El día 6 de agosto, los antorchistas publicamos en el diario El Universal un atento y respetuoso desplegado dirigido al Presidente de la República, en el cual enumeramos de manera puntual algunos de los problemas más graves que enfrentamos como organización social y que no hemos logrado resolver, a pesar de varias entrevistas y acuerdos formales (no “supuestos”, como dijo un reportero aleccionado) con el subsecretario de la SEGOB, licenciado Luis Miranda Nava. Por la tarde-noche de ese mismo día 6, ya estaba desatada en los medios la consabida campaña mediática en contra del plantón que manteníamos frente a la propia SEGOB desde hacía cuatro meses, campaña que, tanto por su sincronización como por la uniformidad de los “argumentos” esgrimidos, no dejaba resquicio a la duda de que se trataba de una operación concertada y centralizada; de que alguien había quitado la traílla a la jauría y ésta se daba vuelo, aprovechando la ocasión para hacer méritos.
Sin embargo, había tres elementos nuevos y relevantes. El primero consistía en que, en vista del destino de nuestra publicación, era muy difícil sustraerse a la conclusión de que se trataba de la irritada respuesta del Gobierno de la República. ¿Había caído, pues, el último velo del conflicto y la última esperanza de obtener justicia? El segundo hecho era que, por primera vez desde que Antorcha es noticia, el conductor del noticiero nocturno de televisión de mayor cobertura y penetración del país (y algunos dicen que del continente de habla hispana), que siempre nos ha ignorado como algo insignificante y muy poco digno de atención, esta vez se sumó a la guerra mediática contra el plantón de Antorcha dejando claro que, en su opinión, había que poner un alto inmediato a la abusiva conducta de los inconformes. El tercer hecho fue que los líderes del comercio en pequeño de la Ciudad de México también se sumaron a la guerra mediática con una conferencia de prensa en la que, luego de dar datos sobre los daños y perjuicios que el plantón les ocasionaba, exigían a la autoridad que restableciera el orden y la tranquilidad en la zona de sus negocios. No había que ser ningún genio de perspicacia para darse cuenta que se había tomado la decisión de desalojar a los antorchistas con la fuerza pública, y que sólo se estaba preparando a la opinión pública para tal medida.
Fueron tres también las razones que nos aconsejaron adelantarnos al golpe de fuerza y a levantar nuestra protesta sin haber obtenido ninguna solución a las demandas que la habían originado. 1.- Nunca nos hemos creído capaces de enfrentar la capacidad represiva del Estado mexicano confiando sólo en nuestro peso político, sea éste el que se quiera. No tenemos vocación de aventureros irresponsables y nunca hemos expuesto inútilmente a nuestros compañeros a la brutalidad policíaca ni a la tortura de una cárcel prolongada e injusta. 2.- Consideramos correcto atender las quejas de los comerciantes de la zona, que algo deberían de tener de cierto a pesar de que no había duda de que estaban siendo manipulados en contra nuestra. 3.- Era un error dejar en manos de medios y reporteros nuestro plantón, para que lo manipularan a su antojo e hicieran de él un arma de ataque en nuestra contra, distorsionando sus objetivos y enlodando nuestra imagen pública más de lo que ya han hecho durante los 40 años que ya dura nuestra lucha, mientras que a los verdaderos responsables de la pobreza y la injusticia de las masas populares nadie se atreve a tocarles un pelo, sea por el poder que detentan o por la riqueza que han acumulado. Era necesario quitar la escalera a los profesionales de la injuria y la calumnia, lo que implicaba levantar el plantón para ensayar otros caminos de lucha y de resistencia. Y obramos en consecuencia.
Ahora bien: para no caer en lo mismo que censuramos, es necesario reconocer expresamente que no todo lo que alegan los medios, los reporteros y conductores de noticiarios radiofónicos y televisivos, los comerciantes y los transeúntes, son puras malicias y falsedades; que, como ocurre siempre, la razón no está solo de un lado. Algo o mucho de razón tienen cuando señalan inconvenientes, molestias, daños y perjuicios ocasionados por protestas permanentes como nuestro plantón, aunque se equivoquen al culparnos sólo a nosotros de que se tengan que ensayar medidas semejantes. Pero sorprende, y mucho, constatar que todos ellos padecen de una especie de ceguera mental que los lleva a mutilar groseramente la realidad que denuncian; que los vuelve absolutamente unilaterales y parciales en su modo de razonar, puesto que sólo son capaces de ver, entender y atender la parte de la realidad que a ellos atañe, lastima o interesa; mientras que ignoran absolutamente la parte que afecta a los necesitados, a los humillados y ofendidos de este país, que indudablemente existen y que forman la inmensa mayoría de los mexicanos, una parte de los cuales, no desdeñable por cierto, está representada por el Movimiento Antorchista Nacional. Escuchamos con atención el discurso de periodistas, locutores, comerciantes y funcionarios que hablaron de nuestra protesta, esperando que algo dijeran sobre nuestro propio derecho y sobre lo justo o irracional de nuestras peticiones, pero nos quedamos esperando. Nadie, ni por error, rozó siquiera el tema, nadie se acordó de hacer alguna mención de aquellos que padecen hambre, sol, lluvia o frío, viviendo meses en la calle por culpa de quienes deberían atender sus demandas y no lo hacen. Y menos se les ocurrió exigir a estos últimos que cumplan con su deber elemental.
Es posible que piensen que la pobreza no existe o, al menos, que no es tan grande como decimos nosotros. Pero veamos lo que dicen algunos estudiosos ajenos al conflicto de que aquí trato. El diario Reforma de 24 de junio de 2015 cabeceó: “Concentra 1% de la población 43% de la riqueza”. En el texto dice: “Menos del 1% de la población en México, alrededor de un millón de personas, concentra el 43% de la riqueza del país, revela el estudio «Desigualdad extrema en México: concentración del poder económico y político», de OXFAM México”. Y más abajo: “…aunque ha habido un crecimiento económico del 25% acumulado, las tasas de pobreza son iguales que hace 20 años, con una política social que ha sido un rotundo fracaso.”; y añade: “Además, el salario mínimo es la cuarta parte que el de hace 30 años”. El mismo diario dijo el 22 de julio de 2015: “Entre 2012 y 2014 aumentó el número de personas en pobreza y disminuyó la clase media en México, aseguró Julio Boltvinik, investigador de El Colegio de México”; y luego: “…el total de población en pobreza pasó de 83.08 a 84.30 por ciento, mientras que la clase media bajó de 8.14 a 6.78 por ciento (en el mismo periodo). En seguida asegura Boltvinik: “De 1992 a 2014 ha ido aumentando el número de personas pobres, y ahora rompimos la marca de 100 millones de pobres. Es una vergüenza.”
La revista Forbes, por su lado, dijo el 24 de julio de 2015: “El Consejo de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) publicó hoy su reporte de medición de la pobreza 2014, que mostró un incremento de dos millones de personas en situación de pobreza, llegando a 55.3 millones de personas, el 46.2% de la población en general”. Explica que el aumento se debió al crecimiento de la población, pero también a “una disminución del ingreso”. Por último, Reforma de 6 de agosto dice: “Atribuyen a salarios el bajo crecimiento”. “Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), criticó que se creen más empleos en los que se paga sólo entre uno y dos salarios mínimos”; y luego: “México no resiste salarios tan bajos, sigue teniendo un mercado informal, precario, ha habido mayor creación de empleos pero de menor calidad”. “La CEPAL ha insistido mucho en revisar el salario mínimo,…este país no ha elevado sus salarios mínimos en las tres últimas décadas”. Esta es, a grandes brochazos, la realidad que se halla en la base del plantón de Antorcha, de toda la inquietud e inconformidad que recorre el país, y que SEGOB, los medios y los comerciantes prefirieron ignorar olímpicamente para hablar sólo de sus intereses. Hay que colegir que, para ellos, el único problema grave del país, el que hay que atacar de inmediato y con toda la fuerza del Estado es… ¡el plantón de los antorchistas!