Mucho ruido y pocas nueces

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logo direccionesPor: Manuel Narváez Narváez

Email: mnarvaez2008@hotmail.com

Twitter: @manuelnarvaez65

Por fin terminaron las kilométricas y costosísimas campañas proselitistas. Ahora se abre paso a la normalidad de la vida cotidiana, y la política también, porque casi todo quedó igual.

Vámonos recio, a mi juicio se impusieron los criterios del presidente de la república y su partido; en gran medida  se cumplieron las expectativas de la inmundicia política, y en menor, mucho menor escala, un pequeño sector de los más de 80 millones de sufragantes mexicanos logró zafarse de las cadenas partidistas al llevar a la victoria a los candidatos independientes.

A simple vista el descontento popular hacia los gobernantes parecía tan desbordado que llegué a pensar que la primera minoría en el congreso federal (PRI) pagaría un alto costo en las urnas dadas las débiles condiciones de la economía mexicana, la interminable violencia extendida en varias entidades del país, el notable crecimiento de las desigualdades entre poderosos capitalistas y la clase trabajadora, la constante violación a los derechos humanos, la galopante impunidad en materia de justicia y la descontrolada corrupción institucionalizada.

Oh, pero vaya sorpresa que me llevé, pasada la jornada electoral del domingo 7, con los resultados prácticamente ya definidos, el PRI mantiene intacta su hegemonía, salvo la derrota del estado de Nuevo León y la zona conurbada de Guadalajara, por lo demás y en lo que realmente cuenta como es el control de la cámara de diputados, el partido en el gobierno y el presidente Peña se pueden dar por satisfechos.

El mapa electoral se movió mucho pero en términos prácticos quedó igual. De 9 gobernaturas en juego, el PRI retuvo Campeche, Colima y SLP, a menos que pierda en la mesa las impugnaciones que el PAN interpondrá por los casos colimense y potosino, lo cual se antoja imposible toda vez que el sistema PRI-Gobierno ya controla los tres poderes de la Unión desde los pinos. El priismo recupera los estados de Sonora (PAN) y Guerrero (PRD), pero pierde Querétaro ante Acción Nacional y Michoacán ante los chuchos del PRD. BCS no sufre cambios y queda en manos del PAN; sin embargo, en el caso más emblemático de todo el proceso electoral es la derrota tricolor en Nuevo León, cuyo PIB es de los tres más importantes de México y los empresarios regios son de los más influyentes del país.

De las escasas victorias ciudadanas la derrota del PRI en Nuevo León destaca por dos poderosas razones: porque rompe con el bipartidismo de casi un siglo y porque un candidato sin partido (aunque militó en el PRI por muchos años) y sin los escandalosos recursos púbicos sosteniendo su campaña, derrotó a la candidata oficialista. Jaime Rodríguez “El Bronco”, alcanzó casi un millón de votos, duplicando los obtenidos por la candidata priísta y enviando a un lejano tercer lugar, apenas con el 20%, al candidato panista. Adicional y soterradamente, algunos piensan que la derrota del PRI y el PAN se pactó en los pinos con los grupos económicos de la sultana del norte.

El Bronco, como le gusta lo llamen, supo canalizar el hastío popular y se alzó con la victoria, más tendrá que negociar con el panismo neoleonés que obtuvo la mayoría de curules locales, la ley de ingresos y el presupuesto de egresos. El exalcalde de García y ahora gobernador electo debe convencer que no tiene mayores compromisos que con la ciudadanía que ampliamente respaldó su candidatura; responder sin cortapisas ni ambigüedades a las exigencias de castigo por el brutal endeudamiento de las finanzas públicas y por el presunto enriquecimiento ilícito de Rodrigo Medina, el gobernador saliente.

En estas elecciones federales intermedias hubo perdedores. En primer lugar la participación ciudadana que apenas si acudió a votar en un 47%, lo que confirma que más de la mitad del padrón electoral no está interesado en emitir su sufragio. El PRD que pierde la mitad de su fuerza, al pasar de un centenar de diputados federales en la legislatura que concluye, a la mitad, y perder nueve delegaciones de 17 que conforman en Distrito Federal; los beneficiarios de la debacle perredista son de la misma cuña, Morena, el partido de AMLO que obtuvo 40 legisladores y 6 delegaciones a costa de sus exaliados.

El otro que pierde es el PAN, que bajo la dirección de Gustavo Madero ha visto descender en 7% puntos porcentuales las preferencias electorales. El panismo apenas si ganó en una sexta parte de los distritos en disputa, 56 para ser exactos, y gracias al 21% obtenido en las urnas, recibirá otra dotación similar en diputados plurinominales que les permitirá ser la segunda fuerza política en la Cámara de diputados, cuyos que serán pastoreados por Madero Muñoz que encabeza la lista de los pluris. Al igual que Madero, César Camacho del PRI y Jesús Zambrano del PRD, los tres que firmaron el Pacto por México, coordinarán las bancadas de sus respectivos partidos en San Lázaro.

En todo este revolcadero que resultó de las elecciones, el felino quedó igual y se confirma lo que muchos opinan del árbitro electoral, es decir, que el INE y del TEPJF sirven a los intereses de las tres primeras minorías legislativas (PRI, PAN y PRD) en el congreso federal. Que las televisoras (Televisa y TV Azteca) siguen jugando un papel preponderante en la política mexicana, utilizando para sus aviesos fines la popularidad de sus empleados convertidos en estrellas, e inflando al satélite del PRI, el PVEM, convertido hoy por hoy en el símbolo de la impunidad de este país.

Se  rescata poco, muy poco, pero algo es algo. El gobernador electo de Nuevo León sienta un precedente y genera fuertes expectativas para transitar a nuevos rumbos sin compromisos partidistas, aunque hay que tener cuidado con aquellos vivales que pretendan emularlo  disfrazándose de “independientes”  de no recibir la bendición de una candidatura en determinado proceso electoral. La elección de Kumamoto en un distrito de Jalisco, la victoria del hijo de Maquío en Sinaloa y el triunfo de Cuauhtémoc Blanco en Cuernavaca, abren un importante parteaguas en México.

Por lo demás, las cosas quedan igual; el PRI obtiene lo que buscaba, el presidente se sale con la suya, el INE se justifica con la votación “histórica del 47%” de una elección intermedia, el cuarto poder (las televisoras) confirman su enorme influencia entre el electorado, las redes sociales canalizan el descontento social pero lejos de los alcances de los medios masivos de información, y la inmundicia partidista se reparte más de 30 mil millones de pesos bajo el pretexto de la democracia, con cargo al contribuyente obviamente. El gran negocio de la política mexicana.

 

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