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El parto de la candidatura tricolor fue por cesárea y antes de término para que no se le enredara el cordón umbilical. Desde los primeros ultrasonidos ya se veía el rostro del producto; que imagen 4D ni que la chistosa, el recién nacido es idéntico a sus progenitores y lleva por apellidos Calderón y Peña.
Que José Antonio Meade, virtual candidato externo del PRI a la presidencia de la república representa la continuidad de los gobiernos tecnócratas y neoliberales?, si. Que amalgama los intereses de los empresarios adictos a los contratos gubernamentales?, también. Que era el perfil idóneo de la clase política extravagante, sin ideología partidista pero enquistada en sus cúpulas?, sin duda.
Ojo, no por ser Meade el aspirante híbrido que calderonistas y peñistas confeccionaron transexenalmente, quiere decir que los pasivos gubernamentales de este par vayan a limitar el flujo de dinero público/privado para posicionar y colocar en la final al candidato postulado por el PRI.
Entre la confirmación de las sospechas que el ungido sería el 5 veces secretario de estado en los últimos dos sexenios, el ala rupturista que enarbola orgullosamente Ernesto Cordero, no tuvo empacho en celebrar la asunción de José Antonio. El entusiasmo fue de tal magnitud que hasta se olvidaron de las aspiraciones de la independiente Margarita Zavala.
Aún no defino si fue por descuido, ingenuidad o simplemente descaro el que los senadores panistas autonombrados “rebeldes” se descocieran en elogios para el todavía aspirante a la candidatura priísta. Lo que sí me queda perfectamente claro es que están apostadísimos con el proyecto Calderón/Peña.
Junto con pegado en esta estratagema camina, todavía, la de impulsar a Margarita Zavala como candidata independiente hasta dilucidar su decline o mantenerla en la boleta electoral. Eso va a depender de las preferencias electorales que traiga y el impacto que provocaría tomar una u otra decisión.
El alumbramiento de Meade eclipsó directamente al pejeterno candidato presidencial de Morena, que reaccionó virulentamente y propinó una andanada de epítetos en contra del recién nacido. AMLO recibió a su contrincante tricolor con su peculiar retahíla de frases: señoritingo, pelele, títere, etc.
Mal hace López Obrador en abrir la boca para soltar sapos y culebras. En efecto, los señalamientos que se hacen al casi candidato del PRI no le son ajenos, sin embargo, el lenguaje y la sobrerreacción del tabasqueño denotan preocupación y nervosismo. A pesar de las implicaciones que resulten de la concepción de esa candidatura priísta, el puntero no debe perder la cabeza ni la objetividad porque puede abanicar por tercera vez y largarse ponchadito a su rancho.
De entrada y para que no se le olvide, algunas casas encuestadoras y medios impresos de mayor influencia colocan ciertamente a Andrés Manuel a la cabeza de las preferencias pero ya debajo de los 33 puntos porcentuales, es decir, 6 o 7 puntos menos de cuando iniciaban los procesos electorales de 2006 y 2012. Y sin querer queriendo, la carambola de la precandidatura de Meade fue de tres bandas, con la ventaja de que él sí va a recibir billetes de a montón para apuntalar su imagen y enfilarse por la ruta pavimentada.
La otra banda a la que le pega el parto tricolor es la que conforman el PAN, PRD y MC. El descontón no es menor, pues face to face, José Antonio Meade y el aferrado dirigente panista prácticamente igualan en preferencias electorales. Entre coaliciones, alianzas o amasiatos, dependiendo del candidato del Frente ¿ciudadano?, los momios están casi a tercios.
La fotografía del momento y la proyección del recién nacido tricolor apunta a que éste será muy robusto y hasta con sobrepe$o. Razón de sobra para que esa tercia de dirigentes millonetas que conforman el Frente depongan sus posturas de divas y rockstars, y consoliden una candidatura realmente ciudadana, con una persona proba y con la convicción de servir al país; no de caudillo o gerente del gran capital.
Esta carrera presidencial apenas está en su etapa de calentamiento, aún no arranca. Si bien hay un favorito desde hace tiempo, también es cierto que el final puede ser de fotografía, sin un ganador claro.
Mientras los tres bloques que buscan hacerse de la presidencia de México, el país llega al fin de año con varios récords: el mes más violento en décadas; la inflación más alta de los últimos años; las desapariciones de menores y adolescentes in crescendo; los feminicidios en la cima de todos los tiempos; la corrupción y la impunidad como andamiaje de estiércol de la clase política y la función pública (congreso, poder ejecutivo y poder judicial) como los empleos mejor pagados del planeta.
No se trata de elegir al menos peor, sino al que fije nítidamente, sin eufemismos ni engañabobos, una agenda con tiempos definidos en materia de combate a la transa y reducción de la impunidad, atenuar las cargas impositivas a la clase media, adelgazar la nómina pública y redistribuir el recurso para combatir la pobreza, invertir la pirámide de salarios de los tres órdenes de gobierno en beneficio de las fuerzas del orden y el fortalecimiento de la seguridad, reordenamiento y reducción del organigrama del poder público para canalizar los ahorros a la educación y la tecnología, y adecuar la legislación para proteger los intereses de los derechohabientes de bancos y consumidores de televisión por cable y tecnología celular.
Así las cosas, el futuro mediato de esta nación no tiene garantizado un cambio sustancial que mejore la percepción de los gobernantes. Si el debate se centra en embarrarse las calamidades y en la retórica de siempre, no le veo el caso de ir a las urnas. Que se batan solos.
P.D. Hay que frenar los feminicidios. Lástima que las mujeres que ondeaban las bandera contrala violencia de género ya sufrieron una gran metamorfosis, ahora son entaconadas y encopetadas. Sus altos cargos en el gobierno o en el congreso, les impide andar en esos menesteres.