Maestra, políglota, arqueóloga, maderista antirreeleccionista, filósofa, feminista y sufragista, que se rebeló contra muchas de las reglas socialmente aceptadas en un régimen masculinizado, la zacatecana Eulalia Guzmán Barrón, originaria de San Pedro Piedra Gorda, hoy Cd. Cuauhtémoc, seguirá siendo estudiada para que se conozca su aportación completa a la construcción del México contemporáneo, donde la mujer ocupa cada día un lugar más visible, más digno.
Esta es la tarea pendiente, expresada por las panelistas participantes en el conversatorio sobre la trayectoria académica y personal de la insigne zacatecana, en la que participaron las historiadoras y docentes investigadoras de la UAZ: Norma Gutiérrez Hernández y Adriana Rivera Garza con sus pares de la UPN, Judith Alejandra Rivas Hernández, Aurora Terán Fuentes y Martina Alvarado Sánchez, la tarde del lunes, a propósito del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia celebrada los días 8 y 9 de febrero.
Las relevantes tareas emprendidas por la maestra Eulalia Guzmán en el área de la educación, tanto en el aula como en la función pública, su participación activa en las actividades de la revolución maderista y posteriormente como arqueóloga con una amplia visión, no sólo por haber viajado con objetivo de estudio por Norteamérica, sino en distintos países europeos y las mediterráneas Creta y Chipre, han querido ser ensombrecidas, a partir de 1949, por su afirmación pública del descubrimiento de los restos de Cuauhtémoc en Ichcateopan del estado de Guerrero, que desató una campaña para desacreditarla de quienes consideraron “imposible” que una mujer, considerada no experta en el tema, diera una lección sobre la metodología de la investigación arqueológica con resultados mostraba como verídicos, exhibiendo prejuicios de discriminación machista y clasista, por lo menos.
De entonces, y hasta la fecha, se quiso casi desaparecer de la historia nacional a quien aún falta por conocer a fondo, su vida y obra, personal, familiar y social, esa mujer, nacida en 1890, en pleno porfiriato y que trascendió hasta 1985, considerada como sinónimo de “la escuela de la acción” por su paisana Judith Alejandra Rivas en su reciente libro “¡Yo no pido nada, nunca he pedido nada!” recién presentado.
También se expresó en el conversatorio que Eulalia Guzmán, la investigadora hoy destacada, bien podría ser considerada para ampliar la colección de vidas ejemplares. En fin, que, para panelistas y público presente, esta historia no ha concluido, y seguramente continuará.