Por: Manuel Narváez Narváez Email:mnarvaez2008@hotmail.com
A dos semanas de haberse celebrado comicios en 13 entidades del país, todo indica que la cruda electoral se prolongará al menos en los estados de Chihuahua y en Puebla, donde los resultados fueron impugnados.
No obstante estos resultados negativos para el PRI, en una jornada electoral casi ejemplar por el lado de los ciudadanos, los que cumplieron con ir a votar, y que, pese a las campañas sucias que generalmente provienen del partido en el gobierno, resultaron insuficientes para que el Revolucionario Institucional mantuviera el poder en 7 estados; éste continua con la práctica de reventar toda medida legislativa para combatir la corrupción. El principal motivo de su espantosa caída.
Yo no sé si la escandalosa derrota del partidazo haya sido convenida para impulsar al PAN y contener a MORENA. Menos lógico suena que el PRI le apueste en el 2018 a una elección a tercios donde ellos pudiesen tener cierta ventaja (según ellos), cuando el mismo dirigente de ese partido, Manlio Fabio Beltrones, festina que obtuvieron el 35% de los sufragios en los recientes comicios celebrados. Sí, en efecto así fue, pero con el control del gobierno de las entidades perdidas, lo que en términos llanos significa que todavía pueden caer más en las presidenciales porque ya no podrán maniobrar libremente a su favor.
Tampoco voy a abundar en los motivos que tuvieron los electores para cobrarle la factura al PRI; ya se ha escrito mucho al respecto. Sin embargo, comparto la tesis de que el electorado se pronunció muy claramente en contra de la soberana corrupción e impunidad que se ha enseñoreado en la administración peñista.
En lo que sí quiero profundizar es en la traición al pueblo en la que incurrieron al menos 14 senadores de la república. Militantes de la “oposición”, que se abstuvieron de votar la modificación del dictamen de la denominada #Ley 3 de 3, impulsada por la fracción parlamentaria del Partido Revolucionario Institucional.
La iniciativa original contemplaba la obligación de hacer públicas las declaraciones de los servidores públicos, es decir, la declaración patrimonial, de intereses y la Fiscal. Pero el PRI y el PVEM incorporaron un “adéndum” a dicho artículo –el centro de la demanda de la llamada #Ley3de3–, en el que se señala que estas declaraciones serán públicas, “salvo los rubros cuya publicidad pueda afectar la vida privada o los datos personales protegidos por la Constitución”.
La votación fue reñida: 59 votos a favor de la modificación, contra 51 que votaron en sentido inverso. Cabe aclarar que 18 senadores, de los 128 que conforman la cámara alta, no lo hicieron; 14 de ellos, todos de la “oposición”, pudieron echar abajo la extracción odontológica (dejar chimuela la iniciativa ciudadana) que el tricolor finalmente les aplicó.
Esta nueva traición al pueblo de México trajo a mi mente reminiscencias de la aprobación del mayor fraude perpetrado por la Banca mexicana con el Fobabroa, allá por 1999. Con el pretexto de cuidar el dinero de los ahorradores, los legisladores federales de aquella legislatura, aprobaron que del presupuesto de los contribuyentes se pagaran los multimillonarios préstamos ilegales de empresarios mañosos que financiaban campañas políticas y se daban vida de jeques. Al día de hoy, el costo de ese fraude asciende a más de un billón y cuarto, o sea, casi una tercio del presupuesto actual de la nación.
En aquella ocasión, el presidente de la cámara de diputados, el panista Francisco Paoli Bolio, se hizo ojo de hormiga, o más bien, la vejiga le jugó una mala pasada, porque pretextó estar en el baño cuando su voto pudo haber empatado la votación y detener el desfalco al pueblo mexicano. El presidente Zedillo y los defraudares de cuello blanco se salieron con la suya, gracias a la complicidad de un indolente sector del PAN.
En la ocasión que nos ocupa, a propósito de transparentar el ejercicio de la función pública, ya no fueron exclusivamente algunos panistas los que clavaron la puñalada por la espalda a los mexicanos, y eso que recién les fue otorgado en las urnas un exuberante bono democrático; sino que el PT y el PRD o bien no votaron, se abstuvieron o no asistieron a la sesión.
Hasta los más perrones seguidores de AMLO, todos del PT, se hicieron guaje para no votar. A continuación la lista de los traidores de la democracia:
Por el PT, Manuel Bartlett, Layda Sansores, Héctor Menchaca y Martha Palafox, los cuatro, abiertos simpatizantes y activistas de Morena. Tampoco Carlos Merino y Marco Antonio Blásquez, ni Ana Gabriela Guevara que se abstuvo.
Del PAN, Jorge Luis Preciado y Héctor Larios no se presentaron al momento de la votación, mientras que José María Martínez y Adriana Dávila no asistieron.
Por el PRD no votaron, aunque estuvieron presentes, Luz María Beristain, Alejandra Roldán y Benjamín Robles.
Entiendo que la ciudadanía lo que menos quiere es seguir escuchando de lo que hacen sus gobernantes y legisladores; ella ya hizo lo suyo. Lo que no podemos a estas alturas del siglo XXI y a tan solo dos años de acudir a elegir a la o al sucesor de Peña Nieto, es permitir que nos sigan viendo la cara estos zánganos mal paridos.
Yo espero sinceramente que llegándose los tiempos de la sucesión presidencial hagamos memoria de esta terrible traición, no del PRI ni su satélite el PVEM, porque eso está en su ADN; sino de la “oposición” que hoy camina pavoneándose por la tunda que le propinaron en las urnas al partidazo el pasado 5 de junio.
Ciertamente amarrarle las manos a la clase política mexicana para que no robe, está en chino. Más a esta brega de eternidad en contra de la corrupción y la impunidad habremos de darle vigencia quienes estamos comprometidos a darle sentido a la honestidad.