MALA LECTURA DE LAS URNAS

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Por Osvaldo Ávila Tizcareño

Dirigente del Movimiento Antorchista de Zacatecas

El  4 de junio se llevaron a cabo elecciones en 4 estados de la República, renovándose  3 Gubernaturas (Estado de México, Coahuila y Nayarit) y 212 ayuntamientos de Veracruz, en total 19, 777,327 electores fueron convocados a las urnas para elegir a sus autoridades y antes que las instancias electorales dieran resultados, los contendientes se declaraban vencedores y preparaban sendos festejos. Los datos oficiales comprobaron  que los adelantados incurrieron en una clara estrategia mediática para después salir a gritar que les robaron la elección.

            Cada partido deberá reflexionar y  analizar los escenarios futuros, evaluar su política de alianzas, elegir a  candidatos  de mayor arraigo, fortalecer sus estructuras y sobre todo procurar bienestar de los mexicanos para que ello se traduzca en simpatía ciudadana y disponerse a trazar la ruta a seguir para conquistar la voluntad popular con miras a la renovación de la Presidencia de la República en 2018.

             Fue el Partido Revolucionario Institucional (PRI),  quien en términos coloquiales obtuvo “la rebanada más grande del pastel”, ganó 2  gubernaturas  manteniendo el     Edomex,  que cuenta con 11, 317,686 electores. De ninguna manera es un rotundo triunfo,  varios son los factores que a mi juicio deben analizarse.

            Primero. El reducido margen de diferencia entre  competidores: Coahuila 2.5% de diferencia,  13 mil votos más de Miguel Riquelme sobre Guillermo Anaya; Edomex 2.9% de diferencia entre Alfredo del Mazo y Delfina Gómez, 168,385 votos;  la  derrota en Nayarit con una diferencia superior a 12% equivalente a 54, 535 votos y en Veracruz la derrota es escandalosa alcanzando apenas 36 alcaldías de más de 200 en disputa.

            Segundo. A pesar de carencia de propuestas y de candidatos experimentados,  como en Edomex,  el voto de hartazgo contra el PRI estuvo cerca de darle el triunfo a Delfina Gómez, el clamor fue claro, cualquiera menos el candidato tricolor; de sumar tan sólo la votación de dos de los contendientes que compitieron bajo otras siglas el resultado sería demoledor.

            Tercero.  El triunfo en Coahuila y Edomex se atribuye en mayor parte a una estructura partidista leal y comprometida que salió a jugarse el todo por el todo, a sumar el mayor número de adeptos en torno al PRI.

            Vale la pena meditar  y sacar lecciones concretas si se pretende ganar las elecciones en el 2018. Esto no pasa en Zacatecas, en el tricolor  pasan por encima de estas experiencias, sé que nadie es indispensable, pero tampoco puede despreciarse ningún liderazgo por insignificante o desagradable que les resulte, la inclusión es para  participar en las batallas,  pero también en las decisiones;  ver a la militancia priista como escenografía o matraqueros es un error suicida.

            Eso  acontece en varios municipios,  el caso de Guadalupe es un botón de muestra  del error, hay una abstracción total de la realidad soñando con los tiempos aquellos de la “aplanadora tricolor”.

            En marzo  se convocó a la militancia a la renovación de Consejos Políticos,  se habló de  sumar todas las voces,  de considerar a los liderazgos comprometidos y destacados;  Roberto Luevano Ruíz, propuso un proceso abierto e incluyente conducido por Héctor Bernal Sánchez, Delegado municipal,  el tiempo pasó y la fotografía del recuerdo fue el único acto colectivo, no hubo una sola llamada a participar en la selección de los  consejeros.

            La semana pasada,  en mi calidad de Diputado Local y representando a la mitad de los guadalupenses, me convocaban a la toma de protesta del nuevo Consejo;  informé al  Presidente del partido  al que le pedí la materialización  del trabajo en equipo, pues más de 12 mil guadalupenses agremiados al  Movimiento Antorchista habían pasado desapercibidos por las autoridades partidistas.

            El compromiso fue corregir las fallas, pero nada cambió; un nutrido grupo acudió en la sede estatal del partido,  se renovaron las promesas, excusas y justificaciones. El  problema adquiere más gravedad pues a la exclusión se suman las descalificaciones en redes sociales y en columnas de opinión, con datos   filtrados del partido, acusando a  los antorchistas de chantajistas, ambiciosos, indisciplinados, etc.

            La lectura de las urnas  ha quedado olvidada a una semana y  en el PRI se siguen atropellando los derechos  de la militancia.  En nuestro caso alzamos la voz, acudimos de manera organizada a pedir respeto e inclusión, pero  ¿Cuántos más son objeto arbitrariedades y no tienen quién los  defienda? no tendrá que pasar mucho tiempo para saberlo. El 2018 está muy cerca y esa será la prueba de fuego y a quienes hoy se desprecia y ningunea mañana mostrarán su sentir en las urnas, aún están a tiempo de corregir el proceso e incluir a todos los liderazgos. Ojalá  se entienda  que la política exitosa es la que suma, no la que resta. Que conste.

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