NO TENER MIEDO A LAS PALABRAS

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Conversación sobre Jugaré contigo de Maritza M. Buendía. Alfaguara, 2018.

Por Marco A. Flores Zavala

[Nota previa: En las diferentes plataformas siguen comentarios sobre el libro –me va el registro de las percepciones-; aquí va una tertulia hecha cuando recién inició la circulación de Jugaré contigo. Agradezco a Buendía el diálogo y la atención.]

¿Qué es Jugaré contigo?

Una invitación, una propuesta. El título del libro se presta para hacer varias lecturas, una puede ser hablar con alguien directamente, a un lector. Otra es una promesa, es una posibilidad de que algo suceda.

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En el cintillo promocional del libro lo presenta como una novela erótica. ¿Qué es una novela erótica?

En la literatura es atreverte a decir, tratar de lograr y crear escenas poderosas referentes a lo sexual; al mismo tiempo tiene carga de poesía. La literatura y el erotismo se pueden conjugar con descripciones, sin tenerle miedo a las palabras –que no es nada fácil, porque te enfrentas a los pudores, los tabúes-, y está la carga poética del lenguaje que ayuda a crear a través de imágenes, de metáforas, ayuda a una musicalidad en el texto.

Hace tiempo investigué la etimología de deseo. Éste proviene de desidere, un estar sentado, un contemplar las estrellas, lo sideral. Considero que eso está relacionado con lo erótico. Es como una pausa en el correr de la vida diaria, la rutina; es una invitación a que contemples el asombro, volver a contemplar las estrellas

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Pero usted no contempló estrellas, contempló personas.

[Sonríe] Sí, qué bueno. Me encanta que diga eso.

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Cuando habla de erotismo, señala deseo y también la importancia del ojo. ¿Qué es más importante para el erotismo: la mirada, la palabra o el tacto?

Depende de dónde estés. Para la literatura todo es importante, también está el olfato, el oído, todo lo sensorial, eso es lo que construye el erotismo. Se construye con la palabra.

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Entonces no sólo es cuerpo, se desea la producción de la sensación.

Sí. El cuerpo parece, pero también parece ser un instrumento; es un medio para obtener otra cosa.

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Y ¿cuál es la cosa?

Allí es donde, de fondo, salen mis lecturas (Bataille…) Aspiramos a tocar un área que no nos corresponde. Lo intentamos. Dice García Ponce: el arte es intentar acercarse a los dioses.

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¿El cuerpo es propiedad ajena?

El cuerpo es propiedad ajena. En la literatura lo es.

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Como lector, encontré en la novela varias referencias de su propia historia de lectura, ¿Cómo construyó la historia, sin los pesos de las tradiciones y genealogías de lectura de otros autores?

No sé si logro escaparme de mis lecturas, creo que todas me están acompañando –aunque no están tan visibles, quizá-; también están mis vivencias, mis sueños, lo que me gustaría hacer y de lo que no me gustaría hacer. Un escritor se acompaña de muchas cosas para poder crear un universo aparte.

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En estos momentos ya la siento separada de la novela, de la historia narrada.

Sí. Es muy distinto trabajar con personajes de novela a personajes de cuento. Con los de la novela estuve cinco o seis años y cuando tuve que concluir con Susana y Levent –los actores principales de Jugaré contigo– pasé una etapa de duelo. Se suponía que ya no debía hablar de la novela, debía empezar otros temas. Al principio me costó, pasé por un duelo, debí terminar.

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¿Cómo construyó los personajes?

Se van llenando poco a poco. Hay hojas de vida o fichas donde se anotan el nombre, la edad, los atributos traídos de distintos lados.

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Los personajes que narra son de culturas muy diferentes –él turco, ella “azteca”-, con un mismo deseo, pero no es el deseo del cuerpo.

No es sólo el deseo del cuerpo.

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¿Cómo fue capaz de construir una mujer dominante en una novela, con más voces femeninas que masculinas?

Sí. Lo hice arriesgándome. A no tener miedo a las palabras, a decir, a estar consciente que la literatura ya no puede cargar viejos tabúes, porque entonces ya no vamos hacia ningún camino. Creo que como escritor, puede uno dejarse llevar por la intuición y cómo el mismo personaje se va moviendo y pide que lo lleve a un rumbo. Para la configuración de Susana sus cuatro muñecas me permitieron hacer varios desdoblamientos de la personalidad de ella, justo a través de sus muñecas –la poeta, la fuerte que hace ejercicio, la vanidosa, la silenciosa-; los cuatro juguetes -personajes distintos, que salen de Susana– son sus características.

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El escenario de la novela no radica en una localidad, ¿es por tus vivencias en Europa, Sudamérica?

Sí. Todo nutre una novela, sea de manera consciente o inconsciente. Todo influye, desde el lugar donde nací, mi infancia, las ciudades por donde transité. Pasé por Turquía y Amberes, sin ellas difícilmente hubiese pensado para esta novela. Mis historias parten de algo muy cercano, tocado, sino no me siento en tema. Esto no quiere decir que sean autobiográficas.

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La construcción fue a través de lectura e imaginación, ¿de qué más?

De vida vivida, indudablemente. Una cosa es lo autobiográfico y la vida vivida, es así para transmitir una literatura auténtica.

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Como lector, tengo la tentación de preguntar ¿por qué le provocaron las aceitunas, los ojos de aceituna de Levent?

Ese color de ojos verdes que tienen algunos turcos, no lo conocía. Es un verde muy distinto a lo que conocía.

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¿Cuál es la distancia entre su primera obra publicada –cuento, libro de cuento- y esta novela?

Es como un viaje de ida y vuelta, porque los temas son semejantes. Tengo la tendencia de ir hacia los temas amorosos, lo erótico y todo aquello que compete al cuerpo y cómo éste se mueve, se apalabra simbólicamente. El amor y el erotismo los he seguido por años para la creación e investigación literaria.

Hay distancia entre los primeros cuentos y esta, mi primera novela.

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¿Realmente es primera novela?

Sí.

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¿De los cuentos puede salir novela?

De Tangos para Barbie y Ken creo que puede leerse como novela. Pero cada relato, cada tango, está muy cerrado; hay abismos entre ellos.

Ahora me siento en terreno seguro para seguir trabajando novela.

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Le va mejor narradora que novelista

Sí. Narradora.

Maritza M. Buendía (Zacatecas, México). A ella le seguimos desde la publicación de poemas en la revista Tierra Adentro y ensayos en Dosfilos.

Es doctora en Humanidades-Literatura por la UAM-Iztapalapa. Labora como docente investigadora en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Ha recibido los premios nacionales de Cuento Joven Julio Torri, el Bellas Artes de Ensayo Literario José Revueltas y Literatura Gilberto Owen. Su primer libro de cuentos es La memoria del agua (2002), le siguen El jardín de los cautivos (2005), Tangos para Barbie y Ken (2016). De ensayo Poética del voyeur, poética del amor. Juan García Ponce e Inés Arredondo (2013). Está integrada a varias antologías literarias, la más reciente es A golpe de linterna. Más de cien años de cuento mexicano (2020).

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