Miguel Agustín Pro Juárez

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Marco Antonio Flores Zavala
 
Fue nacido en la villa de Guadalupe.
Él estudió en la plenitud del jolgorio de las balas y la política transicional (1911-1927).
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Pro fue sobrino del masón Alberto Pro, quien tendió de la institución asociativa de porfirista a maderista, luego posrevolucionaria.
Pro fue amigo del obispo Juan Navarrete, el pastor de Sonora que padeció al Plutarco Elías Calles abstemio y rencoroso
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Miguel Pro no tiene una biografía que explique y nos permita comprender cómo fue el mundo católico en la hegemonía del liberalismo autoritario…
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Masonería y martirio. Equilibrio: Martirio y masonería.
Hace 97 años fusilaron al jesuita Miguel Agustín Pro. El hecho fue ejecutado por órdenes presidenciales (Elías Calles).
Pro fue vinculado a actos de violencia y conspiración. No le procesaron debidamente.
El acto es parte de una secuencia del conflicto donde el gobierno posrevolucionario ha decidido someter las balandronadas del alto clero católico. La Cristiada, le llaman desde la academia.
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El fusilamiento, del religioso y de otros seculares, da indicios de un hecho efectuado por un régimen autoritario, unipersonal e intolerante, aunque creador de nuevas y modernas instituciones que dan cuenta de distancia al régimen porfirista.
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Hay panfletos provenientes de la academia y de prosélitos de la masonería y de algunos sectores de la Iglesia católica que provocan: se atribuyen unos y otros el conflicto entre dos instituciones (de diferente naturaleza) que el Estado debía someter para consolidar el estatus o al menos moderar la beligerancia de una sociedad que olía todavía a la pólvora de la guerra civil precedente.
Los panfletos señalan que el conflicto lo hizo la masonería. En el otro lado, los masones señalan que el conflicto lo hicieron sectores altaneros de la Iglesia.
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El fusilamiento es martirio para unos. Desde el Estado fue violación artera de los derechos humanos.
Los delitos y las complicidades debían ser castigadas por la autoridad, con violencia, según unos. Desde el Estado debía mostrarse el poder, el control.
Los hombres del poder eran masones de las cientos de logias nuevas y herederas del régimen porfirista.
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No fue la masonería. Fueron los masones con poder. No fueron los católicos. Fueron sociabilidades que no soportaban la tensión del conflicto y con violencia provocaron al Leviatán.
Una «historia total» nos ayudaría mirar que la cultura política en permanente tránsito da cuenta de tensiones entre los hombres en el poder y los grupos intermedios que desean un proyecto de Estado acorde a su horizonte cultural.
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Hay un actor masón que me auxilia para el anterior párrafo. Alberto Pro, pariente del jesuita Miguel Pro, es el masón que logró conciliar las logias y las obediencias azules y filosóficas que provenían del porfirismo con las que emergieron en la vorágine de la guerra civil y se fueron estableciendo en el régimen posrevolucionario.
Alberto Pro es el masón de la conciliación. El sabihondo clase media que vivió «su Arte Real» sin burocracia, pero sin distancia de las cosas públicas.
El hermano Pro (así se dicen) es nombre citado en el expediente de beatificación del jesuita Pro.
 
IMAGEN:
Escultura religiosa que representa a Miguel Agustín Pro, dispuesto en el altar mayor de la catedral de Zacatecas

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