buena memoria los mantiene unidos.

Ian McEwan logra una novela llena de nostalgia, de melancolía. Mediante la vida de estos personajes nos muestra una Europa idealista pero también la evanescencia de la sombra del comunismo. Incluso las figuras que dan nombre al título, “los perros negros” es una clara referencia al discurso de Winston Churchill cuando metaforizaba refiriéndose a la depresión como “el perro negro”.

Es una novela bellamente escrita, evocadora, sensible, de una de las plumas más reconocidas de la literatura británica que, como lo mencioné, se ha preocupado por narrarnos la historia de Europa no a través de grandes personajes ni héroes, sino desde la perspectiva de familias comunes, ordinarias, que forman parte y son sujetos activos en el transcurrir de la historia de una sociedad.

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