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No es que esté mal el machuchón, solo es que no lo hace bien.
Vaya, vaya, vaya, como se han hecho olas por la asistencia de Andrés Manuel a la boda de uno de sus más cercanos.
La bautizaron como la boda fifí del año; es decir, la más picuda de todas las habidas en este 2018. La galería de fotos y uno que otro video que circularon del fastuoso bodorrio y del peso político de los invitados, rompieron las redes.
Se dice que el pachangón tuvo un costo aproximado de diez millones de pesos, algo así como 834 pensiones para adultos mayores a partir del 2019. Contrario a la costumbre machista, juran que los dos mil nuevos billetes del benemérito salieron de la cartera de la novia.
El atuendo de los caballeros no desentonaron al presentarse en rigurosa etiqueta, cual catrines de la ultraderecha. Ese día se dio cita la créme de la créme mestiza, la popof de la Cuarta.
Como haya sido, para Federico Arreola, Ir a una boda fifí no le quita a AMLO lo honesto y austero. Puede ser si partimos del autoelogio del tabasqueño, que ha cruzado los pantanos sin ensuciarse el plumaje.
En la vida todos tenemos un amigo o amiga de la High Life, que nos invita a una boda, quince años, bautizo o cumpleaños, y arroja la casa por la ventana. A otras amistades apenas si les alcanza para unos tacos al pastor y pastel de Soriana.
El caso es que a muchos no les pareció oportuno que el Futuro preciso haya asistido a una boda propia de gente bien, como a las que son invitados frecuentemente Carlos Salinas de Gortari, Diego Fernández de Cevallos y Onésimo Cepeda, obispo emérito de uno de los municipios más pobres del país.
Otros, defienden la asistencia de López Obrador, como un gesto de solidaridad a quien ha sido leal con él. Si degustó todos los tiempos de la alta cocina francesa y los espumosos vinos importados, ese es otro cantar; como dicen mis amigos de la derecha mexicana “a la gorra no hay quien le corra”.
La diferencia entre comer langosta y frijol con puerco, es que el exquisito platillo de mar no provoca la flatulencia del caviar azteca, ni el intenso aroma del marrano.
Por otro lado, la dicotomía es que se trata de un asunto privado con personas eminentemente públicas, que además, enarbolan la bandera de la honestidad intelectual y la medianía republicana. No sé es medio honesto, tampoco sé es medio congruente.
Si es cuadrúpedo, peludo, trepa los tejados y maulla, es un gato. Si dice que no es como los demás que le anteceden, sobre todo los tres últimos, y que va a terminar con los gasolinazos, pero como todo sabio, cambia de opinión y acepta que no hay manera de modificar gran cosa las medidas adoptadas por el todavía presidente, en todo lo concerniente a la vilipendiada reforma energética, entonces: ¿es igual o peor que ellos?.
Para mí el problema no es que Andrés haya ido a la boda fifí, lo que me preocupa es la facilidad con la que ha venido cediendo ante la “realidad”. A la vista de mucha gente el engaño es de las peores vilezas que nos pueden hacer como personas; no se vale mentir a cambio de cachar votos. Ni modo que no supiera como mascaba la iguana.
De una cosa estoy seguro, el mejor presidente de México ya no va a ser. En lo que sí debe trabajar mucho es que no inscriba sus iniciales como el más mentiroso y decepcionante en lo que va del siglo.
Los tabasqueños, como todas las entidades, se enorgullecen de personas ilustres como Carlos Pellicer Cámara, Esperanza Iris, Dora María, Leandro Rovirosa, entre otros. Hay otras personalidades que han avergonzado a la perla del sureste, como Roberto Madrazo, Carlos Cabal Peniche y Tomás Garrido Canabal.
AMLO, muéstrate a cuál bando quieres pertenecer?, porque la danza del tigre se baila parejo.
P.D. La Fiscalía de Chihuahua detuvo a los presuntos asesinos del director de una escuela privada, ejecutado la semana pasada, gracias a la implementación del programa Escudo de seguridad. Enhorabuena.