Marco Antonio Flores Zavala
Sumario: Mientras ocurre la guerra en Europa, la trayectoria de Ramón López Velarde sigue un curso sin carambola cierta.
I En Europa
Los disparos de Gavrilo Princip fueron certeros (Sarajevo, junio de 1914). Los asesinatos y el ruido de la FN generaron una carambola bélica internacional que concluyó décadas de paz. Entonces ocurrió la guerra: Alemania vs Francia; Rusia vs Alemania; Austria-Hungría vs Serbia; Inglaterra vs Alemania; Japón vs Alemania… Imperio Otomano vs Inglaterra, Rusia, Francia…
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En el principio y distante a la guerra, en Roma murió el papa Pío X (agosto). Le sucedió el papa Benedicto XV (septiembre). Ambos eran cardenales italianos y optaban por la neutralidad de la nación y la Iglesia…
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Una trascendencia de 1914, una marca previa a la guerra, es el estreno de Le Rossigno de Ígor Stravinski: https://www.youtube.com/watch?v=eRMHcl0OZxk
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Otra obra, coincidente y crucial en la historia mundial es Dublineses. En 1914 fue publicada la colección de cuentos del irlandés católico James Joyce.
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II Sin carambolas certeras en la vida de Ramón López Velarde
Mayo 18 de 1914
Doña Elena Molina Ortega escribió en el prólogo de El Don de Febrero: “En 1914 encontramos a López Velarde en la capital […] La capital con su bullicio y actividad, sus tentaciones, sus intrigas sociales y políticas, tratará de arrebatar a nuestro poeta. Pero ¿éste, gracias a las firmes ideas que le inculcaron desde la infancia, se mantiene erguido en medio de los turbadores gozos de ciudades?
López Velarde pertenecerá a un nuevo círculo de amistades y se codeará con la gente de letras y artistas […]”
En ese contexto, el periódico capitalino La Ilustración Semanal publica Dolor de inquietud: “Estoy contagiado de la enfermedad de mi tiempo; la pecaminosa inquietud.”
Mayo 24 de 1914
Ramón fomenta amigos de Aguascalientes y otros lares, entre ellos Saturnino Herrán, Pedro de Alba y Enrique Fernández Ledesma. Los vínculos provienen de los años escolares, de la preparatoriana “cofradía superficial y aturdida”, así les llamó el jerezano.
Junio 7 de 1914
El 7 de junio circuló una nota sobre su obra literaria. José Luis Martínez califica el texto como la primera crítica autorizada que recibió.
En algún día de ese año normal, el jerezano acompañó a Jesús Villalpando para hacer una visita a José Juan Tablada, el director del Diario Oficial del gobierno huertista.
La reunión, las cortesías y las palabras marcaron al jerezano.
En junio de 1917 publicó un artículo donde refiere el hecho: “el poeta (refiere Ramón a Tablada) nos retuvo indefinidamente y nos atendió en su mesa como un gentilhombre. Nos leyó, entre el humo de sus pebeteros orientales, el prólogo y un capítulo de su Hiroshigué. Nos recitó en su jardín, en presencia de los sapos y las otras bestias predilectas, los poemas en que los alaba. Nos hizo sentarnos en el umbral de su pagoda […] Con una nube: un criado japonés, por brusquedad del clima del valle. Aquel dolor antípoda no dejó de ensombrecernos. Pero fue momentáneo. Tablada asegura siempre el bienestar de sus huéspedes con fetiches insólitos y preciosos.”
El encuentro fue entre un ave del paraíso (así definió el jerezano a Tablada) y un poeta todavía nuevo (así definió Tablada a Ramón).
El jerezano llevó sus poemas, los que publicará en La sangre devota. Se los dejó a Tablada. Y Tablada los leyó.
El domingo 7 de junio de 1914 en la revista Mundo Ilustrado, en la columna de Tablada, apareció un texto que refiere su lectura y crítica a los poemas de López Velarde.
Tablada expresó: “Sigo leyendo otros versos manuscritos del mismo autor con la creciente emoción de encontrar un nuevo astro que se revela con sencillas músicas y fragancias encantadoras. Son los versos de López Velarde flores de prados campesinos, claveles de macetas que, abriéndose sobre los viejos tiestos de Talavera, arden entre la penumbra de nuestros hondos corredores coloniales. Su perfume recuerda el aroma que exhalan los herbarios de Francis Jammes…”
Signifiquemos: Ramón López Velarde, el maderista, el antirreeleccionista, el político católico de tierra adentro, el ciudadano abogado que litiga, sigue la ruta de su pasión: la poesía.
Junio 26 de 1914
El sacerdote Inocencio López Velarde, muerto por actos de violencia durante la toma de Zacatecas, es depositado en el panteón de La Purísima. Su fallecimiento será registrado en el mes de agosto.
El licenciado Ramón López Velarde, sobrino del sacerdote, sufre el fallecimiento. Sabe y sitúa la violencia como un padecimiento, y lo es máxime que él es un maderista convencido.
Diciembre 8 de 1914
Por órdenes del general Francisco Villa, fue asesinado el profesor y teniente coronel David G. Berlanga, participante con voz y voto en la Convención revolucionaria, sita entonces en la capital del país.
Berlanga fue director general de Educación Primaria en San Luis Potosí en 1912. Por su labor reformista, Ramón López Velarde acusó a Berlanga de poner las escuelas, niños y profesorado a “la sombra de Lutero”.
El jerezano tuvo a Berlanga como personaje permanente en sus opiniones políticas, durante la época de La Nación.
Enero 18 de 1915
Ramón López Velarde colabora con el gobierno convencionista.
El jerezano era jefe de la sección universitaria en la Secretaría de Instrucción, cuyo titular era José Vasconcelos. Durante la marcha de la Convección, fuera de la capital, algunos periódicos capitalinos señalaron al abogado jerezano como encargado del despacho, pero no lo fue.