ME DUELE PARÍS,PERO MÉXICO MÁS

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manuel narvaezPor: Manuel Narváez Narváez

Email: mnarvaez2008@hotmail.com

Twitter: @manuelnarvaez65

Los ataques terroristas perpetrados en París que arrojaron más de 150 muertos y dos centenares de heridos ha sido el más mediático de los últimos tiempos. Las razones son obvias, Francia es una nación desarrollada, su democracia es de las más avanzadas del mundo y la tolerancia de los gobiernos europeos a la prensa suele ser más común que en otros continentes.

Esta última razón, la de una prensa más abierta, experimentada en este tipo de sucesos y la tecnología que permite una mayor cobertura explica en gran medida porque en México la noticia corrió como pólvora; además, los acontecimientos transcurrían en tiempo real, de tal suerte que las redes sociales se inflamaron cuando aún se desarrollaba la masacre en el salón Bataclan, donde ejecutaron a un centenar de personas que acudieron a un concierto musical.

Los ataques mortíferos ocurren en viernes, 13 (fatídico), alrededor de la diez noche, cuando los parisinos atiborran los bares, restaurantes, centros nocturnos, teatros, etc.; vaya, hasta un partido amistoso futbol se desarrollaba entre las selecciones nacionales de Francia y Alemania. De este lado del “charco” apenas eran entre las 2 y las 5 de la tarde, según el horario de cada región de México, lo que facilitó la atención de quienes acostumbran a usar las redes sociales.

Durante la tarde, hablo de Chihuahua, las noticias acapararon prácticamente todos los segmentos informativos, y conforme transcurrían las horas, se conocía con mayor exactitud la dimensión de lo ocurrido. Las imágenes sangrientas y los rostros angustiados de testigos o víctimas describían detalladamente la terrible experiencia que estaba viviendo la ciudad luz. La era de la tecnología y una prensa experimentada nos tenían en la primera fila observando una cinta de terror y suspenso reales.

Ya por la mañana del sábado, las cifras de víctimas, heridos y terroristas abatidos aclaraban el duro despertar para la capital del país galo. Para entonces ya se sabía que fueron combatientes del Estado Islámico (ISIS) los que perpetraron la masacre, como represalia a la participación de Francia en la coalición que ataca los objetivos de este grupo terrorista en Siria. En respuesta el presidente Francois Hollande lapidó: “es un acto de guerra y seremos implacables”.

Desde el inicio de los acontecimientos hasta el mediodía del sábado las muestras de solidaridad de los internautas hacia el pueblo francés, inundó las redes sociales, particularmente el Facebook. Muchos de ellos subieron fotografías personales de los lugares más emblemáticos de París; muchos otros postearon como imagen los colores rojo, azul y blanco de la bandera francesa en señal de solidaridad y duelo.

Un intercambio de opiniones atrajo mi atención cuando algunos internautas recriminaban a los dolientes locales la contrastante solidaridad hacia los parisinos con respecto a los coterráneos y connacionales que sufren las mismas tragedias a manos de desquiciados que asolan vastos territorios de la sierra tarahumara, del estado de Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Veracruz, Sinaloa, Morelos, Jalisco o Tabasco. La única diferencia de los asesinatos es que en las europas los cometen terroristas y en tierras aztecas el crimen organizado.

Para todólogos, los dos grupos criminales tienen similitudes, de hecho, según datos de especialistas en la materia, existen vínculos entre ellos. Los de ISIS trafican con petróleo y drogas para abastecerse de armas, y a través del exterminio de poblaciones enteras, bajo el argumento de imponer el Islam, asesinan, mutilan y violan a niños, ancianos y mujeres. Ellos controlan un amplio territorio de Irak y Siria, sin embargo, el terror lo han expandido por todo medio oriente, y exportado a Europa.

En México, el crimen organizado utiliza métodos similares para sembrar el terror. Comete crímenes abominables con sus enemigos al igual que el Estado Islámico: decapita, enteipa, encobija o desmiembra. También trafica con drogas y combustibles para hacerse de armamento, mata en racimos (Casino Royale), (Bar Ríos Rosas), (Bar el Colorado), (Bar el Far West), (Creel), por mencionar unos cuantos casos y algunas actividades delictivas que llevan a cabo.

A la vista de muchos, no hay diferencia entre los terroristas del Estado Islámico (ISIS) y el crimen organizado mexicano. En oriente medio pelean por el control del petróleo, en México por los territorios de cultivo y trasiego de drogas. Allá meten la mano los aliados estadounidenses, que apoyan a dictadores o gobernantes afines en tanto les sean útiles y luego se deshace de ellos; el ex primer ministro británico David Cameron reconoce que la alianza occidental apalancó en un principio a ISIS. Acá el crimen organizado pacta con los gobernantes corruptos.

En efecto, cuando ocurren tragedias y actos de lesa humanidad como el que nos ocupa, es de humanos bien nacidos reaccionar solidariamente. Sí, de acuerdo, pero no olvidemos que dos días antes en Beirut, la ciudad luz de medio oriente, también murieron medio centenar de inocentes tras la explosión de artefactos colocados por grupos radicales de aquellas latitudes, y para ellos no hubo la misma solidaridad que con el pueblo francés. Atentados similares han ocurrido en Nueva York, Washington, Londres, Madrid,  Bombay, Moscú, Bruselas, Amsterdam, Buenos Aires, Bogotá, etc., y tampoco hubo las reacciones solidarias como las de ahora, aunque en descargo debo decir que la tecnología y las redes sociales de entonces no eran tan importantes como hoy en día.

El caso es que estamos tristes por la muerte de tantos inocentes, y París nos duele. Y también debe dolernos el pueblo sirio que está bajo tres fuegos (Rusia, el tirano y la OTAN); no debe dejar de dolernos lo que sucede en México, y en lo personal, lo que nos lastima de Chihuahua. Bienvenida la solidaridad humana, sin villamelones.

P.D. La respuesta de Francia y sus aliados será contundente, suelen hacerlo. Pero eso no garantiza la paz, por el contrario, escalará la violencia y alimentará el círculo vicioso ancestral por el control del petróleo, donde los únicos que pierden son los pueblos árabes, del norte de África y de toda Europa.

 

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