VILLANOS naturales por sus desaciertos, sus altos ingresos o sus excesos en cuanto a la adquisición de vehículos o realización de viajes, entre otras causas, los legisladores son motivo constante de señalamientos mediáticos y de comentarios de café.
EL SALDO para ellos suele ser negativo y mucho tiene que ver en esta circunstancia el comportamiento de unos cuantos que se han ganado a pulso la descalificación arrastrando en ella al resto de sus compañeros de Legislatura y lanzando, regularmente, imágenes negativas a la sociedad.
SE DAN CASOS de diputados o diputadas, que alcanzan la celebridad no por sus iniciativas o sus talentos para el debate, sino por la facilidad con que trivializan la máxima tribuna del Congreso del Estado, adjetivando, sin el menor recato, respecto a situaciones o personajes de la vida pública estatal.
EN UN REPASO mínimo, el balance para las y los diputados –así en conjunto- diríamos que se inclina a lo negativo y su prestigio no indica datos a la alza, porque al fin y al cabo lo más sencillo es resaltar sus fallas.
SIN EMBARGO los diputados, sin excepción, despliegan una intensa tarea de gestión que se agota sólo en la medida de las expectativas ciudadanas, es decir, los buscan –los buscamos- para la atención de toda clase de temas y esa parte de su quehacer, no está del todo valorada.
A RESERVA de escribir más extensamente sobre su trabajo en la Cámara, tengo el caso de la priista Ana María Romo Fonseca, que contabilizó, si no me equivoco, cinco mil 500 audiencias de personas que acudieron en el último año a pedir su apoyo.
NO HAY excepciones al respecto y supongo que la mayoría de legisladores maneja cifras altas al respecto y quizá ante una demanda de atención tan intensa, algunos opten por salir del recinto legislativo o alejarse en cualquier oportunidad y no es para menos.
RECUERDO ahora el caso del panista Pablo Rodríguez Rodarte, comentándome que es de los legisladores que más asiste al Congreso y esto se traduce en una enorme agenda de peticiones ciudadanas que lo han llevado, incluso a tener una especie de farmacia en su oficina.
EN FIN, que la gestión ocupa un alto porcentaje del trabajo de los legisladores y hoy quiero destacar en especial, el auspiciado recientemente por el priista Blas Ávalos Míreles, dando continuidad al programa denominado «Operación Milagro».
EN LA PROPIA sede del Legislativo, se presentaron más de 130 pacientes, todos de escasos recursos, algunos de ellos candidatos a cirugías de cataratas, quienes fueron revisados a fin de determinar un diagnóstico para detectar posibles problemas de la vista.
ENFOCADO básicamente a la población de la tercera edad, el programa ha reportado un impacto favorable, pues tan sólo en la capital zacatecana se han operado de manera gratuita alrededor de 400 personas, y más de 5 mil de todo el Estado han sido atendidas.
LA REVISIÓN de los pacientes estuvo a cargo del doctor Alfredo Erick Licona, adscrito a la clínica «Ojos» de la ciudad de Monterrey, cuya presencia fue resultado del convenio suscrito con el legislador originario de Nieves.
UN ACIERTO y yo diría que una auténtica operación milagro.
Nos encontramos mañana en la 7 de Página 24