Por: Manuel Narváez Narváez
Email: mnarvaez2008@hotmail.com
Las giras presidenciales de López Obrador entre el mesianismo y la provocación electoral.
Con el pretexto de entregar simbólicamente tarjetas personalizadas a beneficiarios de programas sociales, el presidente de México aprovecha el cargo para generar el agradecimiento personalísimo del dinero público que hará llegar de manera directa –asegura- a millones de mexicanos.
Lo que en su última campaña electoral fue para millones de electores y para mí también, un compromiso justo y necesario, el de aumentar los ingresos de los adultos mayores que no contaban con pensión alguna y rescatar a los jóvenes con becas estudiantiles y para trabajo, tengo la impresión comienza a desvirtuarse.
Ya con el poder en sus manos, así lo dijo literalmente al segundo día de haber protestado como presidente, ha destinado la bolsa más grande de dinero público en la historia del país, para programas sociales, también conocidos como asistencialistas.
Los recursos que duplican la pensión a los adultos mayores y los destinados a los jóvenes para capacitarse en algún oficio o actividad de provecho, son de la autoría original de AMLO. Otros programas como crédito a la palabra son copiados de los tiempos de Luis Echeverría y López Portillo. Procampo se llamaba en los tiempos de Fox.
Por instrucciones del presidente de México se afectaron muchos programas sociales que venían operando desde hace varios sexenios. La mayoría de éstos fueron utilizados como medida de control político y ha sido nido de corrupción, insiste el presidente. Más de acuerdo no puedo estar con él; esa fue otra de las razones por la que le confié mi voto.
Con ese sólido argumento de combatir la corrupción y recuperar los más de 500 mil millones de pesos anuales, cifras que AMLO estimó en campaña, que se iban al caño por ese flagelo, reventó las urnas a su favor.
La preocupación que ha despertado entre un sector de la población es que, si bien López Obrador ha encarado con determinación el tema del huachicol y las enormes fugas presupuestarias de los programas sociales, no hay claridad en cuánto a la aplicación de la ley ni proporcionalidad para reducir la corrupta nómina federal que provocó el boquete
A contrario sensu de lo que se persigue, la amafiada estructura que repartía esos recursos públicos en el sexenio de Peña Nieto, sigue intacta, o peor aún, ya son distinguidos miembros, por afiliación o por cercanía con algún nuevo potentado de MORENA.
En vez de castigar a los corruptos, el presidente prefiere el idilio y las consecuencias mediáticas que generan sus ruedas de prensa matutinas. A diario repite una y otra vez lo que ya todo mundo sabemos, que la corrupción es el principal flagelo que impide a México progresar.
Más preocupante resulta que vaya a las principales ciudades del país, en las que invita al gobernador correspondiente, donde los fanáticos del momento le propinan una buena repasada, bien merecida la Corral, en el caso de Chihuahua, y luego el mandatario mexicano, al puro estilo del machuchón o del “Tata” Lázaro Cárdenas, pide al respetable que cese el escarnio.
Tras aplacar a sus huestes, Andrés Manuel repasa los compromisos que ha hecho en cada entidad, aunque no aclara en qué momento de su sexenio se van a cristalizar. En el caso de Chihuahua, repitió la promesa de rescatar los hospitales inacabados de Juárez y construir, ya no tres, sino dos universidades en la sierra, pero tampoco dijo para cuándo.
Acto seguido, el presidente de México abordó el tema que más le apasiona, la entrega de tarjetas de ¿Banco Azteca?. En ese plástico y a ese número de cuenta les llegará directamente y sin intermediarios, aunque sigan trabajando en el gobierno federal muchos corruptos, el dinero público a los beneficiarios de los programas federales. La respuesta no se hizo esperar y el júbilo de los miles de asistentes estalló para arropar a su benefactor.
No pasó inadvertido para los que saben de lecturas políticas que en el templete destacaron la subsecretaría de Bienestar y exdelegada de MORENA en los pasados comicios, el nuevo villano favorito de los chihuahuenses, Javier Corral y su odiado compadre, el senador juarense Cruz Pérez Cuéllar.
¿Acaso quiso AMLO dejar en claro que su gallo para la gubernatura de Chihuahua es el mismísimo compadre del actual gobernador?. Si no es eso, vaya tierna forma del presidente de México de entender la prudencia y valorar la inteligencia de los chihuahuenses.
P.D. Excelente organización del evento. Felicitaciones al coordinador que movió en más de 60 autobuses a la mayoría de asistentes a la plaza del Ángel, cuyo costos de traslados seguramente pagaron de sus bolsillos legisladores y empresarios morenos. Nada que ver con los acarreos en los tiempos del prian.