Mexicanidad y esquizofrenia. Un espejo para la autocrítica

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neri librosPor: Alejandro Ortega Neri

Septiembre siempre es un buen mes para reflexionar sobre la condición de ser mexicano. Es el mes que ha sido testigo de los grandes acontecimientos de la historia del país: la defensa heroica de los llamados “niños héroes” el 13 de septiembre de 1847, el inicio de la lucha de independencia la madrugada del 16 del mismo mes pero de 1810 de la voz del cura Miguel Hidalgo y Costilla, y la consumación de esta lucha el 27 de septiembre de 1821 a manos de Agustín de Iturbide, quien se proclamaría tiempo después emperador de México.

Es el “mes patrio” como se le conoce popularmente, el que se llena de banderas tricolores en cada esquina, en cada calle, el que se cubre con sombrero de ala ancha con la leyenda “¡Viva México cabrones!”, el que degusta pozole, enchiladas, tacos, tamales y chiles en nogada; de los festivales en la primaria en los que la mayoría de los niños van vestidos de revolucionarios porque sus padres entienden así el término “mexicanitos”, dándole la razón a aquellos que han dicho que el mexicano nació de la lucha armada de 1910.

Hay una tradición ensayística que se ha ocupado del carácter del mexicano, de la identidad nacional (ese concepto tan resbaladizo) y de la mexicanidad. Baste recordar a Ezequiel Chávez quien inició los estudios en 1900, Samuel Ramos en la década de los años 30, Octavio Paz y José E. Iturriaga en la década de los 50, y en la segunda mitad de siglo XX los que destacan en este rubro son sobre todo Carlos Monsiváis y Roger Bartra, quien ha dicho en una entrevista con El País la semana pasada, que intelectual que se respete ha tratado el tema del “mexicano”.

Hace un lustro el regiomontano Agustín Basave -sí el mismo que sonaba para la dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD)- contribuyó al debate sobre la mexicanidad desde una perspectiva más reciente en su ensayo Mexicanidad y esquizofrenia: los dos rostros del mexiJano (Océano 2010)

La corrupción es el tema central de este ensayo escrito de manera amena y fuera del rigor académico, lo que no quiere decir que no esté completamente construido con material para sustentarlo. Basave parte de la definición de la RAE que señala que corromper quiere decir dañar, echar a perder, depravar, pudrir y es que para el académico, la corrupción es lo que nos diferencia de otras sociedades y es la que nos ha hecho mantenernos como un país subdesarrollado.

Agustín Basave sostiene en Mexicanidad y esquizofrenia que una porción mayoritaria de mexicanos padece el vicio de la corrupción y que idiosincráticamente es proclive a la esquizofrenia, entendiéndose ésta en el sentido etimológico del término, que quiere decir escisión o ruptura (schizo) de la mente o espíritu (phrenos). Y arguye que la conducta esquizoide del mexicano se sitúa entre la cordura y la demencia.

Para el regiomontano, la mayoría de los mexicanos ostenta un doble rostro. Es decir aquel que reniega del gobierno, de la corrupción del poder, de la inseguridad, pero es el mismo que corrompe, que roba, que transa, que golpea, que hiere. Gracias a este doble rostro Basave utiliza como analogía a la deidad romana Jano, el dios de dos rostros que simboliza el principio pero también las transiciones, la bipolaridad y cuya capacidad es la de ver el pasado pero también el futuro y actuar con sabiduría desde el presente. Y en un juego de palabras nombra a este tipo de mexicanos como “mexiJanos”, los seres nacionales de doble rostro.

“Estoy persuadido de que el mexiJano, como llamo al arquetípico representante de esa mentalidad dual es un producto de la Colonia” señala Basave, porque cree, al igual que lo hiciera Samuel Ramos, Octavio Paz y José Iturriaga entre otros, que el choque cultural que significó la conquista es el origen de la bipolaridad del mexicano, porque no ha sido capaz de unir los dos polos que coexisten en su psique colectiva. Además de que dejó como saldo una crisis de identidad y con el establecimiento de castas se arraigó la desigualdad socioeconómica que hasta la fecha persiste.

Basave propone lo que en su opinión es la principal tara de la cual emanan los rasgos que detienen el progreso del país. Para el autor es necesario ser más honrados y menos mentirosos, más respetuosos de la ley, menos egoístas y más responsables, menos improvisados y más ahorrativos, menos desordenados y más innovadores, menos impuntuales y más exigentes con la calidad de lo que se hace, todo esto, según dice el político y académico, elevaría el bienestar y haría de México un lugar más próspero en todos los sentidos.

Sin duda la tarea que propone el autor puede parecer hasta utópica, ya que en México, como él mismo señala, es más fácil ser corrupto que honesto,  “quemamos incienso al altar de la patria mientras la arruinamos con el pragmatismo más ramplón, y exaltamos la Constitución mientras la violamos sin rubor”, sentencia Basave.

Ensayos como el de Basave y los que han abordado la figura del mexicano más que construir una burla del ser nacional han intentado comprenderlo partiendo desde distintas perspectivas y buscando, sobre todo, que su reflexión sirva como un espejo para la autocrítica.

Pueden cuestionársele varias cosas al texto de Basave, como por ejemplo ¿qué es lo que él entiende por mexicanidad? Porque en la tradición ensayística que gira en torno a este tema se han lanzado conceptos sumamente resbaladizos que pueden confundirse y utilizarse como sinónimos, y Basave no deja claro de qué acepción parte, por lo que mexicanidad se puede entender solamente como la corrupción y la doble moral, y el mexicano, sabemos, es una construcción social, muchas veces abstracta, compuesta por un sinfín de características. Pero no deja de ser una interesante aportación que incluye problemáticas muy recientes que de manera directa o indirecta influyen en el ser nacional.

Este tipo de ensayos, como menciono, están orientados a leerse para hacer un ejercicio de instrospección, sin embargo los autores se olvidan de otro defecto del mexicano, al menos también de una gran mayoría, que daría un revés a sus reflexiones…el mexicano lee poco. Pero no deja de ser interesante lo que propone por ejemplo en esta ocasión Agustín Basave, y esperamos que si llega a ocupar un alto puesto político recuerde sus propuestas para contribuir a un país más próspero…sobre todo la de la honradez.

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