Matar con vituperios

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manuel narvaezPor: Manuel Narváez Narváez

Email: mnarvaez2008@hotmail.com

Twitter: @manuelnarvaez65

El próximo año cambian de rostro, no necesariamente de piel, 12 gubernaturas. Si en este año de pesadilla en todos los sentidos, merced del peor gobierno de la república en los últimos 27 años, en el que tuvimos que chutarnos chorrocientos millones de spots de campañas políticas y de informes de gobierno, imagínense la contaminación auditiva y visual que nos espera a las entidades donde habrá renovación del ejecutivo estatal, congreso y ayuntamientos.

Pero no hay que esperar los tiempos del arranque oficial del proceso electoral para ser testigos deltira-tira de estiércol entre los albaceas de la singular democracia mexicana porque a la oligarquía partidista le importa puritita fregada las formalidades legales. Desde ya, al menos en lo que refiere a Chihuahua, los obuses de tan particular proyectil ya adornan las fachadas de las sedes del poder ejecutivo, del congreso local y de las alcaldías.

Debo señalar que no me sorprende en lo absoluto la estatura política ni la sutileza de los principales actores que ostentan actualmente un cargo público, o bien, que aspiran, entre otras sustancias, a regentear el inagotable erario. Baste escudriñar en las redes sociales para constatar todo el rosario de señalamientos, calumnias, difamaciones y descalificaciones mutuas entre facciones del mismo cubil o contra el vecino; vaya, tan desbordada están las pasiones que  hasta hay pedidos para expulsar de la vida terrenal al enemigo favorito.

Una de las campañas mejor orquestadas es la que emprendieron en contra del gobernador César Duarte, la que paradójicamente ha hermanado a una de las corrientes extremistas del PAN con la tribu del exgobernador Reyes Baeza. Peleados hasta la muerte con el actual titular del ejecutivo y obsesionados por quedarse con la candidatura del PRI al gobierno del estado, las huestes del director del ISSSTE y su aliado panista sembraron el rumor de que el percance aéreo que sufrió Duarte, su esposa, Lolita Ayala y los tripulantes, fue deliberado con la intención de distraer la atención de las investigaciones penales y civiles por la tragedia del Aeroshow, que tiene como principales responsables a funcionarios de primer nivel de la administración del exacalde Marco Quezada.

La artillera de estiércol ha inundado las redes sociales, pero también los odios ha sacado a relucir las bajezas de la condición humana de personajes que los domingos acuden a misa y al salir de la casa del Señor activan sus smartphones para renegar del creador por no haber recogido el cuerpo del mandatario estatal. Pregunta número uno ¿fue accidente o montaje?, porque si maldicen que el percance aéreo no cobró la vida del interfecto, pregunta dos: ¿cómo explican que todo forma parte de una trama?.

Ciertamente la historia política de México no resiste una auditoria, porque existen casos documentados en los que se revelan las mentes torcidas de muchos gobernantes. Algunos de ustedes mis estimados lectores recordarán aquella obscena y burda trama del atentado del entonces gobernador de Oaxaca, José Murat, que supuestamente fue víctima de un ataque al convoy de vehículos blindados y a los escoltas fuertemente armados que lo custodiaban, con pistolas calibres 22 y 32. Más tarde se sabría que todo fue una vulgar estafa de ese individuo.

También hay otras historias de accidentes aéreos de personajes de la política que nunca se pusieron en duda. En lo personal recuerdo el percance que sufrió Francisco Barrio Terrazas, en los tiempos que fue candidato a gobernador, cuando la avioneta que lo transportaba se vino abajo y para fortuna del panista y sus acompañantes, solo el susto alimentó las anécdotas.

Otro incidente desde las alturas involucró al entonces senador del PAN, bueno, hoy lo es nuevamente, pero me refiero a aquel que sufrió el 22 de junio del 2001, cuando la avioneta en que viajaba rumbo a Témoris, tuvo un aterrizaje forzoso; sin embargo, la pericia del piloto fue determinante para que Javier Corral sólo sufriera fracturas en una de sus extremidades inferiores y algunas heridas menores. Afortunadamente el panista pudo contarlo.

Como se puede apreciar, los percances aéreos le pueden suceder a cualquiera, aunque no todos la cuentan, como le sucedió a Ramón Martín Huerta, a Juan Camilo Mouriño, a Francisco Blake (entrañable compañero) y a Alberto Magallón, por citar a algunos. Con esto quiero decir que con la muerte no se coquetea, mucho menos se le desea a nadie porque cuando uno escupe hacia arriba, tarde o temprano en la cara le ha de caer.

Estimados lectores, la guerra por el poder suele ser encarnizada, fratricida e inescrupulosa. Igual está llena de estiércol, proyectil que es disparado desde todas direcciones, de frente, por la espalda, desde arriba y por bajo, lo triste para los que practican esa estrategia es que entre más lancen, más grande es la ola y por ende mayores son las posibilidades de atragantarse.

P.D. Los que no tuvieron la misma suerte para seguir entre nosotros son las víctimas del Aeroshow, que el lunes 5 de octubre cumplen dos años sin que les haga justicia. Desde aquel fatídico día los chihuahuenses todavía seguimos esperando el castigo para aquellos cuya negligencia  y ambiciones desmedidas por el poder, dejaron una enorme herida en la conciencia ciudadana que todavía sangra.

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