Al terminar de leer cada uno de los cuentos de Raymond Carver (Estados Unidos 1939-1988) parece que uno se queda con ganas de más en un primer momento. El sabor de boca no es tan bueno y quisiéramos que el final de la historia tuviera un fin, fuera redondo. Pero luego uno los saborea despacio, los paladea y los vuelve a leer, o incluso el final, y el sabor de esos cortas historias se detona en un sinfín de posibilidades que uno termina por darse cuenta que lo que se acaba de leer es un cuento demoledor, terriblemente maravilloso.
Eso me sucedió con cada una de las historias de ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? (Anagrama 2010), su primer libro de relatos que escribió durante quince años y que lo consagró en el mundo de la literatura estadounidense como uno de los mejores narradores de relato corto. Precisamente este fue en el campo donde se expandió su talento, pues el mismo carácter breve y fragmentario de sus historias, allende a la crudeza de cada una de ellas son lo que propicia la conmoción.
En ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? Encontramos 22 relatos de la vida cotidiana estadounidense, dramas aparentemente ordinarios y triviales que sin embargo devienen en catástrofes personales y familiares.
En el que abre el libro “Gordo” un hombre de inmensas proporciones se encuentre dócil comiendo en una cafetería mientras su figura es escrutinio de la burla y la crítica de las meseras. En “Vecinos” una familia tiene la oportunidad de vivir la vida que envidia cuando sus vecinos le piden que en su ausencia cuiden su casa. En “No son tu marido”, para mí uno de los mejores, el esposo de una mesera pone a su mujer a dieta después de escuchar a unos comensales criticarla por su gordura. “Nadie decía nada” nos traslada a la infancia y la crudeza que puede tener esta cuando el niño no es tomado en cuenta por los problemas maritales, mientras “¿Qué hay en Alaska?” y el que da el nombre al libro “¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?” exploran la noche de dos parejas de edades distintas tras enterarse de ser víctimas de infidelidad.
Pudieran parecer, las historias de Carver, bastante sencillas y triviales, pero en cada uno de ellas hay un trama subterráneo que explora las condiciones del ser humano, que extrae la verdadera esencia de las personas, los demonios, los temores y las ambiciones de cada uno.
La historia de Raymond Carver se ha visto un poco ensuciada debido a la llamada “polémica Lish”, por Gordon Lish quien fuera editor y consejero de Carver, y que la revista New York Times dijera en 1998 que era éste quien reescribía párrafos enteros y algunos los terminó en varias ocasiones. La historia tiene muchos claroscuros, lo que sí es que Carver ya se encuentra en un lugar privilegiado y el libro que reseñamos, publicado originalmente en 1976, lo encumbró como el maestro del relato corto, y en eso si estoy de acuerdo, pues sus historias no dan tregua y nos hacen, después de terminarlas, cuestionarnos nuestros propios actos. Vale la pena leerlo.